Un poco de frío. 6 destinos para escapar del calor agobiante de Buenos Aires
23 de enero de 2020 • 14:46
Si sos de los que no se bancan las altas temperaturas y sueñan con escapar del calor agobiante de la ciudad y aprovechar el invierno en el hemisferio Norte, esta nota es ideal para vos. Te compartimos seis destinos increíbles para que te enamores en temperaturas bajo cero.
Islandia
Esta isla en el mar del norte, está compuesta por géiseres, cascadas, montañas, glaciares y aguas termales. Su impacto natural es tan increíble que vas a sentir que estás en un lugar diferente cada día que pases aquí.
Uno de los grandes atractivos que tiene Islandia es cazar auroras boreales. Gracias a su ubicación geográfica y condición climática, entre los meses de agosto y abril hay posibilidad de ver este fenómeno tan buscado por miles y miles de personas. Hay dos opciones de ver auroras: contratando un tour, que sale desde la capital Reykjavik y te llevara al punto donde se puedan ver; o alquilar un auto, y aprovechar para recorrer la isla y sus paisajes mientras vas tras las auroras. Entre las 22 y las 02 es el horario ideal para estar atento, siempre que el cielo esté despejado y haya oscuridad.
Otro de los atractivos es el Círculo Dorado, que abarca el valle de Haukadalur, donde se encuentra el Geysir más famoso de Islandia, la cascada de Gullfoss, que se creó luego de la ruptura de las placas que creó el paisaje de la isla, y el parque Nacional de Thingvellir. En este parque se encuentra la grieta de Silfra (que tiene el agua más clara del mundo), donde se puede nadar entre placas tectónicas que separa Norteamérica y Europa.
Camino al Parque Nacional Vatnajökull, donde se encuentra no solo el glaciar más grande de europa, sino también la laguna de Jarkusaloon y la Playa de Diamantes, se encuentra la playa de arena negra y olas gigantes danzando. Es una de las 10 playas no tropicales más lindas del mundo y su color y textura tan particular, se debe a que es arena volcánica.
En el medio del mar se asoman Las rocas de Reynisdrangar que son parte de la mitología escandinava. Se dice que son trolls convertidos en piedra por ver La Luz del sol. Es, sin dudas, mi lugar favorito en Islandia. Que su paisaje y fisonomía sea tan diferente a todo, me gusta.
Moscú
Visitar Rusia es como entrar en un cuento y no querer salir nunca de allí. El país más grande del mundo, tiene en su haber kilómetros y kilómetros de historia, arte y cultura esperando para ser descubiertos. Cada día en Moscú te va a generar una curiosidad tan grande que vas a tener que regresar a saborear más de Rusia y sus encantos.
Que la inmensidad de sus calles frías por la helada del invierno no te acobarde a caminar por esta mágica ciudad. Siempre vas a poder refugiarte en el metro de la ciudad, que tiene una frecuencia impecable y funciona hasta la madrugada ininterrumpidamente; o en alguno de sus cafecitos para probar una honey cake y recuperar energías antes de continuar. Además, cada estación de metro tiene historia: te recomiendo dedicar unas horas de tu estadía a visitarlas y enloquecer con sus colores, monumentos y estilos diferentes.
En el centro de la ciudad se encuentra el símbolo de Moscú: la Plaza Roja, donde se puede visitar el Kremlin, el mausoleo de Lenin y la imponente Catedral de San Basilio y de Kazan.
Si te gustan las vistas panorámicas, a pocos minutos andando, se encuentra el Zaryadye Park, desde donde se puede apreciar la ciudad, el Kremlin y la Catedral, prácticamente sin gente.
Otra idea para resguardarse un poco del frío es visitar el Teatro Bolshoi, que fue inaugurado en 1824 y desde entonces se han representado en el miles de grandes espectáculos.
En Rusia vas a encontrar Iglesias Ortodoxas, Católicas y Mezquitas en cada ciudad que visites. La Catedral del Cristo Salvador es la iglesia ortodoxa más impactante: su entrada es libre y gratuita (solo se paga por subir a la terraza para ver la ciudad) y el único requerimiento es tapar los brazos y piernas antes de entrar.
Pekín
Pekín es una ciudad inmensa, con miles de barrios que recorrer y monumentos históricos para visitar. El invierno en China es la temporada baja, ya que el turismo local no suele moverse durante estos meses de temperaturas bajo cero, razón por la cual los precios de hoteles y atracciones suelen estar más económicos.
La visita a la Gran Muralla, una de las siete maravillas del mundo, es un imperdible en cualquier época del año. Actualmente, hay 3 secciones que se pueden visitar: Badaling, que es la zona restaurada y más popular por su cercanía a la ciudad. Mutianyu, que está a 90 kilómetros de Pekín y además de teleférico para subir cuenta con un tobogán para bajar de la muralla; gracias a esto, es una de las zonas mas visitadas por los turistas. Luego está la sección de Jinshanling, que por sus tramos complejos de más de 70 grados de inclinación, tiene el encanto de que se puede apreciar esta maravilla del mundo prácticamente sin gente. Además, es la zona menos restaurada de la muralla, pero sin dudas más hermosas.
Moverse por Pekín es muy sencillo: el metro funciona a la perfección durante todo el día y conecta la ciudad sin inconvenientes, para evitar larguísimas caminatas en una ciudad tan grande.
Además de visitar el Templo del Cielo y la Ciudad Prohibida, te recomiendo dedicar un día a caminar por los jardines del Palacio de Verano, donde vas a poder alejarte del ruido de la ciudad y disfrutar de la belleza de la cultura China a través de las vistas del Palacio y el silencio de los canales y puentes que visten el jardín.
Ahora bien, Pekín es también una ciudad vibrante, llena de centros comerciales, ferias de comida, pantallas de publicidad en la calle y colores vibrantes. La visita a los Hutong es la mejor forma de conocer a fondo la vida de la ciudad: caminar entre los callejones que componen el casco antiguo, que fueron construidos durante las dinastías Yuan, Ming y Qing, permiten que apreciemos un poco más a fondo lo que solía ser la forma de vida en comunidad de la población. Hoy en día quedan pocos Hutong para visitar, ya que en su mayoría fueron demolidos para reformar la ciudad.
Sur de España
Andalucía es tentadora por el sol constante que viste el Sur de España y por la vida que tienen sus calles, pueblos costeros y la historia poblada de palacios islámicos y catedrales cristianas que acompaña cada lugar. El turismo histórico se mezcla con las tardes de tapas, noches de flamenco y caminatas por la playa o la montaña, haciendo que cualquier estadía sea inolvidable.
Durante casi ocho siglos, Andalucía fue territorio islámico, y a diferencia del resto de Europa, en esa época tuvo un crecimiento cultural y económico muy importante que se aprecia y disfruta hasta hoy. En Granada, la Alhambra es el atractivo más impactante: concebida inicialmente como zona militar, luego se convierte en palacio y establecimiento del reino nazarí, forjándose finalmente como ciudad amurallada. Hoy en día se pueden visitar La Medina, jardines, Mezquita y varios Palacios que la conforman. Además de este emblemático lugar, Granada es famoso por El barrio del Albaicín, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984, y conserva la esencia de su pasado árabe.
En Sevilla es ideal disfrutar del flamenco y la música que invade las calles de la ciudad y te invita a pasar largas horas tapeando y disfrutando de la noche de Andalucía.
Durante el día hay varios sitios históricos que conocer: en la Alameda de Hércules, encontramos el jardín más antiguo de Europa, que al día de hoy sigue siendo un punto de encuentro para los artistas de la ciudad.
Uno de los espacios más impactantes de Sevilla es el Real Alcázar, que fue elegido por diferentes civilizaciones como centro de poder y es el palacio real más antiguo de Europa. Otro destino imperdible: Plaza España, donde no solo te vas a enamorar de su imponente estructura y luminosidad, sino que vas a poder disfrutar de diversos espectáculos de flamenco a lo largo del día.
La frutilla del postre en cualquier visita por Andalucía es Córdoba: famosa no solo por la Mezquita-Catedral y el Alcázar - símbolos de la ciudad - sino también por sus patios, que son herencia de las casas islámicas y representan la forma de vida cordobesa a través de vestir los patios y balcones de las casas con rejas, arboles y flores.
Lisboa
La ciudad de la luz no se apaga durante el invierno europeo. Esto permite disfrutar de largas caminatas por el barrio de Baixa, para descubrir el centro histórico de la ciudad a través de su calle principal Rua Augusta y conectar el Arco Monumental con el río Tajo y la Plaza de Comercio, que tiene una de las vistas más hermosas de Lisboa y sus colores vibrantes. Desde aquí, se puede caminar hacia la Rua Conceiçao para seguir la línea del famoso Tranvía 28 y subir al Castelo de Sao Jorge.
Perderse entre las calles empedradas y cuesta arriba del Barrio Alto de Lisboa, es una forma de encontrarse con el alma joven y vibrante de esta ciudad, ya que es una de las zonas con más vida nocturna. Y, para conocer la cuna del Fado, nada mejor que pasar el atardecer en el barrio de Alfama, y apreciar desde el mirador das Portas do Sol, la caída del sol.
Además de su centro, Lisboa es visitada por su cercanía a Sintra y Belem, dos joyas que no pueden quedar de lado en una visita a la capital portuguesa. Belém se encuentra a pocos kilómetros de Lisboa, también en la orilla del Río Tajo. Los monumentos más populares para visitar aquí son la Torre de Belem, el Monasterio de los Jerónimos y el Monumento a los Descubridores.
La visita no puede finalizar sin frenar a descansar en la fábrica de los pasteles de Belem; una de las especialidades típicas de la repostería portuguesa, que hacen a esta ciudad aún más popular.
En 1995, Sintra fue declarada Patrimonio de la Humanidad, luego de haber sido residencia de los nobles portugueses por su increíble entorno natural. Se puede llegar en tren desde Lisboa, y tiene muchos sitios para ver, por lo cual es recomendable dedicarle quizás más de un día para disfrutarla a pleno.
Dentro de los atractivos se encuentra el Palacio da Pena (que fue residencia de los reyes de Portugal y mezcla diferentes estilos de arquitectura), el Castelo dos Mouros, con grandes vistas desde lo alto; y la Quinta da Regaleira, una finca que además de un palacio, cuenta con un jardín laberinto lleno de cuevas y encanto.
Nueva York
La gran manzana es una tentación para disfrutar sin importar si hay un temporal de nieve o el sol raja la tierra en verano, es una ciudad con actividades para divertirse los 365 días del año.
Entre octubre y abril, se instalan pistas de patinaje sobre hielo en diferentes puntos de la ciudad: en el Bryant Park, Rockefeller Center y Central Park son las más populares para disfrutar al aire libre durante el invierno y deslumbrarse con decoración impactante que viste Nueva York durante diciembre para celebrar fin de año y navidad.
La gran manzana te invita a caminar sin parar. Podes arrancar el día en Little Italy comiendo unas buenas pastas en Mulberry Street - donde se encuentran todos los restaurantes y cafeterías del barrio - para terminar descansando en los cafecitos del Soho o disfrutando de mirar un buen partido de xian qi una tarde en el Columbus Park del Chinatown.
Brooklyn es sin dudas uno de mis barrios favoritos: cruzar el emblemático puente que lo separa de Manhattan es una experiencia en sí misma. Al cruzar el puente, es ideal pasar el día caminando por Dumbo, a orillas del East River. En este barrio podemos encontrar vistas maravillosas del Brooklyn Bridge y de Manhattan; pequeñas y hermosas librerías, y un circuito gastronómico imperdible.
Si no querés estar mucho tiempo afuera y preferís resguardarte un poco del frío de la ciudad, aprovechá a pasar tus tardes en museos como el Moma, Metropolitan Museum of Art (MET) o Guggenheim. Otra buena opción es ver el atardecer desde el observatorio del Empire State o Rockefeller Center y terminar el día en el Time Square, para disfrutar de las mejores obras de Broadway.
¿Te gusta pasar tiempo al aire libre? No te pierdas de caminar por la Highline, las vías de tren que atraviesan los barrios de Meatpacking District, Chelsea y Hudson Yards. Fueron recuperadas para transformarse en un parque abierto al público bajo la perfecta combinación de arte y naturaleza.