Conocé los beneficios del surf y aprendé a meditar en movimiento
El surf es mucho más que el deporte del verano, casi una onda zen. Te contamos por qué y dónde practicarlo.
9 de enero de 2017 • 00:20
Connie Dietrich, fotógrafa y surfista - Créditos: gentileza Connie Dietrich
Vértigo, riesgo, velocidad y la sensación placentera que dejan las endorfinas tras un día en la playa. El costado menos conocido de este deporte que se impone como filosofía y estilo de vida es el que propone aquietar la mente para fluir con el mar, conectarse con lo sensorial y disfrutar del poder de la naturaleza.
Los beneficios físicos de usar una tabla como si fuera una alfombra mágica que sobrevuela el mar son claros. La combinación potente de un ejercicio aeróbico con trabajos anaeróbicos aumenta la capacidad cardiorrespiratoria y, a la vez, mejora la coordinación y el equilibrio y tonifica.
Los efectos internos, en cambio, son menos conocidos pero igual de movilizantes. El surf puede ser un tipo de meditación en movimiento: para entrar en sintonía con el mar, se necesita hacer foco en el instante y cultivar la paciencia y la perseverancia que permite subirse a la ola. Ese ritual frente al mar potencia la conexión con una misma y, con tiempo y disciplina, permite llegar a auténticos estados meditativos.
Splash power
Hay cierta afinidad entre el movimiento del agua y el estado de conciencia que logramos al surfear. Cuando recién entramos al mar, la mente está agitada y cargada de las preocupaciones del día, mientras que el agua que nos rodea arrastra limo y arena. Al toque nos disponemos a observar: el 90% de una sesión consiste en estar sentada a la espera con la mira en el horizonte. Ese lapso en silencio es ideal para registrar el cuerpo ante la inmensidad el entorno. La llegada de la ola refuerza esa sensación del “aquí y ahora”: hay que agarrarla y subirse para diluir el “no voy a poder hacerlo”.
El agua es el lugar ideal para estar sensible y percibir los ritmos de la naturaleza. Todos nuestros sentidos están en alerta. Tal es la conexión con el medioambiente que quien se sube a una tabla rápidamente aprende a leer el mar y la meteorología. La conciencia verde está a flor de piel.
Surf + yoga
Tanto el yoga como el surf son formas de experimentar el fluir de la energía interna. En el yoga una comprueba la ondulación de la respiración y en el surf se experimenta esa misma pulsación con el movimiento de las olas. Las dos nos hacen encontrar el equilibrio en movimiento.
Además, se complementan perfectamente. Ya sea en la variable hatha o ashtanga, la práctica de asanas mejora la elasticidad y la tonicidad que se necesitan para hacer equilibrio en la tabla y ayuda a controlar la respiración. Y, es habitual que, antes de la inmersión, los instructores sumen rutinas yoguis en la arena. Por medio de visualizaciones y respiraciones pranayama, los alumnos se vinculan con el entorno y entran en sintonía con el mar. En las primeras clases, suele costar la fuerza de brazos. Para afrontar ese esfuerzo, es fundamental entrenar física y mentalmente. Dentro del mar una se reencuentra con sí misma. Hay que estar abierta y disponible para un encuentro fructífero.
meditación sobre la tabla
Usá estas herramientas para meditar y descubrir las imágenes que te potencian.
1. Sentate en la tabla con las piernas cruzadas y percibí cómo el peso del cuerpo recae sobre los isquiones.
2. Enderezá la espalda y relajá los hombros.
3. Mirá hacia el horizonte y conectate con el movimiento cíclico de las olas. Hacé una inhalación profunda y exhalá lentamente.
4. Cerrá los ojos y despedite de los pensamientos que pasen por tu cabeza en ese momento. Conectate con la brisa sobre tu piel y con los olores de la playa. Cada ola que llega a la orilla es una situación que dejamos ir, una tras otra. Concentrate en esa energía interna que fluye. 5. Inhalá y exhalá tomando conciencia del curso de la respiración.
6. Abrí los ojos y reposá la mirada sobre el horizonte nuevamente.
la dimensión curativa
Con los años, el surf dejó de ser un deporte cerrado a tribus playeras para adoptarse como parte de programas terapéuticos. En Estados Unidos se usa para ayudar a los soldados a manejar el trastorno de estrés postraumático, el Servicio Nacional de Salud británico prescribe clases de surf a jóvenes que padecen depresión y en Australia la fundación One Wave organiza jornadas para niños y adultos bajo tratamiento psiquiátrico.
De a poco, en nuestro país también comienzan a aparecer iniciativas para explotar esta veta. En Santa Clara del Mar funciona Aloha Surf, una escuela gratuita para niñas y adolescentes que busca democratizar el deporte transmitiendo la confianza en uno mismo que decanta tras sobreponerse a una enorme masa de agua y energía. La clave es entender que, más allá del entretenimiento, el surf es una actividad energética, curativa y de muchísima conexión.
¿Qué es el surf para ellas?
Coni Dietrich, 33 años, fotógrafa: “Arranqué a surfear en 2012 y cada año me gusta más. Es una gran actividad que comparto con Juan, mi marido, y casi todos nuestros viajes giran en torno a esto. Estar en el agua al amanecer es una de las mejores cosas que me pasaron en la vida”.
Carla Guglielmo, 23 años, lic. en RR. PP.: “Fui amigándome con el mar hasta amarlo. Cada rompiente que traspaso es un obstáculo superado y cada ola, una nueva oportunidad para poder surfear”.
Celeste Milani, 34 años, diseñadora gráfica: “Aprendí a superar miedos. El surf te obliga al paso a paso, a entender que todo es parte de un proceso y que a veces hay que volver atrás y recomenzar”.
Luciana Orlandini, 32 años, empleada bancaria: “Siento una conexión más plena. Es una meditación sin pausa. No importa si agarro una olita o si me paro, la sensación de estar es inigualable”•
¿Cómo te resultó la idea de meditar y surfear? ¿Practicaste alguna vez este deporte? También: 4 jugos detox para el veranoy Manipuladores emocionales: cómo reconocerlos para evitar su estrategia
Expertos consultados: Luis Leonard, Instructor de yoga; Maira Pinto y Dany Gil, Instructores de surf.
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