Como les conté en el último post, hoy sigue la segunda parte de mi historia...
El 2009 fue un año difícil. La crisis mundial afecto muchísimo al mundo de la moda y de golpe el trabajo se desaceleró inesperadamente. De repente tuve mucho tiempo libre que me permitió pensar sobre lo que había pasado en los últimos cinco años. Me di cuenta que me había convertido en una mujer entre tantos viajes y que había quemado muchas etapas. Había armado y desarmado por lo menos dos casas (una en París y una en Nueva York) con sus muebles, las mudanzas, las responsabilidades correspondientes, etc. Todo esto a mis diecinueve años...
En medio de este proceso de reconocimiento, de darme cuenta de lo que había pasado en los últimos años, lo conocí a Manu. Quien lo hubiera dicho? En medio de esta situación nueva en mi vida, un día entré a un restaurant a saludar a unos amigos y estaba Él sentado almorzando. Al tiempo empezamos a conocernos y terminamos siendo novios.
Me enamoré completamente. Eramos tan diferentes, básicamente dos polos opuestos. Él es súper organizado, coherente, ordenado y yo en esa época era terrible! No existía en mi diccionario la palabra "organizarme". Fuimos limando nuestras diferencias y pudimos entendernos.
En esta etapa, mi vida empezaba a cambiar en todos los aspectos y era recurrente en mí la idea de dejar de trabajar. Cada vez sentía el trabajo más lejano a mí. Me molestaba todo: desde esperar esas horas eternas en los desfiles, hasta pasar horas en una producción de fotos. Sentía que de la noche a la mañana mi paciencia había desaparecido.
La competencia, la tensión permanente y tener que tomar decisiones importantes todos los días, me habían agotado. Tenía una contradicción constante, por un lado me encantaba lo que hacía y estaba orgullosa de lo que había logrado pero al mismo tiempo no quería seguir teniendo la presión constante. De hecho, terminé decidiendo parar de trabajar sin saber cuando iba a volver. En mis agencias estaban un poco sorprendidos pero todos respetaron mi decisión.
Me fui a Buenos Aires por seis meses porque quería tener una vida diferente, sin tantas responsabilidades ni tantas exigencias. Lo único que quería era compartir tiempo con mi familia y mis amigas.
Este tiempo fue muy necesario para mí porque volví a mis "raíces" y me dio la fuerza para entender esta vida tan peculiar que me tocó vivir. Además me ayudó a valorar todas las cosas que había conseguido (materiales y no tanto). Después de mucha introspección, mucha charla con mis hermanas, muchas reuniones con amigas hasta cualquier hora en el balcón de casa, mucha yoga, me di cuenta que podía llegar a tener el mismo trabajo, podía vivir afuera, podía "volver" a trabajar pero sin ponerme tanta presión.
Así que seis meses más tarde decidí irme a vivir a Europa, a empezar de nuevo y, por sobre todo, a disfrutar de esto que ahora lograba entender mucho mejor. Encaré el trabajo con todas las pilas. Nos mudamos a Londres (yo desde Buenos Aires y Manu desde Nueva York) y esto fue ideal porque estoy muy cerca de París donde paso mucho tiempo trabajando. Definitivamente no esperaba que el 15 de Mayo de 2010, en un puente en Londres, me propusiera casamiento… Y, obviamente, acepté.
Hoy vivimos en Londres. Nos casamos por civil en New York en Octubre de 2010. Trabajo mucho y lo hago con placer. Me tomo el tiempo para conocer a la gente con la que trabajo y para aprender de todas las personas con las que tengo la suerte de interactuar. Cuando tengo tiempo pinto, estudio, recorro galerías de arte y hago unas milanesas que son increíbles! Además me encargo de que nuestra casa esté en orden! La mayor parte del tiempo estamos viajando y aprovecho para sacar fotos y conocer la cultura de cada lugar al que vamos.
Soy plenamente conciente de que mi vida no es una lucha que merezca un monumento, ni mucho menos. Pero siempre pensé que el sufrimiento es relativo y a mi me costó muchísimo, lloré mucho sola siendo muy chica y me tocaron vivir situaciones difíciles que la mayoría de las chicas de diecinueve años no tiene que enfrentar. Por eso hoy vivo con muchísima alegría y el mayor placer lo tengo en poder ayudar a otros, que quizás necesitan mucho más. En otro post les cuento las fundaciones a las que ayudamos y el trabajo que estamos haciendo (van a tener la posibilidad de sumarse si les divierte!) Me encanta poder dar un poco de lo que me tocó.
También disfruto de lo que muchos pueden considerar frívolo: como buena mujer me encantan la ropa, los zapatos y me encanta que me regalen flores. Siento que la vida es un equilibrio. A veces se trata de tratar temas difíciles o de ayudar a los demás y a veces de malcriarme un poco. Pero, por sobre todo, estoy felíz porque siento que la vida es AHORA!!
Mili
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