PUNTA DEL ESTE.- Es la gran posada de La Barra. Tiene un nombre que resulta imposible no relacionarlo con la historia de Punta del Este y de Buenos Aires. Quién no recuerda la boîte frente al casino de San Rafael o la esquina de Parera y Quintana, en Buenos Aires.
De esas noches salían las espléndidas Miss Le Club, parejas que después fueron matrimonios y aires de un buen gusto poco habitual y tan necesario. Pero también, aquí, fueron días de gastronomía, de torneos de polo y del arte, con Le Club convertido en galería.
Hoy es una posada que reúne todo: una playa única, con vista a la península sobre La Brava; 14 habitaciones con decks propios; un juego de desniveles en terrazas que bajan hacia la arena; un espacio para el arte, un restaurant de excelencia y, por sobre todo, un club de amigos.
Sí, de amigos, que su dueño, Miguel Schapire, y sus socios europeos se encargaron de cultivar, y la siembra florece siempre, porque la posada está abierta todo el año.
Es uno de los lugares que revaloriza La Barra, uno de los espacios que dejó de lado esos muchos locales de "cartón pintado" y que arrastró, con sus emprendimientos y la excelencia a que la mismísima ruta 10 avanzara en el buen diseño sin perder del todo aquello del espíritu de los pescadores.
Se nota en su estructura la impronta del famoso arquitecto Horacio Ravazzani, quien hace muy poco se marchó de esta vida para seguir con sus planes y planos en otra.
Le Club atrapa hoy una corriente de viajeros del mundo, esos que apuestan al norte argentino, a la Patagonia y a las inversiones en la chacras del Uruguay, pero fundamentalmente, como insiste Schapire, es un club de amigos en un espacio único.
Le Club fue una de las semillas del polo en Punta del Este, no abandonó ese lugar y convoca a polistas y gente que apuestan al mejor deporte que juegan los argentinos.
La otra tarde, "El Morocho" Fernández Llorente hablaba del magnetismo de la posada: "Es muy simple. Vista, comodidad, ubicación, amigos y esa atención en la que siempre aparece un mozo de algún lado, en la que el personal está en todos lados".
Sofía y Teresa Zuberbühler fueron, con Miguel, las impulsoras de los torneos de polo, y la gente se fue sumando. Después, amigos de los más variados ambientes: Cristina Guzmán, Hernán Felgueras, Pía Soldati, Antonio Pulenta, Adolfo Cambiasso, Eduardo Constantini, Luis Benedit, Delfina Frers, Augusto Rodríguez Larreta o Diego Videla.
También, desde eminencias en la medicina como Benjamín Alvarez y Ramón Leiguarda hasta la elegante baronesa Dudú von Thielman.
Y entre tantas noches de encuentros se oyen comentarios como éste: "Estoy tomando el mejor clericó de Punta del Este", dijo Hernán Prieto, y tenía razón. Sucede que para Le Club "es el tiempo del clericó" y a la delicada fruta le echan el blanco de una conocida caramañola, ideal para la tradicional bebida de todo el día.
Y allí llegamos a la gastronomía: "Hoy los quesos uruguayos como el brie y el camembert son degustados por los franceses que vienen aquí y se sorprenden", asegura Schaipre, y avanza con los productos locales: "La rúcula es similar a la italiana, y del cordero, sólo te pido que lo pruebes. Sucede -explica- que las pasturas salinas de esta zona le aportan otra textura, otros sabores".
Mar, arena, madera, arte, mujeres monas y muchos amigos son el secreto del experimentado posadero.
Por Mariano Wullich
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