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Viajar sin city tour ni room service

Michelin presentó las guías Like a Local, para moverse por otro país como un local




¿Cómo viajás cuando viajás? ¿Contratás un city tour, comés en el restaurante del hotel -o tal vez prefieras el room service- y comprás los suvenires en el aeropuerto?
Si la respuesta es sí, entonces es hora de que viajes como un local.
Así interpela Peter Greenberg a su audiencia durante el lanzamiento de la serie Like a Local, cinco guías de viaje publicadas por la firma Michelin, y que la semana última se presentaron en Nueva York.
La centenaria empresa de neumáticos se asoció con Greenberg, editor de viajes de la cadena CBS News y un gurú en esto de recorrer el mundo, para editar las guías, que tienen a Buenos Aires entre uno de los cinco destinos elegidos para conocer como un porteño más (los otros son Caribe, Cuba, Miami y Nueva Orleáns).
La publicación -que hasta ahora sólo está en inglés- también contó con el apoyo del Instituto Nacional de Promoción Turística (Inprotur), con cuyo asesoramiento se logró codensar, en 270 páginas, los lugares más recomendados de la capital argentina para comer, pasear, visitar e involucrarse en las actividades culturales que hacen el día a día de los porteños.
Y para quienes se preguntan por qué un norteamericano sabe tanto o más que un porteño sobre Buenos Aires, la respuesta es que no se trata de cualquier norteamericano. Nadie como Peter Greenberg para viajar como un local. Desde hace dos décadas, el carismático periodista recorre 640.000 kilómetros al año, y el hecho de que prácticamente viva arriba de un avión ("Mi casa es el asiento 3 B", bromea) no invalida otro factor: ha estado al menos 60 veces en Buenos Aires (y otras tantas en provincias como Mendoza), y cada vez que viene le saca jugo hasta a las piedras.
Basta echar una ojeada a la guía para comprender que el hombre sabe de lo que habla. Desde las fondas más insospechadas hasta las milongas que sólo los entendidos del tango pueden llegar a conocer, pasando por la Feria de Pájaros de Pompeya o el Museo de Armas de la Nación, dónde comprar entradas para la cancha a buen precio, qué significan che y boludo , o cuáles son las actividades gratuitas que se pueden hacer en la plaza San Martín, Greenberg parece conocer prácticamente todos los secretos de la ciudad.
"Decime: ¿quién sabe más acerca de una ciudad?", dispara en una entrevista con La Nacion, poco antes de la presentación de las guías en los cines del muy de moda barrio de Tribeca.
"Las mucamas", se apresura en contestar, y continúa: "Conocen los vecindarios y manejan todo tipo de información, pero nadie se toma la molestia de hablar con ellas. Lo mismo con los bomberos, que conocen la casa de todo el mundo". (N de R: Greenberg es bombero voluntario en Nueva York, ciudad donde tiene casa además de California, Londres y Bangkok. "También estuve a punto de comprarme una casa en el Delta", revela.)
"Generalmente odio las guías de viajes -aclara- porque suelen estar desactualizadas para cuando salen, y porque son lo más parecido a panfletos impresos en papel brillante.
"Pero en este caso se trata de plasmar experiencias genuinas, que se logran básicamente entablando conversaciones con la gente local."
¿Qué es lo que no le gusta de Buenos Aires?
"Lo único malo es que tuve que pagar US$ 131 por pisar suelo argentino (a causa de la tasa de reciprocidad), lo que a uno le hace sentir que no es bienvenido, pero eso es enteramente culpa de Estados Unidos."
A propósito de sentirse bienvenido, Greenberg comparte una anécdota que le sucedió en Buenos Aires allá por fines del 92, cuando el hotel Four Seasons todavía era el Hyatt.
"Yo estaba alojado en una de las dos únicas habitaciones con balcón, y bajo mi ventana se agolpó una multitud de chicas eufóricas que agitaban banderas y gritaban para que me asomara. Pero no era a mí a quien esperaban, sino a Axel Rose (líder de Guns N' Roses), que estaba hospedado en la habitación contigua, es decir, en el otro balcón."

El muñeco que recorre el mundo

La primera guía Michelin se publicó en 1900, cuando la empresa del famoso muñeco rechoncho (que supuestamente se creó con gomas apiladas unas sobre otras) se comprometió a mejorar la movilidad de sus clientes no sólo fabricando neumáticos, sino también brindando información útil para el viaje.
Más de un siglo después de aquella primera tirada de 35.000 ejemplares –gratuitos hasta 1920, cuando André Michelin comprobó indigando que un vendedor usaba las guías para ajustar las patas de un banco– Michelin vende hoy 2,5 millones de guías en todo el mundo, abarcando unos 540 países y regiones, y 11 idiomas en total (aparte, los sitios Web www.michelin-travel.com y www.viamichelin.com registran 20 millones de conexiones por año).
Así, para sus guías Green Guides y Must See, la firma francesa envía equipos de escritores y expertos a lugares de todo el mundo con el fin de investigar, identificar y verificar la información publicada.
A través de sus dibujitos o pictogramas, el lenguaje internacional de Michelin también ha ido evolucionando: de aquellos que anunciaban la disponibilidad de agua fría o caliente, electricidad, televisión o teléfono en las habitaciones se pasó a los que resaltaban la posibilidad de pagar con tarjeta de crédito o de reservar una habitación para no fumadores. Hoy, los pictogramas indican si un hotel dispone de conexión Wi-Fi o de spa, entre otros servicios. Habrá que ver qué ilustrarán en el futuro

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