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Discusiones de pareja constantes: claves para abrir un diálogo sano

En la pareja, muchas veces vivimos desacuerdos y opiniones diferentes. Pero, ¿qué pasa cuando esto se vuelve habitual y conflictivo? Te contamos las claves para abrir un diálogo sano entre ambos.


Parejas que discuten: claves para mejorar el diálogo.

Parejas que viven discutiendo: claves para mejorar el diálogo. - Créditos: Getty



La afinidad y la buena comunicación en la pareja son claves. Somos conscientes también de que todo vínculo se nutre de diferencias. Dejar entrar nuevos puntos de vista, escuchar otras opiniones y formas de ver la vida, siempre suma y aporta, pero ¿qué pasa cuando lo que nos separa es más que lo que quisiéramos? Y más importante aún, ¿qué sucede cuando los desacuerdos son sobre áreas que no estamos dispuestos a negociar? 

Porque no es lo mismo disentir a la hora de elegir el destino de las vacaciones que en la forma de planear una familia o imaginar una vida juntos. No es igual no ponernos de acuerdo en el color de la pintura de nuestro cuarto que en si queremos o no tener hijos. Y debajo de estas pequeñas grandes cuestiones están y afloran nuestras historias individuales, caracteres y personalidades, que hacen que cada relación sea tan única como compleja. Sí, es cierto que hay aspectos trascendentales en los que opinar distinto no es negociable (y, en esos casos, habrá que replantearse el futuro del vínculo), pero, para aquellas discrepancias que sí son salvables, podemos intentar abrir diálogos y encontrar acuerdos. En esta nota, algunos consejos para poner en práctica.

5 claves para entablar el diálogo

Claves para abrir el diálogo con la pareja.

Claves para abrir el diálogo con la pareja. - Créditos: Getty

Puede parecer complicado, podemos sentir que la comunicación se corta y chocamos contra una pared, sí, todo eso y mucho más, pero el diálogo acerca, construye intimidad y es súper necesario. Te damos, entonces, algunos consejos para limar diferencias a través de encuentros constructivos que valgan la pena:

  1. 1

    Escucha activa: acercarnos a charlar dejando de lado todos los pensamientos y argumentos propios. No esperar a que el otro haga una pausa para responder enseguida sino hacer silencio y dar señales de que estamos escuchando con atención y comprendemos sus opiniones a pesar de no estar de acuerdo. 

  2. 2

    Planteos suaves: poner sobre la mesa los temas que nos enfrentan de forma suave y amigable es siempre una buena estrategia que, además, predispone al diálogo y al acercamiento de una forma mucho más efectiva. Recordando en todo momento que nos queremos, que tenemos un proyecto juntos y que todas las diferencias pueden utilizarse para sumar al vínculo.

  3. 3

    Hablar desde uno mismo: enfocar los conflictos desde lo que nos pasa a cada uno y no desde lo que hace o piensa el otro. “Yo siento...”, “yo creo...”, “a mí me pasa...”, pueden ser formas mágicas de empezar una conversación y que, además, generan un estado fértil de apertura y de buena predisposición. 

  4. 4

    Reducir la negatividad: en el punto de vista del otro siempre hay cosas para rescatar, considerar o valorar. Intentemos no acercarnos invalidando de antemano lo que sabemos o intuimos que va a decirnos. Entendamos que su universo es diferente al nuestro y que, seguramente, si sumamos, saldremos ganando mucho más que enfrentándonos o dando por hecho que nuestra opinión es la única acertada. 

  5. 5

    Identificar lo importante: no todo es tan grave ni tan serio. Hay temas que son profundos y trascendentes y otros, muchísimos, que no. Existen infinidad de pequeños desacuerdos que no desestabilizan ni mueven la estructura de una relación sólida. Entonces, la próxima, antes de saltar, marcar, corregir o dejar en claro que no estamos de acuerdo, quizá podamos preguntarnos: ¿vale la pena entrar en el tema? ¿Es necesario charlar sobre esto, sabiendo que quizá nos lleve a lugares que no nos hacen bien y de los cuales luego nos cuesta salir?

¿A dónde queremos llegar? 

Muchas parejas están convencidas de que deben resolver todos aquellos puntos de desacuerdo, pero... buenas y malas noticias: según los expertos, esto no debería ser así. Aproximadamente un 70% de los conflictos a los que se enfrenta una relación son perpetuos. Es decir, no tienen solución. Están basados en diferencias permanentes de personalidad y necesidades de cada uno, con lo cual las opciones que tenemos frente a esto son dos: dialogar y aceptar que somos distintos o vivir en un estado de lucha, conflicto y permanente dolor. Si apuntamos a un vínculo sano y evolutivo, la clave sería que lográsemos aprender a convivir con ciertas diferencias en lugar de tratar de resolverlas. 

De todas formas, no todos los conflictos son iguales. Algunos llevan una agenda oculta dentro. Hay parejas que tienen las mismas discusiones una y otra vez y el motivo silencioso de esto es que la posición de cada uno está clavada en un profundo significado personal que tiene base en valores, sueños y anhelos individuales. Por ejemplo, si tenemos diferencias en torno al manejo del dinero, lo que en realidad estamos disputando son distintas formas de relacionarnos con él en cuanto a símbolo de libertad, valor y poder. En resumen, muchas veces lo que estamos discutiendo tiene sueños atrapados dentro. 

Por eso es muy importante descubrirlos y develarlos, tanto los que sean nuestros como los del otro, para así, entonces, encontrar la forma de respetarlos y valorarlos como cada uno se merece. Porque estamos juntos en esto y porque, sobre todas las cosas, siempre debe prevalecer la intención de trabajar para mejorar la situación, tanto en las buenas como en las malas situaciones. Lograr esto nos va a ayudar a potenciar las cualidades positivas de la pareja y nos impulsará a vivir agradecidos por lo que tenemos, poniendo el foco en todo lo bueno, en lo amoroso y en lo que sí hay. .

S.O.S.: Cuándo pedir ayuda

La falta de acuerdo en una pareja es necesaria y vital para que la relación crezca, y no debe preocuparnos ser diferentes, siempre y cuando no crucemos ciertos límites. Te describimos a continuación algunas red flags que indican que quizá ya sea momento de pedir ayuda: 

  • Perdimos el respeto: ya no respetamos la palabra o la forma de pensar del otro y desvalorizamos constantemente sus opiniones, emociones o ideas.

  • Cuidado. Evitemos herirnos o lastimarnos con actitudes y palabras que, seguramente, más adelante vamos a lamentar. 

  • Todo es conflicto: la batalla es total. Desde la temperatura del aire acondicionado hasta si salimos este finde o no. Cuando la energía de la discusión se instala, muchas veces es difícil salir solos. Busquemos algún terapeuta o amigo que nos dé una mano y en quien podamos confiar. 

  • No hay interés: tan nocivo como discutir todo el día es ignorarse o dejar de hablar. Otra llamada de atención para tener en cuenta, ya que la distancia aleja, despacito y cada día un poco más. 

  • Jugamos el juego de las represalias: si alguna decisión está en jaque, aquel que termina cediendo, de alguna forma, se lo cobra al otro. Con mal humor, comentarios irónicos o simplemente recordándoselo a cada momento. Es difícil, pero intentemos dejar nuestro ego de lado y prioricemos una convivencia sana y en paz. 

  • La escalada es con violencia: parece obvio, pero igualmente no podemos dejar de mencionarlo. Si las diferencias pasan a ser discusiones que escalan hasta mostrar signos de cualquier tipo de violencia física o verbal, pongamos el límite a tiempo y urgente pidamos ayuda. 

Experta consultada
Lic. Asunción Barrancos
Especialista en pareja y familia
lic.mabarrancos@gmail.com

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por Redacción OHLALÁ!


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