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Lali Espósito y su bisexualidad: "Me mentía un montón, no aceptaba que me gustaban las minas”

En el Día Internacional de la Bisexualidad analizamos por qué hay tantos prejuicios con esta orientación sexual.


Lali habla sobre su bisexualidad.

Lali habla sobre su bisexualidad.



La bisexualidad empezó a salir del clóset. La cantante, actriz e influencer Lali Espósito contó en una entrevista: "Me mentía un montón. No aceptaba que me gustaban las minas o que tenía como una dualidad". Y dijo que cuando reconoció sus preferencias sexoafectivas decidió plasmarlo en su música, en canciones como "2son3" y "N5".

Cada 23 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Bisexualidad, fecha concebida para visibilizar esta orientación sexual que, muchas veces, carga con prejuicios y genera marginación, incluso en la propia comunidad LGBTIQ+. La visibilización de artistas de llegada masiva a las infancias, adolescencias y juventudes, como Lali Espósito, ayuda a que cada uno se anime a ser quien es.

 

Martino Tey Albizzi tiene 52 años y cuenta que recién ahora puede decir que es bisexual. Si bien desde la adolescencia tuvo novias, cuando se sintió atraído por varones y lo habló en su círculo de amistades le pusieron la etiqueta de gay, él mismo lo hizo. No había lugar para otra cosa en los años 80.

Con la visibilización de la diversidad sexual él conoció el concepto de bisexualidad y se identificó con él: seguía sintiendo atracción por mujeres y, aunque tuvo mayoritariamente relaciones con hombres, también se vinculó afectivamente con chicas a través de los años.

Sin embargo, no entendía por qué, pero sentía que no había lugar para esa orientación sexual que a él lo definía. Incluso en la comunidad LGBT de la que participaba recibía comentarios descalificativos.

“Decidí no nombrarme bisexual porque había gente que me decía: ‘te decís bisexual porque no querés asumir que sos gay’ o ‘te conviene decir que sos bisexual para tener más chances de salir con varios’, ese tipo de cosas”. Hace unos años, desde que milita en la organización Zona igualdad, pudo apropiarse de esa etiqueta. “No me cierro a las posibilidades de la afectividad, por eso me considero bisexual”, dice. Me costó años nombrarme así.

Pese a que está en vigencia desde hace 12 años la ley de matrimonio igualitario y, desde hace 10, la de identidad de género, que trajeron información y debate sobre diversidad en todos los ámbitos de la vida cotidiana, aún falta. Incluso últimamente empezaron a visibilizarse orientaciones sexuales desconocidas, innombradas hasta ahora: pansexual, demisexual, polisexual, asexual, por nombrar algunas. Pero aún pareciera que la bisexualidad tiene que lidiar con más prejuicios, como si a la sociedad le costara abrirle un lugar sin juzgarla.

Martino relata un episodio reciente que vivió en el grupo de reflexión de varones diversos que coordina Alejandro Viedma y al cual asiste hace años. “Nos presentamos todos ante un compañero nuevo que se sumó al grupo. Cuando me definí como un varón bisexual, que estoy en pareja hace 8 años con otro hombre, me dijo que a él le hacía ruido lo de bisexual. Dijo: ‘No saldría con alguien así, porque no sé si puedo competir con una mujer’. Es el fantasma de pensar que alguien bisexual no puede ser monógamo. Ser bisexual no quiere decir ser fiestero, romper los pactos con mi pareja”.

Aparecen, claramente, los preconceptos en torno de la bisexualidad. La periodista de cine Milagros Amondaray, en el libro #LESRARES (Milena caserola), cuenta que cuando tuvo su primer noviazgo con una mujer –después de años de vínculos con varones- necesitó definirse como bisexual para sentirse “representada”. Y se ocupa de derribar tres prejuicios sobre la bisexualidad, que menciona así: “Los bisexuales son todos promiscuos; ah, entonces debés tener el doble de sexo que una persona heterosexual u homosexual y decís que sos bisexual porque no querés reconocer que sos lesbiana”. 

Tras explicarlos uno a uno reflexiona: “Los prejuicios, lamentablemente, no terminan ahí, en gran medida porque no se considera como opción que las personas bisexuales podamos entablar vínculos de una manera mucho más libre (…) Libre de elegir estar con un hombre o con una mujer de acuerdo a mis necesidades del momento”. 

Enfatiza en la necesidad de ponerse ese rótulo, que comparte con su esposa –ahora está casada con una mujer bisexual. “Me gusta definirme como bisexual porque es una orientación que es real, que existe y a la que es positivo nombrar para que quede instalada y no se convierta en un mito”.

El psicoanalista especializado en diversidad sexual Alejandro Viedma (@aleviedmapsi) habla de la necesidad de etiquetarse que tienen muchas personas. Señala que, nombrarse de una determinada manera, por un lado, ayuda a afinar búsquedas y formas de vincularse y, también, a poder identificarse e integrarse a subgrupos específicos, algo que se vive como haber encontrado un lugar propio, con el plus de la fuerza que implica lo colectivo.

“Sentirse parte de algo y la información empoderan. La orientación sexual constituye sólo un rasgo de nuestra personalidad, pero no es cualquier dato: muchos seres humanos lo consideran central en su identidad”, dice.

Bisexualidad en el trabajo

La posibilidad de nombrarse bisexual en el ámbito laboral también es importante. Talia Szulewicz, equipo de Grow- género y trabajo, se ocupa de estos temas y señala que aún es muy común que la sexualidad se oculte por miedo al acoso, al trato diferencial o a la discriminación.

Cita una encuesta realizada por la Consultora Nodos en la que más de 1 de cada 4 personas de la comunidad LGBTIQ+ sufrieron acoso, violencia o discriminación en su espacio laboral. En el caso de las personas bisexuales, el 36% de los/as encuestados/as vivieron situaciones de acoso, y el 26% de las mujeres bisexuales frente al 32% de los varones bisexuales situaciones de discriminación.

Ante esto, Szulewicz propone distintas acciones para asegurarnos que todas las personas se sientan incluidas y respetadas. “El primer paso es salir de la ‘heteronorma’. Hay que de asumir que todas las personas son heterosexuales, ya que los vínculos pueden ser diversos”, dice. Para implementar esto, sugiere no asumir el género de las parejas en las empresas ni preguntarlo en las entrevistas laborales.

Otro punto a deconstruir, que incluye también a las personas heterosexuales, es evitar asumir que todos/as tienen pareja, y que esta es la manera de vinculación más importante. Tampoco hablar de la ‘familia tradicional’, sino dar cuenta de la diversidad de familias. Además, es necesario permitir todas las formas de ser, vestirse, expresarse. “Hay ciertas formas de ser muy ligadas a la heterosexualidad obligatoria. Frases como ‘que hagan lo que quieran, pero que a mí no me hablen’ o ‘es gay, pero no parece’, siguen siendo pensadas y escuchadas. Estas nos hablan de estereotipos y perpetúan que haya una forma de ser según la orientación sexual, cuando cada persona es diferente”, agrega la experta.

La intención no es “sacar a las personas del clóset” o exponer la orientación sexual o identidad de género, sino generar espacios propicios para que nadie sienta que debe ocultar lo que es.

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