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Agotamiento maternal: por qué es clave hablar del burnout

Evangelina Cueto, la pediatra detrás de la cuenta de Instagram @eva_pediatra, habla sobre por qué es fundamnetal hablar sobre le agotamiento maternal.


Agotamiento maternidad: qué tenés que saber

Agotamiento maternidad: qué tenés que saber - Créditos: Getty



La mayoría de las madres con hijos de distintas edades, se autoperciben extenuadas por la tarea de cuidar y entonces se convierte en urgencia indagar para entender las razones de este malestar en masa. Este agobio de carácter colectivo, es lo que muchos autores lo nombran como síndrome del padre quemado o burnout parental. Pero, si somos honestos, seguramente estos autores hayn notado que más que padres... es de madres, y por eso para mí habría que cambiar el adjetivo de parental por maternal.

Burnout es un vocablo inglés para nombrar el estrés arrasante que vivencian los trabajadores, sobre todo en los ámbitos de la docencia y la salud. El síndrome del quemado fue reconocido por la OMS en el año 2000 como un claro factor de riesgo laboral. Pero últimamente, esta palabra no quedó circunscripta al universo del trabajo, sino que trascendió fronteras para señalar el agobio que sufren las personas que tienen hijos en etapa de ser criados.

En Argentina, según un reciente informe de la Dirección de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía, el trabajo doméstico y de cuidado, es realizado mayoritariamente por mujeres: 9 de cada 10 nos ocupamos de estas actividades. Y si comparamos las horas dedicadas a estas tareas entre mujeres y hombres, vemos que -en promedio- nosotras destinamos 6 mientras que ellos, 3. Pero más allá de datos duros, es suficiente con mirar la foto de las (mal-llamadas) reuniones de padres, para encontrar en estos escenarios, un padre como aguja en un pajar. Reflexión similar corre para los WhatsApp de mamis, los chats del horror. 

Si bien es cierto que en muchos grupos sociales se observan avances e involucramiento paterno en las tareas de cuidado, la mayoría de las veces, queda el territorio de la famosa ayuda. El gobierno de la crianza sigue estando habitado por mujeres y la sobrecarga mental también.

Además de la desequilibrada repartición de tareas para gestionar el cuidado de los hijos, la lista de causas que nos empujan hacia el burnout, incluye: trabajos precarizados (y ahora -muchos- híbridos o remotos), familias atomizadas que no cuentan con soporte ampliado para criar, escasez de jardines maternales, clubes e instituciones amigables para las infancias, ciudades incómodas, inseguras, con criterios de urbanización que no colaboran con la práctica de autonomía de los niños y falta de reconocimiento social de la implicancia de cuidar hijos (dicho de forma más criolla: nadie valora nuestro esfuerzo!).

A los puntos anteriores, se suman (sobretodo en ciertos subsectores sociales) ideas profundamente exigentes y estandarizadas sobre cómo debe ser la crianza. Esto abarca: alimentación complementaria con el método más novedoso, lactancia full, porteo ergonómico, movimiento libre, viandas saludables, escuelas y métodos educativos de vanguardia y otra cantidad de preceptos que, a falta de poder ser incorporados de manera realista, se convierten en imperativos o mandatos generadores de culpa.

Celebro que persigamos objetivos para brindar crianza de calidad (de hecho los apoyo y fomento), pero sin parar la pelota para observar el malestar y desentrañarlo, probablemente, todas estos ideales se conviertan en presiones más que en acercamiento al bienestar familiar.

Estos males de época no tienen por qué ser tales si le bajamos el telón a la idea de que la crianza se lee en clave productiva. No importa si justo no miramos el cuaderno de comunicaciones y si no conseguimos figuritas del Mundial (amerita nota entera!). A veces, basta con conseguir calma, con amigarse con la falla que nos constituye y con abrir espacios para que aflore el pensamiento crítico (el que tiene la fuerza de cambiar todo!) y nos cuente – aunque sea un poco- cómo subvertir este sistema exigente e incómodo.

  • Nota gentileza de Evangelina Cueto. Seguila en Instagram en: @eva_pediatra.

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