Publicado por Silvio
Este fin de semana visitamos a mis sobrinas. A mí me encanta pasar por su casa, jugar con ellas, volver a la infancia por un par de horas, correr, gritar y saltar... y después dejarlas tremendamente excitadas y que su madre se encargue. Me encanta ser tío, llevarles golosinas, malcriarlas y divertirme con su energía y sus ocurrencias.
Cada vez que Silvia me ve con mis sobrinas, y con otros niños en general, debe pensar en mí como posible padre de nuestros posibles futuros hijos.
No tocamos el tema de tener hijos muy seguido, no estamos en esa instancia aún. Además, nos acabamos de mudar a un 2 ambientes claramente no preparado para tener un bebé. O tan poco preparado como nosotros. Yo siento que un día me voy a despertar con ganas de tener hijos (o será Silvia) y ahí empezaremos a planearlo en serio.
Sí dijimos algunas veces que nos gustaría tener 3 hijos, y hacer lo posible porque nazcan lo más cerca posible para que no tengan tanta diferencia de edad. Igual ya sabemos que uno no hace lo que planea, y mucho menos en este tema.
Hay un tema con el que solemos bromear, y en el que no hay acuerdos: los potenciales nombres de nuestros hijos. A Silvia le encanta, sin preámbulos y en cualquier tipo de situación, tirar un nombre en el que estuvo pensando y testear mi reacción. Normalmente suelen ser nombres bien jugados y poco comunes, con los que jamás castigaría a mis hijos. Con lo cual, podemos estar cocinando o paseando por la calle y ella tirar un "¿y qué te parece Max?". Yo le contesto que nunca le pondría como nombre a un hijo una tecla de control remoto... Y lo mismo con nombres de colores. No sé por qué pero no quiero que mi hija se llame Azul, Celeste, Rosa, Blanca ni Violeta. Si fuera por mí, tendría 3 hijos y les pondría Martín, Román y Diego Armando...