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Camila Sosa Villada: “El amor es un instrumento de domesticación” 

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación, su novela, que es también una película que ella coguionó y en la que actúa. Un recorrido por su trayectoria de vida y artística. 


La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación.

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación. - Créditos: Gaspar Kunis



Cuando Camila Sosa Villada llega a la redacción es como si invitara a jugar durante algunas horas. La cita es para una entrevista porque está en Buenos Aires para presentar Tesis sobre una domesticación, una película que estrena en el Bafici, basada en su novela homónima, que coguionó y en la que es protagonista: trata sobre los conflictos de una actriz travesti exitosa que se casa, adopta un hijo y forma su propia familia.  

En pocos minutos la salita reservada para que se maquille y se cambie es un living de amigas ayudando a la tiene que arreglarse para una salida importante: Marian le pregunta si el peinado con ondas va bien, ven qué opciones hay de maquillaje; Naty le muestra un body negro, un trajecito color uva, un vestido para que elija, y luego unas botas... También, una camisa blanca bordada: Tesis para una domesticación, se lee. ¡Ay, es hermosa! ¿Me la puedo quedar? Claro, es un regalo, Camila. Agradece, sonríe y canta, cambiándoles las letras a canciones de antes. Carito será Talita, Pedro Canoero cuenta otra historia y así. Mientras conversa, toma café y come un pedacito de pasta frola, repasa mensajes en el celular, invitaciones para la noche del estreno.

“Hablen tranquilas, chicas, mientras yo escucho mensajes”, dice. Se ocupa de repasar para que nadie que ella quiera se quede sin entrada al cine. Se entrecruzan charlas de diseñadores que les gustan, de citas con varones, de hijos y ex, anécdotas con amigas de Córdoba. Las voces y las risas se mezclan. Camila a veces recita o canta. Luego, llegará la entrevista en video y las fotos, el momento de seducción con todo el cuerpo, al que conoce en detalle y expone y cuida. Se suelta más cuando escucha a Mina y empieza a tararear... Ragazza mia, ti spiego gli uomini... Ella entrecierra los ojos, por momentos baila a la cámara. 

-Venís para la presentación de la película basada en tu libro homónimo, Tesis sobre una domesticación. Contame cómo estás viviendo esto, porque pasaste por todas las etapas: escribiste, coguionaste, actuaste. 

-Agotada. No puedo decir otra cosa más que agotada. Cansadísima. Solo eso. Mucho cansancio.  

-¿Qué sentiste que ganó y qué perdió la obra al pasar del libro al cine? 

-El cine no puede ganarle nunca a la literatura. La literatura es el terreno, yo digo que es el terreno de lo infinito. Es lo más parecido a Dios que hay en la Tierra. Al Dios cristiano. Ese Dios omnipotente. En cambio, el cine es pura limitación. Primero, económica. Después, el hecho de tener que trabajar con otros hace que sea un terreno un poco más limitado en cuanto al lenguaje. Además, yo al libro lo escribí desnuda en mi casa, sola, concentrada. Es difícil concentrarse en un set de filmación, de lo que sea. Después, lo que sí tiene el cine y que no tienen los libros es esta cosa de mucha gente sentada en una misma sala, en silencio, bueno, casi siempre en silencio, observando lo que hizo otra persona. Es algo muy bonito, es como una ceremonia religiosa. 

-Yendo al nudo de la tesis y sobre una domesticación, contame qué intentaste hacer, qué intentaste argumentar en relación con ese concepto que es tan fuerte.  

-¿A la tesis? Yo me quería recibir de escritora e hice mi tesis. Eso fue. 

-¿Y la domesticación?   

-Sabés que la palabra domesticación no tengo recuerdos de qué fue lo que... por qué se me cruzó por la cabeza esa palabra. En algún momento, le puse así como un título provisorio y Liliana Viola me dijo: ‘está bien este título porque es una tesis y ella está siendo domesticada’. Esto en el sentido de lo salvaje de las travestis, ese salvajismo indomable y cómo la asimilación del capitalismo hacia nosotras nos empezó a acorralar. Se cree que, para domesticar una especie, lo primero que tenés que hacer es dejarlas sin territorio. Y ella es como un animal que está enjaulado. Ella es como una pantera que está constantemente rozando los barrotes para ver por dónde se puede fugar. Y después, de lo que sí estaba muy consciente y es algo que yo creo que es así, es que el amor es un instrumento de domesticación. Yo creo que lo es, sobre todo para las mujeres.  

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación.

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación. - Créditos: Gaspar Kunis

-Domesticar no necesariamente con el casamiento, ¿no? El amor, decís. 

-El amor. Porque, además, el amor después empieza a empujar cada vez más y la empuja al casamiento y después le empuja a adoptar y después le empuja a quedarse en la casa y no poder ir a ensayar. Y después la empuja a tener que responder por una vida que ella no tenía ganas de cuidar. El casamiento ya sería como ponerle la llave a esa jaula.  

-En un momento, se habla como de los corazones mansos, ¿no? Como si se pudiera domesticar y quedar alguien manso, que también es soso, también es como un poco sin vida, ¿no?  

-Sí, bueno, se dice amancebar cuando se amanceban. Está amancebada cuando se pone en pareja una persona.  

-¿Y sentís que se puede domesticar un cuerpo?  

-Sí, ¿cómo que no? Estamos todos domesticados. Claro que sí. 

-Algunos con más costo que otros. Siento que a la protagonista le cuesta mucho y está siempre al borde como de no querer eso...  

-Porque está loca. Cuando leen el libro, nunca consideran su locura. Es una mujer que está loca. Entonces, creo que a los únicos a quienes no se puede domesticar es a los locos y a los linyeras, a los crotos. El resto, estamos todos siendo domesticados. 

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación.

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación. - Créditos: Gaspar Kunis

- Mencionabas la adopción: ¿Por qué decidiste sumarla? Porque esa es como la confirmación de que es una familia, ya no solo una pareja...  

-Así surgió la novela. Estábamos con un amigo gay con el que teníamos una relación bastante ambigua. No tanto como la de la actriz con el abogado, pero se puso en algún momento bastante ambigua. Y habíamos ido a desayunar a un lugar. El dueño del lugar era amigo de él. Y había tenido un bebé. Entonces, llega con la esposa, el carrito con el bebé y mi amigo, mi ex-amigo, alza al bebé, se pone a hablarle. El bebé se vuelve loco con él porque, además, es muy bello. Y en un momento, me mira a mí. Empezamos a charlar con el bebé también. Entonces, estábamos los tres. Y el amigo de él le dice... ¿Y ustedes para cuándo? Yo dije, acá hay una historia interesante. Acá hay algo que se puede armar que es interesante en torno a la idea de una familia diferente. Que, a la vez, termina siendo igual que cualquier otra familia. Es decir, no es que ella... Porque el tema es la familia. El problema de todo es la familia. Así surgió la historia.  

-Y cuando decís el tema es la familia, ¿es porque ahí está el germen de domesticación? 

-Sí, pero, además, traicionar a una familia también es algo que hacemos todos. Es decir, la familia, para constituirse, necesita de la traición de sus hijos. Los hijos en algún momento se van. En algún momento descuidan a sus padres. En algún momento traicionan lo que sus padres quisieron para ellos. Y, en ese momento, una familia termina de constituirse, con esa traición.  

Tesis sobre una domesticación, de Camila Sosa Villada

Tesis sobre una domesticación, de Camila Sosa Villada - Créditos: Prensa Planeta

-¿Y sentís que hablar de la adopción de un niño que tiene HIV sumaba en la historia o había alguna intención educativa? 

-No, no. Se me fue ocurriendo. Justo había hablado con una psicóloga que se encargaba de adopciones y ella decía cómo a las parejas gays, a las parejas queers les ofrecían lo que ellos llamaban como niños de descartes, o niños que no tenían tantas esperanzas de ser adoptados porque eran grandes, porque ya no eran bebés, porque no eran rubios, porque eran 0+, porque tenían síndrome de Down, porque les faltaba una pierna, porque tenían alguna enfermedad congénita. Me parecía que estaba bien que ese niño fuera un niño de descarte y que, de repente, tuviera todo lo que los otros niños no tenían. Y usó ese término, que eran como descartables. Es terrible, pero las familias van a pedir hijos de determinada forma. Bueno, se hace eso con la subrogación de vientres, ¿o no? ¿No se hacen hijos rubios y ojos celestes solamente?  

-Y, justamente, lo que se le dice a ella es que hubiera podido comprar o fabricar el niño que hubiera querido. Entonces, pensé que había algo de ponernos en jaque como sociedad y decir que no somos tan diversos como pensábamos, tan inclusivos... 

-No, no lo somos. No sé si alguien piensa que somos inclusivos y diversos. Me parece que no. Me parece que es un orgullo ser de otra forma, que es un orgullo ser chatos para los argentinos. No es un momento en el que nosotros disfrutemos mucho de las cosas que logramos como sociedad, si se quiere. Bueno, el matrimonio igualitario es algo para discutir en otra entrevista, pero no sé si somos tan diversos, si nos sabemos tan diversos. Me acuerdo ahora de esta entrevista de (Santiago) del Moro. ¿Te acordás del Moro que le dice a una que está en el panel? Le dice... ¿Vos sos argentina? Sí, le dice ella. Ah, yo pensé que eras extranjera, que eras boliviana o algo así. No, le dice ella. ¿Te olvidaste cómo somos los argentinos? Los argentinos somos collas, le dice ella. Hay algo de pensar que somos de otra forma... Bueno, el expresidente [Alberto Fernández] diciendo que los argentinos habíamos bajado de los barcos ya dice mucho de nosotros.  

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación.

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación. - Créditos: Gaspar Kunis

-Cuando escribís sobre las familias, más allá de que sean otras familias, ¿sentís que escribís, revisás un poco la tuya?  

-Sí, completamente. Una curiosidad, en realidad. Me da curiosidad. Yo, durante mucho tiempo, estuve lejos de esa familia. Yo estaba traicionando a mi familia. Es lo que hace que ahora yo hable todos los días por teléfono con mi papá y mi mamá, que me encargue de la medicación de mi papá, del bienestar de mi mamá, que me ocupe de lo mínimo, que les recuerde que se tienen que poner repelente de mosquitos, que me ocupe de recordarles todas las mañanas que tienen que hacer tales ejercicios, tales cosas. Es decir, que nosotros tengamos hoy el vínculo amoroso, el enorme cariño que nos tenemos tuvo que ver también con que yo los traicioné en algún momento: primero escribiendo, después siendo travesti y después desapareciendo. Después volví como una figlia prodiga. Yo volví. Volví a ellos y ellos volvieron a mí también. 

-En un momento de este libro hermoso que es El viaje inútil, contás un episodio que me parece fundante, que es cuando tu papá te enseña a escribir. ¿Podés recordar algo de ese momento?  

-Tenía tres, cuatro años y mi papá me había comprado cuadernos, lapiceras, y él estaba empeñado con que yo supiera aprender a escribir. Entonces, a veces volvía tarde del trabajo, volvía borracho, pero siempre yo lo esperaba para comer y para que él me enseñara el abecedario. Así que él fue el que me dio la llave para abrir esa jaula de nuestra familia y escaparme. Después mi mamá me enseñó a leer. 

-Te dio esta herramienta, como decís, y me recuerda que vos contás en ese libro que te travestiste antes en la escritura que en la vida. ¿Cómo fue?  

-Es literal. Es así. Yo empecé a escribir en primera persona como mujer. Antes de salir a la calle a pasear solamente, además, a caminar por la noche cuando no quedaba nadie en el pueblo despierto, lo primero que hice fue escribirme como mujer. 

-¿Y ahí te salió algo que ni siquiera vos sabías? Porque no conocías el concepto de identidad de género, me imagino... 

-No, viste que se habla mucho de la ideología de género, que es algo, además, perimido, porque se habla de eso hace, no sé, 50 años, 60 años, ya que se habla de lo mismo. No llegaba nada de eso al pueblo. De hecho, no llegaba nada de eso a mi casa, porque mi casa era una señora casa heterosexual, con un padre heterosexual, exmilitar, con una madre heterosexual, ama de casa... Y yo, intuitivamente, buscaba sus pinturas, buscaba sus vestidos, buscaba ponerme su ropa a escondidas. Cuando escuchaba el motor del auto de mi papá, me sacaba todo rápido y volvía a quedar como era siempre. Para mí fue natural.  

-Claro, una pulsión, también. 

-Sí, viste que se habla de lo natural, de lo antinatural, no sé. En mi caso, fue absolutamente natural.  

-Y me gustaba también que recuerdes el relato de cómo empezaste a leer, que también fue muy pronto y también fue una llave para vos, ¿no? 

- Sí. Teníamos una Biblia para los niños, una Biblia con dibujos, etcétera. Entonces, ella me iba leyendo y ponía su uña abajo de las palabras que iba leyendo, para que yo viera qué era lo que iba leyendo. Y se pasó no sé cuánto tiempo haciendo eso. Y un día, ella estaba lavando ropa en la galería. Vivíamos en una casa antigua, muy grande, en Los Sauces, un pueblito cerca de San Marcos Sierra. Y empecé a leer sola, en voz alta. Y ella escuchó y me dijo: "¿Estás leyendo? A ver". Y seguí leyendo y haciendo el mismo movimiento que hacía ella, y me decía, "¡Estás leyendo!". Y así empecé a leer. Así fue.  

-Y vos, en Tesis sobre una domesticación también, sos la madre que lee. ¿Ahí hay algo también que vuelve de aquel recuerdo?  

-Ah, no lo pensé. Pero sí, puede ser, claro.  

-Si tuvieras que escribirle una carta a la que fuiste en la infancia, ¿qué le dirías después de todo lo recorrido?  

-Que aprenda electricidad, le diría. Que aprenda electricidad, que aprenda plomería, que aprenda a defenderse. Eso es lo que le diría.  

 

-Volviendo a tus inicios, masivamente fuimos conociendo de tu mundo en Las Malas, cuando se publicó en Tusquets. Pero antes vos escribías en tu blog La novia de Sandro: ¿me podés contar un poco de esos relatos? ¿Por qué necesitaste escribir también, de alguna manera, mientras vivías tu vida en la calle?  

-Nunca necesité escribir. Era inevitable. No tiene que ver ni con una necesidad, ni con un deseo. Todo lo contrario. Es algo que no se puede evitar. Hacía el blog porque me gustaba, porque lo necesitaba. Necesitaba estar conectada. Conectada, es decir, en ese momento los blogs estaban buenos, además. De hecho, yo los extraño mucho. Vos seguías a determinados escritores, determinados escritores te seguían a vos. Pero hay un error. Se piensa que [el libro de poemas] La novia de Sandro es como una recopilación de esos textos y no tiene nada que ver una cosa con la otra. Ese blog desapareció. Es como si le hubiera prendido fuego. Al libro lo escribí durante una separación, en el año 2014. Yo había estado en pareja dos años, había estado conviviendo dos años con alguien. Y cuando nos separamos, que fue muy confuso, además, yo descubrí que él había estado mintiéndome. Hice el duelo así, escribiendo ese libro.  

-En un momento, te escuché decir como que está sobredimensionado el amor ¿Lo podés sostener? 

-Lo sostengo (se ríe). Dije que era un buen artista, lo sostengo. Sí. Está sobrevalorado, sí, totalmente. Hay otros gestos, hay otros afectos también.

-¿El amor de pareja estamos hablando?  

-El amor romántico. Igual ahora, te digo, tanto amor libre, tanta pareja abierta, una carta de amor y una rosa aplastada me vendría estupendo. Ahora, en este momento. Pero hubo un momento en el que nos dimos cuenta de que era un instrumento de domesticación. Tan sencillo como eso. Igual... No sé, para mí es extraño. No es un afecto que yo tenga muy presente. Ni cuando estoy en pareja. No es lo que más me importa de una relación. Viste que la [Marguerite] Yourcenar dice algo así, como que entre nosotros hay algo mejor que el amor, una complicidad. A mí me interesa más eso, que esa cosa melosa del amor. No es algo con lo que esté familiarizada para nada.  

-¿Y la complicidad también la podés encontrar en los amigos?  

-Sí. Son los amigos son los mejores cómplices. 

 

-Te quería llevar también a Carnes Tolendas. También, como cordobesa, fue una revolución en Córdoba.  

-Sí, ¿no? Qué fuerte fue eso. Y era muy joven, además.  

-No había director de teatro independiente que no te hubiera visto. No había actor que no te hubiera visto. Las colas de estar esperando la entrada. ¿Cómo lo viviste eso?  

 -Mirá, yo soy muy de seguir la vida adonde va. No soy de tener metas. No soy de planificar, de tener objetivos en la vida. Yo voy para donde me lleva la vida, voy. En ese momento pasó eso. Pasó no sé por qué, además. Y me quedé ahí porque ganaba dinero. Tan sencillo como eso. 

-Pero eso fue un cambio de vida de verdad...  

-Sí, yo, en ese momento, dejé la prostitución. En ese momento, yo ya dejé de atender clientes cuando empecé a hacer Carnes Tolendas. Después, bueno, sí, por supuesto, sí, me empezaron a hacer entrevistas, me empezaron a reconocer en la calle. También suscitó muchísimas envidias, muchísimas críticas. Yo me acuerdo, por ejemplo, la obra terminaba con un desnudo mío. En el año 2009, la habíamos empezado a ensayar en el año 2007 a la obra y, en el marzo del 2009, la estrenamos. No había ni ley de matrimonio igualitario en ese momento. Entonces, la gente iba a ver la obra y decía sí, muy buen actor. Es muy buen actor, pero el final era innecesario. 

-La pacatería...

-Sí, pero, además, la ignorancia de pensar que el arte hace algo necesario. Después, sí, por supuesto, eso me llevó a filmar Mía, eso después me llevó a filmar La viuda de Rafael, eso me hizo viajar, me hizo conocer México, me hizo tomar mi primer avión, me hizo conocer el mar. El proceso con María [Palacios, la directora] fue hermoso.  

-¿Cómo fue ese tiempo? 

-Ella me pasaba a buscar a la mañana y yo, a veces, había tenido una noche muy larga, había pasado toda la noche... drogándome, atendiendo clientes. Ella me llevaba a desayunar, me escuchaba. Fue un momento de muchísima apertura, de tener a una persona que se sentaba en las butacas de un teatro y me veía hacer lo que yo estaba haciendo y contar cómo había sido ser travesti en un pueblo así, como fue Mina Clavero, en esos años. Fue de muchísima intimidad. Y eso me parece que hizo que fuera un éxito.  

-Sí, además, nos tenías a todos hablando de Lorca, de una travesti que podía hacer poesía, que podía abrir un horizonte. O sea, fue muy importante. 

-Sí. Yo creo que Lorca sería un buen amigo mío ahora, si viviera.  

-Y el teatro fue el primer lugar en el que te llamaron con tu nombre autopercibido, más allá de que no hubiera ley. ¿Eso qué te dice de un espacio así, del ámbito teatral?  

-Sí, tal cual. Yo me sentía a salvo cuando fui a la escuela de teatro. Yo venía de estudiar Comunicación Social. Era la única traba que andaba dando vueltas por toda Ciudad Universitaria. Estaba lleno de progres, estaba lleno de machirulos de izquierda, estaba lleno de profesores que me trataban como varón. Cuando fui el primer día al cursillo de Teatro y yo me acerqué a explicarles quién era, en ese momento estaba Mariel Bof, que ahora no está con nosotros. Estaba Maxi Gallo, estaba Natalia Álvarez, estaba Lilian Mendizábal, estaba Soledad González. Y yo me acerqué a ellos a decirles... Y fue tan natural, fue un movimiento tan... no sé, no me había pasado nunca, tanto que incluso mi explicación había sido innecesaria. Y dije yo acá me tengo que quedar. Y me quedé. Pero incluso mis compañeros también eran diferentes. Que es la locura que tiene el teatro. Que son locos, que somos locos. 

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación.

La escritora y actriz Camila Sosa Villada conversó con OHLALÁ! sobre Tesis de una domesticación. - Créditos: Gaspar Kunis

-Y cuando llegan Las Malas, contame un poco cómo fue ese proceso de escribirla, porque fue tu primera novela también importante y que también abrió puertas....  

-La puerta a la riqueza, la puerta a Stella McCartney, la puerta a joyas, la puerta al cangrejo, a la langosta, al caviar, al champán. Esa puerta me ha abierto Las Malas (se ríe). Yo estaba haciendo El cabaret de la difunta Correa. No sé si conocés esa historia. Mis viejos hicieron una promesa antes de que yo hiciera Carnes Tolendas. Tres meses antes. Ellos fueron al altar de la Difunta Correa y le prometieron que, si yo dejaba la prostitución, ellos le iban a dar algo. De hecho, viajan todos los años ellos al altar de la difunta Correa en San Juan. Estreno El cabaret de la Difunta Correa y el final de la obra lo cerraba la tía Encarna, que era un personaje que contaba cómo se había encontrado al bebé de la difunta Correa, que es una incógnita, además, en el mito de la difunta. No se sabe qué pasó con ese bebé. Para la gente que no lo conoce es una santa popular que encuentran en el desierto muerta de sed amamantando a su bebé. Unos pastores se dan cuenta de que está muerta porque ven en el cielo volar unos jotes. Y para mí era preguntarme y decir qué pasó con ese bebé. Entonces dije lo encontraron las travestis del Parque Sarmiento en una entrevista que me hizo José Playo, además, para La Voz del Interior. Y dije, acá hay una historia que es literaria, que no es solo teatral. Acá hay algo para contar. Entonces me puse a escribir ese inicio de la novela con todas esas travestis ahí sueltas frente a la estatua del Dante y la tía Encarna que escucha el llanto del bebé.

Después, al año siguiente de la obra, en un Filba, en La Cumbre, estaba Juan Forn, y me dice, a mí me gustaría editarte, no sé si vos sabés que yo tengo una colección que se llama Rara Avis, si vos me podés mandar lo más raro que tengas. Y yo le mandé unas 30, 40 páginas que eran solo de la historia de la tía Encarna. Y él vio lo mismo que vio Paco Giménez cuando hacíamos Carnes Tolendas. Él vio que faltaba la sustancia autobiográfica en lo que yo estaba escribiendo. Entonces él empezó a pedirme que empezara a contar más cosas, que fuera un poquito más íntimo el libro, sobre todo para develar algunas incógnitas en torno al mundo de las travestis. Y fue así como arrinconándome cada vez más a contar algunas cosas personales, pero al comienzo solo era la historia de la tía Encarna y ese bebé, que era el hijo de la Difunta Correa. Se lo mandé, al mes me respondió, me dijo que acá había un libro, empecemos a trabajar. Seguí escribiéndolo. Yo seguí, seguí, seguí, seguí escribiéndolo. Y a finales de ese año, del 2018, ya lo teníamos listo. En noviembre ya lo teníamos listo. Esto fue en abril. O sea, que Las Malas tenía 30 páginas, en el 2017, en el 2018, ya estaba todo escrito.  

-Todo estaba guardado en la memoria, ¿no? Esperando ser escrito... 

-Sí, los libros siempre están ahí. Están primero en la cabeza y una los escribe después. No sé, nunca escribí un libro que me llevara años. 

 

-¿Y sentís qué Las Malas hace también su aporte desde la ficción a la memoria trans de Argentina? ¿Qué valor le das en ese sentido? 

-No, ninguno. Bueno, el de un best-seller, seguro; un long-seller, además. El de una disputa entre editoriales. Mi carta para negociar cualquier contrato. O sea, que es algo bastante personal, no es algo que recupere nada. Las que recuperan la memoria de las travestis en Argentina son las chicas del Archivo de la Memoria Trans. Ellas sí lo hacen, yo no.  

-Camila, ¿recibiste alguna devolución de las chicas que trabajaban con vos?   

-Sí, sí, sí.  

-¿Qué cosas te dicen?  

-Las que me leyeron dicen qué bien, qué bueno. Están orgullosas, qué sé yo, yo no me lo merezco. Me da mucho pudor hablar de eso. Pero me gusta más juntarme a comer asados, me gusta más juntarme a tomar tragos, a charlar, a reírnos, a hablar de hombres, a hacernos burla, me gusta más eso. No hablo de literatura ni con mis amigos. No es un tema que me interese. Y menos hablar de mi literatura.  

-Pero se sintieron tocadas con tu relato.  

-Sí, se sintieron.  

-Y ahora va a estar la película también de Las malas. ¿Participaste también del guion?  

-No, no, está en proceso. Mirá, tengo un contrato de confidencialidad con Armando Bo, así que puedo decir muy poco. Lo que sí puedo decir es que estoy muy contenta de que sea Armando el que la dirija y su productora Natacha, que me cae súper bien. Están haciendo un muy buen trabajo, me hacen caso cuando yo les aconsejo algo, lo toman en cuenta. Eso es raro que pase, además, que le hagan caso a una travesti. Mirá, me parece que está bien, me parece que está muy bien. 

-Como el respeto a la obra también, porque la obra es tuya, es propia, entonces, me parece que ahí está la voz de tu autoría. Probablemente es eso. ¿O no pasa siempre en el cine?  

-No, no pasa siempre. 

 

-Camila, me gustó mucho una entrevista que te hacías... 

-¿A mí misma? Ay, Dios, qué vergüenza. 

-Tipo Diego Armando Maradona. Hace mucho tiempo la vi en el canal de la Universidad de Córdoba...  

-Juan Gabriel, ¿cómo estás? Bien. O sea, me da Dolores Solari también. 

-Me pareció lindo lo que ahí salía, como preguntas más fundamentales que quizás solo vos te podés hacer. Una era: ¿qué sentís que te trajo hasta acá?  

-La vida, el viento, el río.  

-¿Córdoba sigue siendo tu lugar en el mundo?  

-Córdoba es mi patria. Córdoba es mi verdadera patria. No sé si es Argentina, no sé si es el país, no sé si es Buenos Aires, no sé si es La Pampa, ¿qué sé yo? Córdoba sí es mi patria. La ciudad de Córdoba, mi familia es de ahí, mi familia es cordobesa, profundamente cordobesa, además. Mis primos son cordobeses, mis primas son cordobesas. Las historias que forjamos como familia, las cosas que tejimos como lazos de sangre tienen mucho que ver con el cordobesismo. El sentido del humor, la lucidez, la inteligencia para multiplicar panes. El paisaje, las sierras, el río, mis padres. Todo eso es Córdoba. Esa es mi patria.  

-En Tesis sobre una domesticación la protagonista se casa ahí en torno al río. ¿Ahí hay algo simbólico, fuerte para vos?  

-Fue fuerte. Nosotros, cuando filmamos, cuando me dijeron que iba a ser en Córdoba y que iba a ser en Mina Clavero, dije no, no, no, no, en Mina Clavero no, me da mucha vergüenza. Pero después, mi papá y mi mamá me dijeron: 'hija, estamos muy contentos de que vengas. Te preparamos una cabaña, te papá te va a hacer asado, no sé qué, no sé cuánto’. Y fue bueno, fue bueno. Y yo siempre digo que ese río es mío. Así como digo que el parque Sarmiento es mío, digo que ese río de Mina Clavero es mío. Yo ahí debuté, ahí me hicieron sangrar. Así que ese río es mío. Estaba como en casa. 

PARA AGENDAR: estreno de Tesis sobre una domesticación, dirigida por Javier Van de Couter, coguionada y protagonizada por Camila Sosa Villada. Viernes 9 de mayo a las 20 en el Malba. Se proyecta todos los viernes de mayo a la misma hora. Link para más información y compra de entradas.

Agradecimientos para la entrevista con Camila Sosa Villada:

Estilismo: Nati Señorales. Ig: @natisenoralesMakeup y pelo: Marian Fabre. Ig: @marianfabremkp; Las Pepas. Ig: @laspepasinst; yuna, prendas naturales. Ig: @yuna.prendasnaturales; Bordado: Titi Macedo, Artista. Ig: @titi__macedo; AlGa, zapatos a tus pies, un día. Ediciones únicas. Ig: @alga.bsas; Bisaxia, joyería hecha a mano. Ig: @bisaxia.

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