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Villa María con estilo señorial

La antigua estancia ubicada en Máximo Paz abre la tranquera para mostrar todo el esplendor de la belle époque.




E s, sin duda, la más grande estancia ubicada a las puertas de Buenos Aires, con 1400 hectáreas, a medio centenar de kilómetros del Obelisco. Su cercanía está reflejada en un dato curioso: el teléfono del casco se pulsa sin aditamento de larga distancia. Y no sólo eso, también es uno de los pocos establecimientos de campo que goza de pavimento hasta la tranquera, una media calzada de hormigón que le llegó en los tiempos del gobernador Manuel A. Fresco. Sin entrar a considerar apresuradamente la belleza del conjunto arquitectónico de su casa principal, resuelta en tres plantas de estilo Tudor con reminiscencias normandas y tres mil metros cuadrados de superficie, es la nobleza de los materiales empleados por Alejandro Bustillo -el arquitecto que la diseñó- lo que le prodigó el mayor acierto: ser el casco naturalmente mejor conservado entre sus iguales.
Bustillo construyó ese casco entre 1923 y 1927 para Celedonio Pereda, el médico que resignó su carrera por atender los emprendimientos ganaderos que lo llevaron -también en Lincoln y Trenque Lauquen- a conseguir el mejoramiento de ganados bovinos y ovinos. Pereda también se preocupó por ayudar al Instituto del Cáncer, a hospitales, academias y hasta ayudó a erigir la parroquia de Máximo Paz, la población bonaerense que denominó la calle principal, que da con la tranquera de Villa María.
Finalmente, el establecimiento agrícola-ganadero pasó -hace poco más de un año- a su destino turístico por decisión de Eleonora Nazar Anchorena, que vive en el lugar y dedica quince habitaciones para el hospedaje, además de consagrarse a grandes eventos.
Aunque no se dispone de los datos respecto de lo contemporáneo que resultaron los trabajos de Bustillo con los del paisajista Charles Thays -responsable de las 74 hectáreas de parque con más de trescientas especie botánicas-, es cierto que el arquitecto que alumbró el Llao Llao y también el edificio central del Banco de la Nación, entre otros, trabajó en este caso con una libertad menos esclava del estilo y deliberadamente volcada al lucimiento del entorno.
Un lago artificial y la imponencia del perfil del casco, en su fachada principal que mira hacia el Este, provocan a los fotógrafos. En las inmediaciones luce la piscina, y es posible encontrar bancos con respaldo, íntegramente de mármol de Carrara, el mismo material que fue usado para florones, un antiguo aljibe, el querubín de una fuente y una estatua que eterniza a una joven campesina.
La piscina también tiene una ubicación privilegiada, y cualquier vigía que toma té y permanece de tertulia bajo la galería tapizada por una enredadera perenne que mira al Norte puede atisbar las zambullidas.
La estrategia del diseño -de casa principal y bosque- permite que las visitas, apeadas de los rodados, accedan por un sendero boscoso y abovedado, desde el Sur. Los árboles protegen de los vientos fríos de ese cuadrante y también dejan descubrir la maravilla progresivamente.

Caballos y tenis

Más allá están las caballerizas, desde donde se pueden emprender las cabalgatas (hay buenos caballos), y más cercana luce una cancha rápida de tenis.
Las salas están engalanadas con muebles de época, y el dormitorio principal de la planta alta tiene un mueble empotrado que al abrirse resulta un pequeño oratorio -que seguramente usó María Girado de Pereda. En todos los casos, los ventanales brindan paisajes serenos, con arboledas que lucen hasta ocho tonalidades diferentes de verde. Una sala de música, pequeña, abovedada, envuelve un piano de cola bajo láminas nervadas y la reverberación de un vitraux.
Cuenta con un comedor señorial, una sala de juegos de estilo inglés, con billar, y la presencia cazadora de armas, cornamentas y trompas de cacería. Las armas son reliquias con más de dos siglos de sosiego y se mantienen ajenas a alguna estatua tan colorida como conventual, pero no tan armónica como los verdísimos ombúes de García Uriburu, aprovechando el mejor lugar para lucirse: en un ancho descanso de la escalera de piedra.
Como anexo funciona una casa de huéspedes, y también se aceptan requerimientos y reservas de lo que en la terminología del turismo de estancias se llama día de campo.
Francisco N. Juárez

Datos útiles

Reservas
964-2511
Estancia: 234-9289
A Buenos Aires: 55 kilómetros
Habitaciones: 15 (9 con baño privado)
Casa principal: 8 habitaciones
Casa de huéspedes: 7
Capacidad: 22 hospedados
Tarifas
  • Día de campo: 120 pesos por el día
  • Huéspedes con pensión completa
Para 2, en casco principal, 425 pesos
Idem en casco huéspedes, 370 pesos
Mesa tendida
En el rubro comidas se incluye desayuno, almuerzo y cena, además de las bebidas (vinos reserva). Entradas: jamón con melón, ratatouille, torta de panqueques, huevos hierbados y escabeches. Plato principal: carré de cerdo con salsa de mostaza y puré de batatas, colita de cuadril con arroz blanco y verduras glaseadas, roast-beef con papas a la crema, lasagna a la boloñesa, arrolladitos de pollo con salsa de puerros, y fricasé de pescado y mariscos con arroz blanco. Postres: tiramisú, aspic de frutas, panqueques con dulce de leche y postre Pavlova (merengue, crema y frutas fileteadas), entre otros.
Cómo llegar
Por la autopista Riccheri -A002- con peajes (2 pesos y luego 0,70) hasta puente uno, por la autopista de acceso a la ruta nacional 205, y salida del nuevo derivador hacia Cañuelas.
Por la ruta nacional 205 se sigue hasta la entrada a Máximo Paz, que se toma hacia la izquierda, previo aviso de giro y estacionamiento breve en la chicana de giro (a la vista, sólo un viejo almacén esquinero).
Por la avenida Pereda se cruza Máximo Paz y se sigue por la media calzada hasta la tranquera. Resulta inútil ingresar sin estricta reserva y el correspondiente aviso a los responsables del establecimiento.

Otros cascos que dejan huella

  • La Bamba. Otra de las pioneras en el turismo de campo. Cerca de San Antonio de Areco, a 120 km de Buenos Aires (reservas por el 742-5112 y 0326-98167). Casco colonial con mirador; 250 hectáreas, 12 habitaciones y 125 pesos (hospedaje y pensión completa).
Día de campo a 70 pesos. Piscina y caballos. Hay pertenencias de Rivadavia, de Pueyrredón y de Roca, y fue requerida para escenas de films (Camila) y de televisión.
  • Juan Gerónimo. Cerca de Verónica y de la bahía de San Borombón, a 165 km de Buenos Aires (reservas por el 804-0554, 15-937-4326 y 0221-81313). Casco frente a laguna artificial, en parte reserva de la Unesco, cuatro mil hectáreas, parque de 110 ha.
Tiene 11 habitaciones, y cuesta 150 pesos por hospedarse con 4 comidas. Día de campo a 75 pesos. Perteneció al banquero Tornquist. Caballos, carruajes, piscina, salida al mar.
  • Dos Talas. En Dolores, a 208 km de Buenos Aires, 1500 ha que pertenecieron a Pedro Luro. Con dos magníficos cascos de 1858 y 1893, respectivamente (reservas por el 0245-3020 y 7502). Tiene laguna natural, piscina y un parque de 50 ha (diseñado Charles Thays). Concentró mucha actividad cultural y tiene una biblioteca de 3500 volúmenes. Hospeda con cuatro comidas por 120 pesos (día de campo a 60 pesos).
  • San Ceferino. Se distingue por la atención, tiene pavimento en la tranquera sobre la ruta provincial 6. (Reservas por el 963-3723 y 0322-91460.) En Open Door, a 70 kilómetros de Buenos Aires, con 18 habitaciones a 160 pesos por el hospedaje con 4 comidas; día de campo, 90 pesos. Tiene piscina, tenis, caballos y muy buenos carruajes.
  • La Mamaia. En Ranchos, a 120 kilómetros de Buenos Aires, con casco moderno y 1000 hectáreas de una superficie mayor que perteneció a Eduardo Campomar (reservas por el 744-0088 y 0241-24023). Tiene una buena piscina, caballos y carruajes, 4 habitaciones para hospedarse con cuatro comidas a 120 pesos y el día de campo, a 60 pesos.
  • El Ombú. Cerca de San Antonio de Areco, a 118 km de Buenos Aires, con casco estilo italiano, perteneció al general Pablo Riccheri (reservas por el 793-2454 y 0326-92080).
Dispone de 6 habitaciones y cuesta 125 pesos para hospedarse con cuatro comidas; día de campo a 65 pesos. Tiene piscina, tenis, caballos.
  • La Horqueta. A 121 km de Buenos Aires y cerca de Chascomús, está a orillas de la laguna Vitel (se hacen reservas por el 15-412-0269). Perteneció a un médico pionero de Chascomús y hospeda, con cuatro comidas, por 120 pesos (día de campo a 65 pesos). Ofrece cabalgatas, piscina, paseos y pesca en la laguna de 1500 hectáreas.

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por Redacción OHLALÁ!


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