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Un amor de verano

El bikini y sus dueñas viven un romance anual en el que se combinan el amor y el odio, la utilidad y el desaire, el cuidado extremo o la desidia total frente a un sol de muerte en estas playas calientes del Este




PUNTA DEL ESTE.-Sólo es una relación de verano. Y para muchas personas puede hasta ser conflictiva. Se usa y se guarda en el ropero como un trapo viejo durante muchos meses. Pero en las vacaciones nos pasa la factura por el abandono del invierno. Y qué factura.
Bikini, dos piezas o como quieran llamarle. A esta altura, seguramente ya habrá pasado más tiempo con ella que con sus amigos o marido. Momentos de placer cuando queda perfecta, como pintadita en el cuerpo; de tristeza por los kilos que sobran y los rollitos que no quieren desaparecer a pesar de los pilates.
Pero la convivencia forzada durante el verano tiene sus secuelas: termina por desgastar una relación que, en la mayoría de los casos, está condenada al fracaso.

De todo bajo el sol

Claro que no es así siempre, porque en la vida todo tiene sus excepciones. Muchas disfrutan la compañía de su bikini. A tal punto que es lo único que parece importarles. Ellas y sus bikinis. Ellas y las deux pieces . Y nada más
Por ejemplo, están las mujeres que establecen una relación de gran dependencia con su dos piezas. La miran, la protegen y la cuidan como a una hija. Tanto que ni al mar se acercan. ¿Los hombres? Bien lejos.

Acuerdo de colaboración

Otras construyen una relación de mutuo acuerdo y entendimiento. Una y otra se ayudan para lucirse en las arenas esteñas. Las que mejor lo logran suelen frecuentar las playas de Montoya y Manantiales. El acuerdo es claro: colaborar con la otra para que los chicos se arrimen (y animen) a hablarles. Y el acuerdo es diario...
También están las que aguantan con hidalguía a su compañera de dos piezas aunque sepan que ella no les haga, precisamente, justicia, una palabra fea a la hora de hablar del cuerpo ¿no?
Son las que pasaron los 30 o tuvieron un hijo hace poco tiempo, o aquellas que con las Fiestas comieron de más, mucho más. Pero el andar relajado y seguro suma puntos entre los galanes maduros. Las demás, se sabe, conviven a regañadientes con su amiga de estos días. Es sólo una relación de verano, pero se sufre durante todo el año.

Los hombres y la zunga

Por estas playas, cada vez más hombres se animan a calzarse la zunga, esa especie de tanguita insolente que deja ver parte del trasero masculino y un frente muy sugerente.
Y quienes se dan el lujo y el gusto de curtir zungas no son necesariamente los que tienen cuerpos perfectos y trabajados, como una podría imaginarse. "Es que así te quemás todo parejo. Con los bermudas, las piernas te quedan blancas", explican ellos, como para justificar esa incursión en el mundo del cuasi nudismo.
Flores hawaianas y sombreros de cowboy; enormes plataformas y planas ojotas; microminis de jean y amplias túnicas hindúes son otros atuendos habituales por estas playas.
Los contrastes son enormes en el planeta moda fashion de Punta del Este y, justamente, la idea es sobresalir a cualquier costo con la menor cantidad de ropa posible.

Accesorios

Cuando el bikini es provocativo, ellas aprovechan para agregarle leña, es decir, accesorios que las hacen irresistibles. Un ejemplo es el piercing, en el ombligo, arma de seducción letal. O los largos collares y argollas.
Por Laura Reina
Enviada especial

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