Hoy los chicos se van con Nicolás hasta el domingo a la mañana. Me quedo en mi nueva casa, sola.
Cuando era chica, mis padres iban al cine todos los martes. Al cine y a comer después. Al principio nos dejaban al cuidado de una niñera que se llamaba Élida, a la que yo le tenía PÁNICO y no dejaba que me tocara. Mi madre debía dejarme bañada, comida y acostada.
Cuando se dieron cuenta de que así no funcionaba, empezaron a llamar a una tía de mi papá. Por años, ella fue la encargada de cuidarnos. Era un amor, pero se quedaba a dormir (en mi cuarto) y roncaba tan pero tan fuerte que no me dejaba dormir. Igual la pasábamos bárbaro con ella. Le pedíamos que nos contara cosas y ella creo que disfrutaba rememorar viejos tiempos.
Más adelante, me encantaba quedarme sola en casa con mis hermanas. Nos divertía mucho cocinar y ellas eran muy maternales, así que una vez mis padres decidieron irse por un mes y dejarnos a las 3 solas.
Fue, creo, el mes más divertido de toda mi adolescencia. La sensación de libertad y responsabilidad me generaban un rush de adrenalina que me tenía a los saltos todo el día.
Así me siento hoy: libre y responsable.
Me encargué unos triples, y pienso comerlos en la cama, mirando una película.
Qué buen viernes.
Les deseo uno así para ustedes también.