Estiman que es el pionero en el mundo, pero seguramente, considerando que la búsqueda de relax es tendencia mundial, no será el último. El aeropuerto de San Francisco logró contrarrestar el tiempo muerto que usualmente se pierde entre vuelo y vuelo, y combinarlo con una técnica milenaria que ayuda a relajarse y además, a preparar el cuerpo para varias horas en un avión. La disciplina no podría ser otra más que el yoga.
La propuesta del aeropuerto, en su renovada Terminal 2, es un Yoga Room, un espacio de 14 metros cuadrados donde se realizan las prácticas fuera del bullicio.
El ambiente es perfecto y logra transportar al usuario muy lejos de la terminal aeroportuaria: paredes espejadas y acustizadas, luces bajas y cálidas, y hasta mantas y sillas diseñadas para hacer los ejercicios.
Las reglas son simples: hay que ingresar descalzo, en silencio absoluto, y celulares y comida están terminantemente prohibidos.
La idea, explicaron sus creadores, nació de la sugerencia de un pasajero. El uso del espacio está permitido para cualquiera que esté en tránsito en el aeropuerto de San Francisco y tenga su ticket de a bordo a mano, además de ganas de meditar y escaparse de la vorágine del mundo de los vuelos por un rato.