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Cuerpos Resplandecientes: así es el libro de María Rosa Lojo sobre los santos populares argentinos

La escritora María Rosa Lojo acaba de reeditar "Cuerpos resplandecientes: santos populares argentinos". Una entrevista con la autora devela las razones de esta búsqueda histórica que se plasma en cuentos atrapantes.


La portada de "Cuerpos Resplandecientes", de María Rosa Lojo, con la imagen de Gilda, una de las santas populares más icónicas de la Argentina.

La portada de "Cuerpos Resplandecientes", de María Rosa Lojo, con la imagen de Gilda, una de las santas populares más icónicas de la Argentina. - Créditos: Gentileza Prensa



La escritora María Rosa Lojo acaba de reeditar Cuerpos resplandecientes, santos populares argentinos (Alfaguara). La autora, con una destacada producción literaria y académica, es una referente en novela histórica. Esta vez, su investigación histórica se centró en santos venerados por la gente. 

Entre ellos, hay mujeres víctimas de femicidios. Tal como nos detalla en esta conversación con ella en el libro está la Difunta Correa, una mujer joven y pobre, que sufre el acoso del mandamás del pueblo y con mucho coraje se atreve a cruzar el desierto, a pie, cargando a su hijito, para encontrarse con su marido; se muere de sed y aun desde la muerte sigue amamantando a su niño.Almita (Visitación) Sibila, otra mujer joven, jujeña de clase humilde, que es violada, asesinada, descuartizada y, en parte, comida, por un faenador de reses con quien se resiste a tener relaciones sexuales.

La escritora María Rosa Lojo acaba de reeditar un libro de relatos sobre santos populares.

La escritora María Rosa Lojo acaba de reeditar un libro de relatos sobre santos populares. - Créditos: Gentileza Rafael Yohai

 

Ambas conmocionaron de tal forma a la sociedad que la gente las santificó y empezó a visitar sus tumbas para rezarle y pedir su auxilio.  

En esta entrevista, María Rosa Lojo cuenta por qué le generan interés los santos y santas populares, cómo fue la investigación y selección de personajes para este libro de relatos con personajes fascinantes, que van desde el Gauchito Gil, la cantante Gilda, Pancho Sierra, hasta Diego Armando Maradona, que tiene su propia iglesia y, según dice Lojo, "reúne todas las condiciones de un santo popular pero, a la vez, las sobrepasa".

 

-¿Por qué te interesaron los y las santas populares?

Porque concentran la fe de muchas personas. Configuran un fenómeno masivo que nos interpela como sociedad y son un producto de ella. Se trata de devociones surgidas en nuestro país, configuradas desde una historia y una identidad colectivas. Comprenderlas también es comprendernos. Son parte de un imaginario argentino que compartimos y cuyas distintas facetas fui explorando libro a libro, particularmente en los de cuento: Historias ocultas en la Recoleta, Así los trata la muerte, Amores insólitos de nuestra historia. A las perspectivas sobre la muerte y el amor se suma, con este libro, la de la fe. 

-¿Cómo fue el proceso de selección de personajes y de investigación?

Todo se inició alrededor del año 2000, cuando empecé a advertir la difusión creciente de la figura del Gauchito Gil a lo largo de todo el país. Me impresionaba la expansión y la vigencia de su culto, me pregunté por los motivos, me puse a buscar otras figuras que fueran objeto de una devoción similar en distintas zonas de la Argentina. En algunos casos viajé, incluso, a los lugares centrales de veneración. Hice muchas lecturas, antropológicas, sociológicas, históricas, de textos testimoniales. Identifiqué, en este recorrido, una tipología de la santidad popular que incluye a varones y mujeres: personalidades al margen de la ley que pueden representar, empero, alguna clase de reivindicación colectiva, maestras y maestros espirituales y sanadores, íconos carismáticos del arte y el deporte, inocentes que son víctimas de la violencia o afrontan una muerte cruel.  Hubo colegas y amigos que me pusieron en la pista de casos menos difundidos, como los de Almita Sivila, de Jujuy, o el Maruchito, de Río Negro. El libro es representativo de los diversos tipos de figuras santificadas, así como de regiones de nuestro país.

 
-¿Nos recordás cuáles son las condiciones básicas para que alguien sea santificado popularmente?

Hay tres condiciones fundamentales para ser considerado un “santo popular”: una es pertenecer a las clases populares o tener con ellas y también con los marginales y excluidos de toda índole, una cercanía o empatía indiscutibles, aunque se haya nacido en otro estrato social. Otro rasgo es el sufrimiento que el santo o santa experimentan: a veces se trata de una muerte trágica y prematura; otras no, pero afrontan obstáculos, pruebas, persecuciones, injusticias. Padecimiento y tragedia son funcionales a la “redención” o “purificación” de personajes que a menudo no cumplen con la exigencia de pureza de conducta y “virtud heroica” establecida para la canonización oficial pero lo compensan de esta manera. El dolor los habilitaría también para comprender las penas y necesidades de sus devotos.

Ambos requisitos son necesarios pero no suficientes. Falta que los santificados hagan milagros, que por su intermedio se conceda a los suplicantes lo que solicitan. Esta sería la gran prueba de su condición.  Los exvotos y los mensajes de gratitud acumulados en los santuarios atestiguan para los creyentes esta condición milagrosa y siguen atrayendo peregrinos. 

Cuerpos resplandecientes, de María Rosa Lojo.

Cuerpos resplandecientes, de María Rosa Lojo. - Créditos: Gentileza Prensa Alfaguara

 

-Sobre las mujeres santas que mencionás, víctimas perseguidas por su condición femenina como objeto de deseo sexual. ¿Podrías resaltar las historias qué más te llamaron la atención y por qué? 

En este libro tomo dos historias estremecedoras. Una, de San Juan: la Difunta Correa (Teolinda o Deolinda Correa) es una mujer joven y pobre, completamente desamparada, que sufre el acoso del mandamás del pueblo. Como se dice en el cuento: “no tenía defensas, salvo las herramientas de su cuerpo. Y se negó a usarlo como durante milenios lo habían usado tantas hembras humanas, entregándolo al macho vencedor para sobrevivir.” Desde su indefensión, paradójicamente, esta madre por antonomasia “la más madre de todas las madres después de la Santísima, la más mujer de todas las mujeres, había usado el cuerpo como lo hacen los varones. Se había metido en él y se había echado a la ferocidad de la intemperie, y había corrido todos los riesgos de la peor guerra sin más recursos que la pura valentía.” Con un coraje loco, antes que someterse, esta muchacha se atreve a cruzar el desierto, a pie, cargando a su hijito, para encontrarse con su marido llevado por la montonera. Se muere de sed y aun desde la muerte sigue amamantando a su niño. 
 
Almita (Visitación) Sibila, es otra mujer joven, jujeña de clase humilde, que es violada, asesinada, descuartizada y en parte, comida, por un faenador de reses con quien se resiste a tener relaciones sexuales. Este crimen aberrante conmovió de tal manera a la sociedad, que la gente la santificó y empezó a visitar su tumba para rezarle y pedir su auxilio.  


 
-Incluiste un relato de Diego Maradona como santo popular. Es precioso ese relato por varias razones. ¿Nos podés contár por qué lo sumaste en esta edición? ¿Qué te inspiró a escribirlo?

Ante todo, muchas gracias por esa apreciación. Es que Maradona, divinizado en vida por la llamada “Iglesia Maradoniana”, reúne todas las condiciones de un santo popular pero, a la vez, las sobrepasa. Él mismo, como futbolista, es el prodigio, el milagro, el hecho sobrenatural. Un “marciano”, según su hermano Hugo. Un ser que rompe todos los moldes. De algún modo su persona humana estalla ante ese don abrumador; por eso el personaje dice en mi cuento: “Soy un puente, un canal, nada más, que a veces se quiebra. Queda Maradona, queda la belleza, queda la alegría.”

¿Te podés explayar en la explicación que da Florencia Angilleta sobre por qué se puede querer 'al Diego' y ser feminista?

Por su biografía, Maradona es un personaje muy polémico e incómodo para una conciencia feminista clásica. Pero las nuevas generaciones ven otras aristas. Dice, con razón, Angilleta, que también es el que ha hecho llorar a varones que fueron educados con el mandato de que los hombres no lloran. Su arte exquisito, continúa, nos representa a todas y a todos: es “algo que nos arrasa, la fuerza de lo común”.  

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