Sábado a la mañana, suena el teléfono. Quién era? Tan tan tan taaaaannn!!!: ESHA! Sí! Que llamaba, obligada por el marido, seguro. Atendí, y dijo "Hola, Catalina, te pido disculpas (vieron que cuando no lo sentimos de verdad decimos "diculpas" y no "perdón"?) por el exabrupto del jueves. Quería invitarlos a comer un asado esta noche". No sé, le dije, no sé, lo hablo con Nicolás, que está durmiendo, y la llamamos.
Cuando corté no sentí nada. Más de lo mismo. Estoy un poco anestesiada con esta gente. Y tengo bastante de qué preocuparme en mi vida como para gastar el tiempo.
Cuando se despertó Nico y le conté de la invitación, llamó y dijo que no. Fin del asunto.
Estoy un poco bajón con el tema de Luján. Este fin de semana estuvimos bastante tiempo adentro y me di cuenta de que por momentos la noto tan nerviosa que me pone nerviosa a mí. Me lo transmite. Se mueve mucho. Pero se mueve "chiquito". No es que salta y corre. No. Por ejemplo: si mira una peli, está sentada, pero moviéndose casi la totalidad del tiempo. Se acomoda permanentemente.
Y si se acuesta, no deja quietas las piernas. Como que no tiene paz en los músculos. No sé cómo explicarlo, pero lo que sí sé es que me lo transmite y me desespera. Me dan ganas de sostenerla. No sé cómo ayudarla. Qué decirle para que se relaje un poco.
Estamos hablando con Nico de no mudarnos. De ver cómo achicamos gastos al máximo y cómo yo aumento mis horas de laburo para intentar quedarnos en esta casa. Mañana es la última sesión de Luján. El otro martes, cuando vayamos nosotros, también hablaremos de esto con la psicóloga. Ojalá nos obligue a quedarnos donde estamos!