Viajes para intrépidos

Hay lugares donde los mapas no llegan, pero sí las 4x4 con circuitos ideales para aventuras y emociones

17 de julio de 1998

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Los frenos no responden; el embrague, apenas; el camino es cada vez peor, y el nerviosismo aumenta entre los ocupantes del vehículo. El conductor de la 4x4, con la experiencia de muchos años y el entusiasmo del primer día, no se altera y asegura a sus compañeros de ruta que no habrá inconvenientes más serios para llegar a la meta. En el interior de la camioneta todo está desordenado e incluso cubierto de tierra. La escena es inquietante y podría corresponder a una película, pero en realidad forma parte de algunas de las vicisitudes habituales de una travesía realizada en este tipo de rodados, fuertes y robustos. Al final, está todo bien y queda para los protagonistas el recuerdo de una experiencia intensa e inolvidable en medio de los Andes. Estas travesías forman parte de un vasto y tentador programa para quienes les guste vivir las emociones del turismo de aventura.

En casi todo el país, muchos circuitos y de distinta clase (montaña, arena, barro, etcétera) brindan la posibilidad de sentirse protagonista de una expedición de este tipo, como esas que se se ven en los avisos publicitarios.

Cuenta con el valioso aditamento de acceder a lugares a los que es prácticamente imposible llegar por medios convencionales. Y de paso, hacer turismo conociendo lugares y costumbres. Solamente se necesita una buena dosis de espíritu aventurero, además de adoptar una serie de recaudos para evitar problemas en el camino hacia la meta.

Obviamente estos poderosos vehículos, cuyo simple aspecto da la impresión de asegurar emociones fuertes, requiere de un piloto adiestrado para conducir. La experiencia de conducir estos rodados con tracción integral en las cuatro ruedas no alcanza, y muchas veces el piloto necesita un curso especial previo para encarar la travesía. Según el circuito, con vehículo propio o ajeno, el costo varía y en general no resultan muy económicos. Puede durar varias horas, incluso varios días y, por lo tanto, el sentido de solidaridad y el adecuado espíritu de convivencia del equipo es imprescindible. Tan imprescindible como contar con un malacate, eslingas, planchas, palas, etcétera, esos elementos indispensables para sacar de su estancamiento en el terreno a un vehículo.

Los programas son múltiples y en estas páginas presentamos algunos de ellos. Un viaje desde Humahuaca hasta Iruya, en el norte andino; otro por los saltos del Moconá en la selva misionera, y varios recorridos cortos por las sierras en el Valle de Calamuchita, Córdoba. Completan esta presentación sendas travesías por el sur argentino; el cerro Aspero, en Córdoba, y un circuito entre Puerto Porvenir y Puerto Arturo, en Chile.

Por Julio Aguirre Chaneton

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