Bueno, ayer después de la psicóloga nos fuimos con Nico a tomar un café, que se estiró un rato más, así que llegamos a casa medio ya para comer e irnos a la cama. Moría por contarles, pero realmente a esa hora ya no me daba la cabeza.
La cosa es así: Luján, aparentemente, tiene ciertos comportamientos que cuadran en una niña hiperactiva y con déficit de atención. De todas formas, no es muy determinante su comportamiento, dado que tiene otras conductas que sol lo opuesto a las de un chiquito con ADD.
Por ejemplo: mira una peli, casi entera, o dibuja 100 mil criculitos, pero todo lo hace moviéndose. Si está en la tele, entonces ves que no deja quietas las piernas. La mirá, sí, pero sin dejar de moverse. Si dibuja, se para y se sienta, se para y se sienta. Sin parar.
Lo que la psicóloga recomendó es comenzar con dos cosas: una terapia tendiente a conductista, con nosotros participando una vez por mes, y una serie de estudios neurológicos para ver qué pasa a nivel fisiológico.
Empezamos este jueves, y la primer instancia no debería durar más de 12 a 16 sesiones.
Nos fuimos TAN aliviados y contentos. Tomamos 4 cafecitos, los disfrutamos y hablamos de mil cosas triviales.
Llegamos a casa y vimos a nuestros tres chicos felices, comiendo con mi madre, en el piso arriba, mirando qué? sí, UP! (o down?).
Nos fuimos a dormir.
Empieza un nuevo capítulo, pero está vez tiene nombre.
Estamos buscándole el apellido nomás.