¿Objeto utilitario o accesorio? Usar reloj me viene dando vueltas en la cabeza hace mucho y todavía estoy buscando el que más me identifique y acompañe mi carrera. Pienso en algo sobrio pero elegante, que pueda llevar como una extensión de mi brazo. Porque hoy, con esto de estar conectada al celular, el Ipad y la computadora a toda hora (y por ende a sus relojes) no siento que sea fundamental tener uno en la muñeca. Así que en mi caso, lo pienso como un complemento del oufit, que de paso me dé la hora cuando quiero, sin tener que abrir y cerrar la cartera cada dos por tres en busca de mis aparatos.
Hace un tiempo, charlando con una amiga y viendo relojes, llegamos a la conclusión de que uno de los relojes más lindos (si no el más lindo) es este modelo de Hermès:
Tiene una doble función: por un lado no es obvio (a simple vista no sabés si es un reloj), y me divierte la idea de que también parezca un brazalete o una pulsera de cuero con tachas, pero muy finas.
La simple idea de llevar un reloj encima todo el tiempo me genera algo de estrés, si bien soy sumamente puntual. Me cambia el humor llegar tarde, lo mismo me pasa con quienes llegan tarde a todos lados.
He aprendido mucho sobre la puntualidad en mis visitas a Tokio, donde llegar tarde es una falta de respeto tan grande por la que, cuando de trabajo o responsabilidades se trata, no sólo descuentan honorarios de tu cachet sino que la relación puede llegar a romperse. Incluso con jet lags tremendos y pocas horas de sueño hago lo imposible por estar en todas las citas, sea en lugar que sea, unos minutos antes; no soy de las que creen que hacerse esperar genera una mejor impresión en quien espera.
Tengo un amigo que dice que cuando uno visita otro país el alma demora un tiempo más que el cuerpo en llegar, por eso hay veces que nos levantamos en plena noche o por la mañana y no sabemos dónde estamos. Entonces, él dice que por eso la puntualidad es clave, incluso si es que tenemos un alma ágil.
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