Cinco hábitos simples para vivir de forma más sustentable todos los días

El cuidado del ambiente suele pensarse como un desafío enorme, casi inalcanzable. Pero cuando se lo lleva al terreno de lo cotidiano, adquiere un sentido concreto: cada botella reutilizada, cada caminata que reemplaza un viaje en auto o cada luz apagada a tiempo es parte de un cambio colectivo que, multiplicado, tiene un efecto real.

Según explica Pérez, se trata de mirar la rutina con otros ojos, entender que incluso los objetos más comunes —como una bolsa, una botella o un envoltorio— tienen un impacto. Y que podemos elegir distinto sin modificar por completo nuestra vida.

A partir de esta mirada, la experta comparte cinco prácticas sencillas para incorporar en el día a día:

1. Usar botellas reutilizables

Es una de las acciones más accesibles y efectivas. “Cada botella recargada evita que una nueva pieza de plástico entre en el circuito de descarte o termine en ríos y mares”, señala Pérez. Es un gesto mínimo que se multiplica rápidamente.

2. Moverse de forma más sustentable

Caminar, usar la bicicleta o elegir el transporte público reduce emisiones, pero también mejora la experiencia cotidiana: se gana tiempo de calidad, conexión con la ciudad y bienestar físico.

3. Cuidar el agua

Cerrar la canilla mientras lavamos, reparar pérdidas o reutilizar el agua cuando sea posible son prácticas que ayudan a preservar un recurso esencial que, en muchos lugares del mundo, ya es escaso.

4. Mirar la energía con responsabilidad

Apagar luces, desenchufar cargadores o aprovechar la luz natural genera un ahorro energético inmediato y fomenta una relación más equilibrada con los recursos.

5. Separar residuos y compostar

Es una de las acciones con mayor impacto positivo. Compostar transforma la basura orgánica en nutrientes para la tierra y reduce significativamente la cantidad de desechos enviados a rellenos sanitarios.

Entre las prácticas cotidianas, una de las más simbólicas es repensar el uso de bolsas plásticas. Cada minuto se consumen más de un millón en el mundo y su vida útil es mínima, pero pueden tardar siglos en degradarse.

“Las bolsas compostables ofrecen una alternativa más coherente, porque están hechas a partir de materiales vegetales y pueden descomponerse en pocas semanas bajo condiciones adecuadas”, explica Pérez. Más que un simple reemplazo, representan una nueva forma de relacionarnos con aquello que usamos y descartamos.

Vivir con conciencia no implica perfección, sino intención. Es preguntarnos qué podemos hacer hoy y empezar por ahí. Un hábito lleva a otro, y cuando menos lo esperamos, el cuidado deja de ser un esfuerzo para convertirse en una forma natural de estar en el mundo.

“El futuro también se crea desde las decisiones que tomamos todos los días”, resume Pérez. Y en esa suma de pequeñas acciones se esconde la posibilidad de un impacto profundo y compartido.