Después del chequeo llegamos a la agencia (post maravilloso almuerzo tardío por Belgrano para reponer energías, fluidos extraídos, etc.). Pedro y su novedosa cara de circunstancia (vaca empantanada definió la recepcionista) avanzan por el pasillo con vidrio a ambos lados como en una pecera hasta llegar a mi box.
-Tengo que hablar con vos.
Caminamos juntos hasta la Nespresso (ah, si, Gran Jefe se puso en gasto) y me miró fijo.
-Me voy.
Se me estrujó algo adentro, no sé si alguna tripa, el corazón o eso que los new agers llaman el plexo solar. Algo.
-¿Del país? ¿A tu casa? ¿Ahora?
-De la agencia. Me llamaron de (insertar 2 nombres de gran agencia internacional). Acá, Buenos Aires.
-¿Cómo no me contaste antes? ¿Estás contento? ¿Cómo fue?
Contestó en partes, se rió antes por mi ansiedad y me lo volvió a confirmar. Se va a fin de mes que es decir "ya" y no me lo había dicho porque Gran Jefe quería hacer el anuncio la semana que viene pero no aguantó. Hace días que me quería contar.
Sus caras raras no tenían que ver conmigo se ve. No era timidez ni nada por el estilo, el tipo estaba preocupado y como gran egocéntrica yo me creí que le pasaba algo conmigo.
Todavía me cuesta creerlo. Pedro se va.