
Cómo recuperamos la espontaneidad en el amor, según una experta
En una cultura que mide todo —desde el éxito laboral hasta la felicidad—, el amor también parece tener que rendir cuentas. La psicoanalista Ornella Benedetti reflexiona sobre cómo la búsqueda de “vínculos perfectos” nos aleja del disfrute y por qué amar también implica aceptar la imperfección.
29 de octubre de 2025

¿Cómo recuperamos la espontaneidad en el amor? - Créditos: Getty
En tiempos en los que todo se mide con la vara del rendimiento (el cuerpo, el trabajo y hasta la felicidad), el amor también está obligado a rendir cuentas. Hoy los vínculos sexo afectivos parecen responder más a proyectos personales que a algo compartido: se evalúa cuánto damos, cuánto recibimos, si la otra persona se comunica bien y cuántos “momentos de calidad” vivimos.
Pero cuando el amor se mide, deja de ser un lazo y empieza a parecerse a una tarea, algo que en lugar de dar placer demanda esfuerzo. Y cuando el amor se vuelve una tarea, deja de sentirse: se administra, se gestiona… se vuelve un trabajo más.
Hace unos días, un paciente me contaba que su novia le decía una y otra vez que tenían que crear “momentos de calidad”. Y él pensaba: “¿Y entonces lo que tenemos… qué es?”.
Nos desesperamos tanto por etiquetar lo que vivimos que nos olvidamos de atravesarlo. Ya no se trata solo de amar, sino de hacerlo bien. Hay que saber comunicar, resolver rápido, no depender, sostener el deseo, disfrutarlo “todo”. El amor se volvió un emprendimiento afectivo donde cada uno gestiona sus emociones y evalúa sus resultados, por si hubiera algo que se podiera optimizar.
Buscamos espontaneidad, pero planificamos cada milímetro de un encuentro; queremos libertad, pero la medimos. No sorprende que, cada vez escuchemos a más personas decir que sienten pereza de vincularse. Ya no se trata de encontrarse, sino de rendir. “Me cuesta volver a empezar”, “no tengo energía para conocer a alguien”, “es una paja conocer gente”, escucho a diario en consulta. Es que vincularse implica exponerse a la evaluación constante y, sobre todo, a la autoevaluación. Amar en una época donde todo debe tener un propósito nos agota.
Tal vez, la salida no sea “mejorar” la forma de amar, sino aflojar con tanta exigencia y aceptar que el amor también puede ser torpe, cotidiano e imperfecto. Que no todo tiene que ser intenso ni inolvidable. Que los momentos de calidad muchas veces no se planifican: se reconocen cuando ya pasaron.
Muchas veces, lo más lindo de vincularse se encuentra en rutinas y pequeñas sorpresas cotidianas. Quizás amar consista en no rendir tanto, en no tener que explicar tanto, en lo espontáneo. En dejar de evaluar si la relación “funciona” para simplemente habitarla. Porque cuando el amor deja de ser una tarea, vuelve a ser un encuentro.
Por Ornella Benedetti, psicoanalista, cofundadora de RedPsi, coautora de Imperfectos y Verdades no dichas. En IG: @orne_psi y @redpsi. Gentileza para OHLALÁ!
SEGUIR LEYENDO


"Soy la primera que tuvo hijos": cómo siguen los vínculos con las amigas
por Candela Urta

Guillermo De Zan y las constelaciones familiares: “Sanar al clan requiere amor y valentía”
por Euge Castagnino y Juliana Yantorno

Estas son las pulseras vibratorias que usan Nico Occhiato y Flor Jazmín para la distancia
por Redacción OHLALÁ!

La Generación Z: monetizan la identidad y así cambian las reglas del juego en el trabajo
por Redacción OHLALÁ!



