PUERTO MADRYN.- Por los arbustos de la estepa corretea un ñandú seguido de las crías; una mara se detiene con las orejas atentas y las ancas levantadas; una tropa de guanacos se recorta en el horizonte nuboso de la Patagonia.
Todo les llama la atención a estos chicos que han dejado a más de 1200 kilómetros los grandes edificios, la muchedumbre, las calles congestionadas. En la inmensidad de la estepa siguen con interés la charla de los biólogos sobre las relaciones de los ecosistemas y el delicado equilibrio de este ambiente, muy distinto del que acostumbran a ver y vivir en la ciudad.
Aquí, a 10 kilómetros de Puerto Madryn, en el camino a la reserva de Punta Loma, no se van a olvidar más de lo que es una jarilla, arbusto de amplia distribución por el occidente del país, o de las adaptaciones del jume a los suelos salinos.
El grupo descubre detrás de unas matas los rastros de un zorro que ha pasado hace poco por el lugar, mientras los pies se adaptan a los desniveles del manto de rodados que cubre por cientos de kilómetros la Patagonia.
Del pasado al presente
Una vez en Puerto Madryn viene el momento de hacer un balance de la jornada, sacar conclusiones y hacer los preparativos para otro día en la siempre sorprendente península Valdés.
El grupo de chicos, estudiantes de séptimo grado, partió de Buenos Aires para hacer una travesía educativa por la península. El objetivo: vivir y experimentar lo que han aprendido en teoría en las clases del colegio.
Ahora van a conocer un personaje muy querido en Puerto Madryn, el paleontólogo Brunet quien los va a introducir en el mundo de los fósiles, en un recorrido de millones de años que están retenidos en los estratos costeros.
A unos 15 kilómetros de Puerto Madryn está Cerro Avanzado, un escenario ideal donde puede seguirse gran parte de los procesos terciarios y cuaternarios que quedaron grabados en las capas de las barrancas.
Numerosos restos de ostras gigantes y valvas de moluscos aparecen incrustados en las paredes.
Los chicos comprenden también que todo debe quedar tal como lo encontraron ya que forma parte del patrimonio de la reserva natural que constituye la península Valdés. Sin duda lo más esperado y lo que provoca más asombro es el avistaje de la ballena franca austral, que arriba a estas costas desde abril y permanece hasta diciembre.
Desde la partida hacia mar adentro están todos a la expectativa mirando hacia el horizonte.
De pronto, un bulto oscuro toma forma y se acerca a la embarcación. La enorme cabeza cubierta de crustáceos emerge a escasos dos metros y se deja admirar durante un rato que parece sólo un instante para los noveles observadores.
Los chicos quedan absolutamente sorprendidos. No se imaginaban el tamaño y la mansedumbre de esta ballena considerada en peligro de extinción y que encuentra en la península Valdés el refugio para procrear y aparearse.
El proceso de la vida
Otros motivos de admiración se producen en las visitas a las colonias de elefantes y lobos marinos.
En Punta Delgada, los grandes pinnípedos parecen bolsas de arena tiradas en la playa.
A una distancia conveniente los chicos siguen las actividades del harén de elefantes marinos, el apareamiento de animales que pesan toneladas y los desplazamientos lentos que luego se tornarán increíblemente gráciles en el agua.
El nacimiento de las crías, el número de individuos que forma el harén, la pelea por el territorio y la gran melena que distingue al macho son motivos de preguntas y comentarios en la reserva de lobos marinos de un pelo de Punta Loma.
Con los pingüinos
La recorrida por la más importante colonia del pingüino de Magallanes en Punta Tombo, a l60 kilómetros de Puerto Madryn, da lugar a las explicaciones sobre las actividades del ave en su etapa de vida en la costa.
Cómo cuida el macho su cría mientras la madre va alimentarse al mar; la construcción de los nidos y la búsqueda por parte de la pareja del que usaron el año anterior; la gran diferencia entre el desplazamiento algo torpe en tierra y la plasticidad del nado en el mar son detalles seguidos con gran interés y que después se volcarán en comentarios y redacciones.
La travesía se completa con un recorrido por Trelew y el valle del río Chubut, el museo paleontológico Feruglio y una charla sobre la colonización galesa en la zona seguida del tradicional té en una de las casas típicas.
El precio de la travesía de estudio, de siete días y cuatro noches, es 390 pesos; incluye transporte desde Buenos Aires, alojamiento en hotel, comidas, coordinadores, guías. Está dirigida para chicos de 12 a 15 años. Informes por el 326-6899.
Alicia Terradas