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Dejó su trabajo, se fue a Dubái y creó un emprendimiento de mates

Tras una propuesta laboral a su pareja, Viviana Domínguez hizo las valijas y voló al otro lado del mundo. Entre tanta soledad y nostalgia, descubrió un hobby que la acercó a sus raíces.


Su novio recibió una propuesta laboral en el exterior y Viviana dejó todo para acompañarlo

Su novio recibió una propuesta laboral en el exterior y Viviana dejó todo para acompañarlo



“Irse del lugar que te vio nacer no es fácil. Uno vive con el corazón partido en dos”, dice Viviana Domínguez que, en marzo de 2018, armó las valijas y voló hacia una nueva vida en el otro extremo del planeta. Si bien siempre tuvo un espíritu aventurero y viajero, esta jovencita -oriunda de Villa Martelli- nunca imaginó que tras conocer a Daniel, su actual pareja, la vida no sólo le regalaría un gran amor sino también una gran oportunidad: dejar Buenos Aires para mudarse a los Emiratos Árabes. 

La propuesta laboral que había recibido su novio -que trabaja en el área de sistemas- no era para desaprovechar. “Cuando Dani empezó a recibir propuestas del exterior, lo hablamos. Me preguntó si me iría con él y no lo dudé, aunque cuando me enteré que el puesto era en Dubai, dije: ‘¿Qué voy a hacer allá?’ Tenía mucho miedo, sobre todo porque mi inglés no era muy bueno”, cuenta quien de un día para el otro renunció a su trabajo en el área de Recursos Humanos y se sumergió de cabeza en este país desconocido.

Si bien nunca dudó en acompañar a su pareja, ya que es de las que piensan que “siempre vale la pena intentarlo”, quien la terminó de convencer para tomar ese vuelo sin pasaje de vuelta fue su papá que, entre mate y mate (un ritual de sus tardes), le abrió un abanico de posibilidades: “Me acuerdo que me dijo: ‘Lo peor que te puede pasar es tener que volver, ya sea porque no te guste, porque no te adaptes, porque extrañes o porque no funcione la convivencia, pero al menos viviste la experiencia’”, le aconsejó Don Teo. ¡Y cuánta razón tenía! No sólo vivir en un país musulmán fue una experiencia sumamente increíble, sino que le abrió las puertas del mundo y despertó en ella una nueva pasión.

La arquitectura de Dubai es tan impresionante que cada rincón es fotografiable. Acá, Viviana con el Burj Khalifa de fondo.

La arquitectura de Dubai es tan impresionante que cada rincón es fotografiable. Acá, Viviana con el Burj Khalifa de fondo.

“Dubái… ¡allá voy!”

Dubái la esperaba con todos sus lujos y excentricidades, pero también con todas sus reglas y prohibiciones. “Los primeros meses fueron duros, de muchos cambios. No es fácil ser la persona que acompaña, sobre todo en un lugar con costumbres tan distintas a las nuestras”, relata Domínguez, que, al pisar suelo árabe tuvo que dejar de lado ciertas prácticas para adaptarse a las reglas de una cultura muy distinta a la nuestra.

De a poquito, fue aprendiendo que las demostraciones de afecto en público (darse un beso, un abrazo o ir de la mano) estaban prohibidas. Así como también beber alcohol en la vía pública (tenés que tener licencia para comprar en lugares autorizados) o usar vestimenta sugestiva, ya que no se pueden mostrar los hombros ni las rodillas. Algo muy difícil para esta fashion girl que siempre se caracterizó por estar al último grito de la moda.

Cubrirse la cabeza y el cuerpo con una túnica es requisito para visitar la mezquita de Abu Dhabi

Cubrirse la cabeza y el cuerpo con una túnica es requisito para visitar la mezquita de Abu Dhabi

En lo laboral, la situación también era complicada. “Sabía que no iba a poder trabajar porque al no estar casada no tenía visa de trabajo. Y, si bien intenté hacerlo freelance como IT recluter para Argentina, no funcionó porque soy una persona a la que le gusta trabajar en equipo, entonces hacerlo a la distancia fue difícil. No tenía disciplina para seguir el ritmo o estar frente a la compu seis u ocho horas como en la ofi”, recuerda quien, entre tanto tiempo libre, sumó un nuevo hobby a su gran lista: hacer manualidades.  

“Empecé a ver videos en YouTube, a comprar cursos online para hacer tapices en macramé y descubrí esa faceta que tenía relegada por la rutina. Por eso siempre digo que está bueno aburrirse para descubrirse”, reconoce quien, sin imaginarlo, terminó creando Casa Petra, un emprendimiento de mates pintados a mano y objetos de decoración tejidos en macramé.

Lo que la pandemia nos dejó

Al no tener visa de residencia, Vivu, pequeña viajera (como se llama su cuenta de Instagram), tuvo que salir del país cada tres meses para renovar su visa de turista. Fue así como conoció casi toda Europa y lugares increíbles como Japón, Tanzania, India, Camboya y Grecia, entre otros destinos. Sin embargo, en octubre de 2019, su pareja recibió una nueva oferta laboral y se mudaron a Países Bajos, más precisamente a la ciudad de Utrecht. “De Dubái me fui llorando, algo impensado. Era mi hogar y fue difícil dejarlo. Acá la vida es muy distinta, el clima es todo lo contrario (el invierno parece de seis meses), pero bueno, me gusta la libertad con la que ahora vivo”, reconoce, tras dejar atrás los mandatos musulmanes.

Viviana y Daniel en uno de los lugares más emblemáticos de Holanda

Viviana y Daniel en uno de los lugares más emblemáticos de Holanda

Como extrañaba mucho a su familia (y además se casaba una amiga), en febrero de 2020 esta muchachita volvió a Argentina. Sin saber que una pandemia azotaría al mundo y extendería su estadía por casi ocho meses. Aburrida por el encierro y sin boleto de regreso por el cierre de las fronteras, esta chica “inquieta” puso en marcha ese proyecto que venía merodeando en su cabecita desde hacía tiempo: Casa Petra. “El mate es un objeto muy importante en mi vida. Me recuerda a esas charlas con mi papá donde me contaba cien veces las mismas historias”, confiesa sobre cómo surgió su idea.

Casa Petra se caracteriza por los mates de madera pintados a mano y deco en macramé

Casa Petra se caracteriza por los mates de madera pintados a mano y deco en macramé

Sin embargo, antes de lanzar su emprendimiento tuvo que convencer a una amiga “que sabía pintar muy bien”, ya que sola no se animaba. Mientras su socia se ocuparía de pintar los mates a mano, ella se encargaría de poner en práctica todo lo aprendido en macramé a través de tapices, borlas, objetos de decoración y detalles para el packaging. También, se ocuparía de las redes sociales, algo que la apasiona y que se puede ver reflejado en su feed de Instagram. 

Con mucho trabajo y dedicación, el proyecto creció a pasos agigantados. Hasta que un día la cuarentena se hizo más flexible, los trabajos recuperaron su presencialidad y los aviones volvieron a los aeropuertos. Ya sin su amiga a bordo y con pasaje de regreso en mano, Vivi tuvo que tomar una decisión: seguir con su proyecto a la distancia o recordarlo como una linda experiencia pandémica. Y fue nuevamente Don Teo quien la alentó a seguir adelante y le ofreció su ayuda.

 

“Emprender a la distancia fue todo un desafío, pero nos organizamos y con la ayuda de mi papá y mi hermano hicimos un gran equipo. Mientras yo coordinaba los envíos, hacía el contacto con el cliente y manejaba las redes, ellos se ocupaban de los proveedores y el packaging”, cuenta esta emprendedora que hasta vendió sus mates en Europa e hizo que muchos extranjeros probaran la famosa infusión argentina. Hoy, sus productos pueden conseguirse en el showroom de Manada Almacén o por encargo.

Los mates de Casa Petra llegaron hasta la Fontana Di Trevi

Los mates de Casa Petra llegaron hasta la Fontana Di Trevi

La nostalgia de estar lejos

“Siento mucha libertad”, dice Vivi cada vez que le preguntan qué es lo que más le gusta de vivir en Países Bajos (además de las bicisendas para moverse por toda la ciudad y la variedad de quesos). La gran oferta de trabajo part-time también es algo que destaca, ya que eso le permite “aprender cosas nuevas” o realizar sus hobbies.

A diferencia de Dubái, las leyes de Holanda dan visa por concubinato y entonces esta “expat” pudo conseguir un trabajo en relación de dependencia. “Lo que más me gusta es la moda, así que mi primer trabajo fue en ZARA de Amsterdam. Nunca en mi vida había trabajado en una tienda y la verdad es que descubrí un mundo nuevo”. Ahora se cambió a un local de Mango en Utrecht, la ciudad en la que vive. Su estilo y gusto por la moda la llevó no sólo a ocuparse de la caja, sino también de armar los looks de vidriera y de atender y aconsejar a los clientes “en el idioma que pueda”.

 

“El holandés me resulta muy difícil. Aprendí algunas palabras sueltas, pero muy pocas, no puedo hablar fluido”, dice. Se comunica la mayor parte del tiempo en inglés. Otra de las cosas que le cuesta a esta amante del verano y la playa es el clima frío. “Acá el invierno es largo, no son tres meses, son como seis. Aparte los días son grises”, agrega. Extrañando el calorcito de Dubái.

Vivi ama recorrer las pintorescas callecitas de su ciudad

Vivi ama recorrer las pintorescas callecitas de su ciudad

En su ranking de “las cosas que más extraña de Argentina” figuran las medialunas, la movida cultural de Buenos Aires, la indumentaria (especialmente los zapatos) y las reuniones con amigos. “Extraño mucho la espontaneidad. Acá está todo muy organizado y así también son las relaciones. No existe eso de: ‘te invito a mi casa’; algo que para nosotros es súper común. Cuestan mucho más los lazos”, cuenta. Ella armó un grupito con los argentinos que están en su misma situación. “La distancia se hace más corta así, uno comparte el desarraigo, los mismos miedos, los mismos chistes”, agrega.

“Uno nunca deja de extrañar. Estando acá aprendí a valorar un montón de cosas que tenemos en nuestro país y que por la rutina o por vivir a un ritmo alocado no lo vemos”, resalta, mientras comparte su kit de supervivencia para los días bajón: “Me aferro a los recuerdos, miro fotos y tengo armada una playlist con esas canciones que sonaban en mi casa desde Mercedes Sosa, pasando por Cacho Castaña hasta Soda Stereo.

A pesar de estar viviendo una de las experiencias más enriquecedoras y haber mejorado considerablemente su calidad de vida, Vivu está muy segura de algo: su lugar es Argentina. “Tenemos pensado volver. No sabemos cuándo pero lo único que sabemos es que acá no nos queremos hacer viejitos”, advierte con una sonrisa. 

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