Sangre

19 de mayo de 2011 • 11:49

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Me estoy yendo a hacer un análisis para descartar mononucleosis (qué me cuentan, ¿eh?).

Ayer estuve todo el día con fiebre que no bajó de 38. Tengo los ganglios súper inflamados y la garganta llena de placas (estoy bárbaro), así que mi médico me dijo que quería sacarse la duda, más que nada, por los chicos con los que tengo contacto todo el tiempo.

Así que ahí voy.

La primera vez que me sacaron sangre era chiquita, debía tener 7 ú 8 años. Mi mamá me contó lo que iban a hacerme (en el camino), pero dijo todo muy rápido como restándole total importancia.

Ahora, cuando llegó a parte de "y después tenés que desayunar muy bien" enfatizó el "muy bien" casi con felicidad. Me empezó a hablar de lo rico que era desayunar después de un análisis. Que las cosas tenía mejor sabor, y que además te dejaban elegir lo que vos quisieras.

- ¿Milanesa también?

- También.

- ¿Huevo frito también?

- Lo que vos quieras.

Me dijo que, además, alrededor de los laboratorios había bares especiales que servían un desayuno especial.

Bueno, claro, me convenció. Me sacó por completo el miedo y me agregó un entusiasmo desmedido por lo que luego de ser pinchada iba a deglutir.

Aún hoy conservo esa sensación. Ya me subo al auto pensando en el capuccino y el tostado que me voy a comer en un rato, que estoy segura, van a tener más sabor que de costumbre.

Qué poder tenemos las madres para condicionar a nuestros chicos, ¿no?

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