Radar calibrando
¿Hacia dónde orientamos nuestro radar cuando encaramos una búsqueda?
29 de marzo de 2016
Créditos: Corbis
Un radar detecta lo que está programado para detectar y también mide el tamaño y la distancia de aquello que identifica. Aplicado al tipo de cuestiones a las que nos dedicamos en esta columna, y que en la primera entrega se sintetizaron bajo el título ¿Tiene que ser así para siempre?, el radar es un instrumento que puede ayudarnos en ciertos rastreos que necesitamos para cuando decidimos que "no tiene que ser así para siempre" y, en consecuencia, encaramos una búsqueda hacia algo diferente.
El radar de nuestra búsqueda tiene que poder orientarse tanto hacia adentro como hacia fuera. Hacia adentro, para identificar los aspectos que pueden ayudar en el camino: ¿qué características mías puedo poner en juego?, ¿qué de mi experiencia va a servirme?, ¿a qué conocimientos que tengo puedo apelar?. Hacia fuera, para detectar personas y oportunidades afines a nuestra búsqueda: personas que nos ayuden con una idea o nos faciliten un saber o que hagan que ganemos más confianza; y oportunidades tales un evento chiquito que nos acerque un poco más a aquello que buscamos o algún dato indirecto que nos despierta una posibilidad de hacer distinto a como venimos haciendo.
Para que un radar sea eficaz tiene que ser configurado de cierta manera. Según cómo uno lo configure, va a registrar algunas cuestiones y se perderá de registrar otras varias. Por eso es importante calibrarlo de modo tal que lo que detecte sea de utilidad y que no queden afuera caminos interesantes de explorar.
Créditos: Corbis
Cómo calibrar el radar
Manejar la amplitud adecuada. Debemos calibrar el radar en cuanto la amplitud de su espectro: qué cubre y qué no. Si es muy acotado podemos perdernos algo valioso para nuestra búsqueda, ya que lo que el radar no registra es como si no existiera. Y si, al contrario, es demasiado amplio, lo importante puede ser difícil de distinguir.
Reducir las interferencias. Los radares captan señales indeseadas, que hacen que cueste enfocarse en lo que interesa. Tanto hacia adentro como hacia fuera, nuestro radar tendría que tener la menor cantidad de interferencias posibles, ruidos que nos marean a la hora de detectar hacia adentro, aprendizajes y características, y hacia fuera, personas u oportunidades útiles para la búsqueda.
Estar atentos a los bordes. A veces las oportunidades están en los bordes del radar, a punto de caerse de nuestro ámbito de registro. Así que un paseo por los bordes es recomendable.
Y para terminar, una sugerencia ya no sobre nuestro radar sino sobre el de los demás. Como las personas configuramos una especie de radar cuando activamos una búsqueda, es útil pensar no sólo en el propio radar sino en el radar de quién queremos estar. Muchas veces pensamos "No me llamó porque decidió no hacerlo" (y aquí podemos dar ejemplos del ámbito laboral como personal, ¿no?), pero resulta que tal vez no llamó porque uno no estaba en su radar o porque pensó que podía no ser de interés. Moraleja sobre este punto: intentemos estar en el radar de quien nos interesa, sin dar por sentado la falta de interés del otro antes de averiguarlo. De todos modos, cuidado con que el intento se vuelva molesto y que lo único que logremos es que nos terminen bloqueando. En este caso ya no se trata de calibrar el radar sino de la intensidad con que nos manejamos. Pero eso, tal vez, sea motivo de otra columna.
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