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Una tierra colorada se muestra sin vergüenza

Travesía: toda la magnitud del trópico que se interna por los ríos para intimar con una naturaleza generosa, que no quiere extinguirse en sus especies animales.




FORMOSA.- Hay mucho para describir y explorar en esta provincia del Nordeste donde se están empezando a armar programas de turismo de aventura para conocer algunos de los más preciados recursos turísticos formoseños, su abundante oferta de ríos, riachos y bañados, hábitat de numerosa y variada fauna.
Los riachos dan paso a la magnífica selva en galería que caracteriza a la región chaqueña oriental o húmeda y a los tupidos palmares que se reflejan en el espejo de agua.
Para quien se anime a realizar un itinerario no convencional existe un programa de travesías náuticas tomando como base la ciudad de Formosa y recorriendo poco más de 20 kilómetros por ruta hasta llegar al punto de partida, el riacho Timbó Porá.
Este sitio, que constituye un lugar poco conocido aun por los habitantes capitalinos, es un increíble reservorio de flora y fauna que se presta para todo entusiasta de la observación de la naturaleza, la fotografía y la ecología.

Hallazgo

Existen en esta zona mayores posibilidades de ver especies de la fauna que en otros lugares permanecen ocultas o a las que sólo se les descubren huellas o rastros. Para favorecer la observación se emplea una piragua, embarcación que asegura un desplazamiento silencioso.
Entonados con mate y unos chipá preparados con harina de mandioca, una buena manera tradicional de comenzar el día y una aventura por tierras formoseñas, se aborda la piragua no olvidando llevar debajo del abrigo ropa liviana porque, si bien puede hacer frío en invierno y parte de la primavera, de día en esa época se registran normalmente temperaturas templadas a cálidas.
El Timbó Porá es un curso de agua ideal para remar a ritmo tranquilo, con todo el tiempo para disfrutar de lo que depara la naturaleza. Los espectadores seguros son los monos carayá que suelen hamacarse en la ramazón y emitir chillidos que resuenan en la pared vegetal.

Encuentros cercanos

Varias especies que habitan el Timbó Porá se encuentran en disminución: no es difícil avistar el mono mirikiná, a las tropas de carpinchos, el roedor de mayor tamaño del mundo, los yacarés negro y overo echados al sol, el escaso lobito de río saliendo de su cueva, movedizos coatíes en las arboledas, el osito lavador o mayuato mojando su comida, los ágiles saltos de las corzuelas. También puede percibirse en el ambiente la presencia del puma, del gato montés, la onza, y el tapir.
Las aves forman parte de la compañía de todo el viaje y son ejemplo de la riqueza faunística regional; abundan tucanes, el biguá víbora, cigüeñas, garzas, chajaes, el pato picazo, el chiflón, cardenales, el martín pescador, el caburé, el carpintero.
Sin dejar de remar se bordean embalsados las increíbles islas flotantes donde crecen hasta árboles: adentro están habitadas por diversa fauna y se desplazan cambiando de lugar constantemente. Cerca de las orillas crecen enormes irupés o platos del agua, una de las maravillas de la flora tropical.
El almuerzo de los expedicionarios se realiza descendiendo a un palmar de caranday, y la travesía continúa luego hacia el río Paraguay, donde desemboca el Timbó Porá, para llegar hasta el riacho Pilagá, que posee un área de camping.
Alicia Terradas

    La naturaleza desborda el Pilcomayo

    Reducto de vida: una porción de tierra formoseña que constituye un verdadero paraíso natural compuesto de esteros, ríos e islotes de monte.
    FORMOSA.- La mayoría de las áreas naturales de nuestro sistema de preservación nacional se hallan situadas sobre las diversas fronteras. El Parque Nacional Río Pilcomayo está situado en la viboreante línea divisoria con el Paraguay.
    Sinuoso es su límite como inquietos son sus habitantes, hasta sus celosos guardianes, guardaparques empeñados en cuidar el área. A tal punto cumplen con su mandato, o más bien, vocación que merecieron un reconocimiento mundial.
    El parque del Pilcomayo trasciende por la protección de especies. Es uno de los humedales de mayor importancia del planeta, tal como se consignó en la Convención Ramsar de 1971.
    El área de la laguna Blanca, el estero Poí, y otras zonas bajas que los rodean, dentro del parque, son muy significativas en términos ecológicos, botánicos, zoológicos y, sobre todo, como hábitat y zona de procreación y nidificación de decenas de especies silvestres, especialmente ves acuáticas.
    En el país, sólo la laguna de los Pozuelos, en Jujuy, y la laguna Blanca, en Neuquén, han recibido, entre los humedales de baja profundidad, tan valiosa calificación en la función de protección de especies vivientes.

    Vida silvestre

    El parque tiene tres caminos de acceso, pero uno de ellos, desde la localidad formoseña de Naickneck sobre la ruta 86 que parte de Clorinda, conduce al área recreativa y a la laguna Blanca.
    Lo primero con lo que uno se topa al pisar el lugar es la buena disposición y franco diálogo que muestran los guardaparques con los visitantes. Felices de recibir visitas, advierten que el área de camping, agreste y con mínimos servicios pero en óptimas condiciones de parquizado e higiene, es gratuita y accesible para todo público.
    En el Parque Río Pilcomayo, se pueden recorrer las pasarelas y atracaderos que cruzan la zona de laguna Blanca, desde donde se avistan numerosas especies. Los guardaparques son los encargados de velar por la preservación de la fauna autóctona
    Según manifiestan dos de sus nueve protectores, el actual jefe Hugo García Paz y Sergio Arias, entre mayo y fines de septiembre hay un clima más soportable y agradable para concurrir al parque; aunque, en ese tiempo, los animales están aletargados, pasmados por el frío.
    Pero cuando el calor aflora y el ambiente se pone más pesado, menos tolerable, agobiante y con nubes de mosquitos, es el momento en que la vida del parque se potencia, recobra su ritmo de vida más intenso y cuando los amantes de la observación de especies advierten su plena ufanía.

    Convivencia ambiental

    El Parque Río Pilcomayo, con cuatro décadas y media de vida, se halla enteramente dentro de los límites de Formosa.
    Pero su bioma pertenece, dado su ecosistema, a la provincia chaqueña, dominante en todo el norte central de la Argentina, extensas zonas de Bolivia, Paraguay y una pequeña franja del Brasil.
    Las tierras del parque son muy bajas e inundables. Gran parte de su territorio está cubierto por esteros como el Poí, el Zanjita o Catalina, pero también hay frondosos montes (ambiente que se distingue de una selva por su menor variedad de especies, aunque con una mayor presencia de cada una de ellas) poblados de quebrachos colorados, blancos, mistoles o lapachos, así como extensos palmares.
    Una de las rutas interiores lleva hasta el río Pilcomayo, límite norte del parque, solamente si no hubo lluvias de consideración. El mismo camino atraviesa previamente la seccional Estero Poí, donde se permite acampar, y la seccional Guardaparque Ricardo Fonzo, 15 kilómetros antes del Pilcomayo.
    La laguna Blanca, próxima del área recreativa y al camping, está rodeada de 700 hectáreas con mucha vegetación acuática. Sin embargo, un sistema de pasarelas y elegantes atracaderos hace posible vivirla en toda su intensidad. Un mangrullo, al borde de la misma, es el sitio ideal para vivir, sentir, oler y escuchar atardeceres inolvidables, seguramente con alguna de las más de 300 especies de aves cruzándose por delante un sol incandescente.
    Andrés Pérez Moreno

    Protegidos

    El símbolo del Parque Nacional Río Pilcomayo, el aguará guazú, es una de las especies de animales que necesitan de la protección que recibe por encontrarse en riesgo de extinción, ante la disminución de su hábitat.
    Pero no es el único. Dentro de los límites del parque,que no sufre casi problemas de furtivismo, se ven huellas del tigre yaguareté y del puma.
    Aunque todos ellos deben compartir el hábitat con otros seres como el oso hormiguero, el pecarí, el oso melero o los monos aullador y carayá, que son muy fáciles de ver por la confianza que manifiestan frente al hombre.
    Lo que también es común de observar son los termiteros, las viviendas de las termitas que se desarrollan en el suelo o en los troncos de los árboles, los que vulgarmente son denominadas tacurúes.
    Navegando por el Río Pilcomayo en silenciosas piraguas se puede observar mejor la autóctona fauna formoseña
    Fotos: Andrés Pérez Moreno

    Información

    La Casa de Formosa en Buenos Aires atiende en los teléfonos 381-7048/2037.
    También puede consultar en la Intendencia del Parque Nacional Río Pilcomayo, (0718) 70045.
    Fredy Iznardo, guía de turismo aventura, asesora a los amantes de esta forma alternativa de visitar la región en el teléfono (0717) 20780.
    En Capital Federal también puede obtenerse información útil en la Administración de Parques Nacionales, ubicada en la Avenida Santa Fe 690. Teléfonos: 311-0303/8294.

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