PUCON.- Sobre el cono blanco del volcán Villarrica, un humo tenue pero constante revela que donde hubo fuego..., cenizas quedan. Rey del paisaje que rodea el lago del mismo nombre, entre bosques de araucarias y vertientes termales, el Villarrica es el segundo volcán más activo de Chile.
En el corazón de la Araucanía, o IX Región, forma parte -como el Llaima, que arrojó fumarolas y llamas en los primeros días de enero- del Anillo de fuego del Pacífico , es decir, el cinturón de volcanes formado en esta parte del mundo por la fuerte, aunque no siempre visible, actividad magmática terrestre. En invierno, el paisaje es blanco y el Villarrica presta sus laderas a un centro de esquí. Pero las estaciones más cálidas son momentos perfectos para conocer una auténtica curiosidad, única en América del Sur: la visita al interior de una cueva volcánica, formada por una antiquísima erupción.
Linternas en mano
El parque Cuevas Volcánicas, que incluye un centro de información vulcanológica, está en las afueras de Pucón, al pie del Villarrica, en medio de un bosque nativo que incluye desde árboles de más de 2000 años hasta renovables de apenas 60. Son las cenizas volcánicas periódicamente expulsadas por el volcán las encargadas de fertilizar estas tierras, aunque a la vez representan una amenaza, sobre todo para Pucón, principal ciudad turística de la zona (donde es fácil distinguir en las avenidas principales las líneas verdes pintadas para indicar las vías de evacuación en caso de una erupción del Villarrica).
El descenso sólo puede hacerse junto con los guías especializados del parque, y conviene tener en cuenta que incluso en pleno verano la temperatura bajo la tierra es bastante fría. "Vamos a ingresar -explica la guía del complejo, a las puertas del agujero negro que se abre a los pies del grupo de turistas- en un río de lava formado hace unos 2000 años, una antigüedad sólo estimada porque no se puede medir con carbono 14."
Se avanza lentamente, a la luz de las linternas, pisando con cuidado porque el piso tiene desniveles no siempre perceptibles, mientras continúa la explicación: "La superficie de la lava se enfría, pero debajo la lava nueva corre y libera gases, que rompen la costra del túnel y, al ingresar oxígeno, permiten que se solidifique". El fenómeno no es único, sino frecuente en todos los volcanes, pero la única cueva volcánica habilitada para ingresar en esta parte del mundo es justamente esta que alcanza los 250 metros de largo y permite descender hasta 35 metros.
Dentro de la cueva hay grillos y arañas, y rara vez murciélagos, debido a las bajas temperaturas (aunque no se forma hielo). Paso a paso, se avanza y se descubren las distintas formaciones, el musgo y, sobre todo, una curiosidad: el mousse de chocolate , como se conoce a una parte de la roca en el sector central de la cueva, debido al color marrón brillante y la suave textura de las paredes.
Hacia el final llegamos a la llamada cueva del Puma, donde los ojos -ya más acostumbrados a la oscuridad- permiten divisar en la piedra la silueta agazapada del animal..., al menos, con un poco de imaginación.
Más allá, la cueva continúa unos 26 metros, no habilitados debido al exceso de material suelto. Hasta aquí llegamos, entonces. Pero antes de emprender el regreso, la guía querrá hacernos probar otra experiencia. Se cierran los ojos, se apagan las linternas y lo que nos rodea es la más absoluta de las oscuridades. A las primeras bromas y exclamaciones de sorpresa sigue, sin embargo, un profundo silencio: es el momento en que se comprende la absoluta soledad de estas profundidades y la imposibilidad de orientarse para salir sin un mínimo de luz: tal vez por eso, cuando vuelven a encenderse las linternas se percibe un tímido, pero firme suspiro de alivio. Los pies se dirigen nuevamente hacia la salida y pocos minutos más tarde se volverá a ver, allá en lo alto, la luz al final del túnel que marca el fin de la aventura volcánica.
Datos útiles
- El parque Cuevas Volcánicas se encuentra a 14 kilómetros de Pucón (aproximadamente, media hora de recorrido). Tel.: (56 45) 442002. Se realizan desde aquí también excursiones de trekking, de entre una y seis horas, y salidas en todoterreno. El costo promedio de las excursiones es de 12.000 pesos (unos 20 dólares).
- Fuera de la cueva, sobre la lava depositada por otro volcán, el Arenal, los guías del parque realizan la simulación de erupción fumarólica. El humo y las luces rojas crean una excelente ilusión, en tanto son auténticos los ríos de lava que permiten reconstruir el alcance de la erupción.
- Abierto todo el año, de 10 a 19. La excursión se recomienda para adultos, aunque pueden participar niños con supervisión.
- Llevar abrigo y calzado antideslizante.
Por Graciela Enríquez
Para LA NACION
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