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El fuego es tu llama vital: ¿qué tan encendida estás?

El fuego es tu llama vital, la pulsión del deseo, eso que te conecta con la vida, con las ganas y con la pasión. ¿Dónde vive tu fuego vital? Una nota para que conectes con vos.


El fuego es tu llama vital: ¿qué tan encendida estás?

El fuego es tu llama vital: ¿qué tan encendida estás? - Créditos: Getty



Hay una luz que se enciende en nosotras cuando pensamos en un deseo que nos resulta especial. Puede ser ese viajecito que querés hacer, esa profesional que querés llegar a ser algún día, una imagen de vos que te gusta mucho o pensar en alguien que te eleva. Es una emoción cargada de un entusiasmo que no podés explicar pero que se siente bien; es la chispa que, si la alimentás, se vuelve fuego, tu propio fuego.

Ahí está el misterio a develar: ¿cuál es el fósforo que enciende tu propio fuego? Porque de nada vale compararse ni tratar de vivir con deseos que –en realidad– encienden la fogata de al lado. El parámetro sos vos, cómo está tu fuego y cómo lo sentís. “Ser fuega” es verte y que te vean deseante y conectada con vos. ¿Cómo está el fuego en tu vida? ¿Sentís, a veces, la necesidad de que aumente?  

¿Dónde vive tu fuego vital? 

Primero, te contamos de qué se trata este elemento en el cuerpo humano, para que entiendas cómo su intensidad impacta en tu día a día. El fuego se relaciona con el metabolismo, con la capacidad de digerir, pero también con la mente, el intelecto, la asertividad, el enojo y el deseo sexual. Tanto es así que, si estamos con el fuego bajito, para el ayurveda, se puede traducir como una digestión pobre, que se te inflamen los intestinos, sentirte poco creativa, estar mentalmente más lenta, aletargada o borrosa, y, por supuesto, el deseo sexual también estará bajo (en comparación con lo que suele ser).

Si tenés el fuego alto, en cambio, seguramente te enojás mucho, te ponés workaholic y se te dispara la mente todo el tiempo. Te puede dar acidez o gastritis, y también exceso de calentura sexual. Por último, si estás en equilibrio, seguramente sientas entusiasmo, ganas de moverte, impulso para ir hacia tus deseos y para conectarte con quien sos. Te preguntarás cómo medirlo y cómo saber si tu fuego está bien: seguí leyendo.  

En la carta natal  

Todos venimos con una carta natal en la que tenemos un balance de elementos: nos componemos de fuego, agua, aire o tierra, en distintas medidas. En astrología, el elemento amarillo y naranja simboliza la energía vital, y hay tres tipos de fuego:  

  • El fuego ariano: es fuerte, arranca, pone primera e inicia el camino.

  •  
    El fuego leonino: asociado al brillo, a mostrarnos, a la expresión, a la creatividad, a lo artístico, a un lugar más personal y único.

  • El fuego sagitariano: es más filosófico, más buscador, es el fuego de la búsqueda del propósito, del sentido, está muy asociado también a los viajes, tanto físicos como espirituales. Hay personas que en su mapa natal tienen más fuego y les sale naturalmente conectarse con su propia chispa, son las que tienen luna, sol o ascendente en los tres signos que nombramos. Ellas pueden sentir que siempre hay una energía de fuego presente. En el otro extremo, están quienes tienen que trabajar más para llegar a su fuego, porque en su carta hay poquito.  

Conectarte con tus ciclos 

Somos seres cíclicos. Muchas veces nos apagamos, a veces el fuego está muy arriba, a veces baja. En ningún caso es un problema, siempre son periodos naturales. Nuestro organismo es como la naturaleza: el sol del mediodía es fuerte, después baja y al otro día vuelve a salir. Entonces, no te quedes con el mandato de estar siempre activa y encendida, haciendo mil cosas.

Lo mejor es respetar que hay tiempos para que ese fuego esté en su máxima expresión y usarlo, y después también aceptar que hay momentos más tranquilos, sin forzar la rueda.  Por último, yendo al plano emocional, sentirse apagada también puede tener que ver con frustraciones reiteradas, con expectativas que no se vieron satisfechas o con un estado de desilusión: ¿para qué lo voy a intentar si no funciona? Sucede mucho con relaciones sentimentales, ¿no?, en las que el pensamiento es “para qué me voy a bajar Tinder si no voy a conocer a nadie”; pero también en relaciones laborales: “para qué voy a actualizar mi LinkedIn si no voy a conseguir el trabajo que quiero”.

En estos casos, la falta de deseo sería el extremo opuesto a la motivación. Es importante que diferencies si es algo crónico o si es una etapa; si es más profundo o si es más energético. Distinguir las emociones te puede ayudar a ponerles un nombre a tus estados y, en consecuencia, actuar sobre eso. Tristeza no es lo mismo que pereza o procrastinación. Si el estado de desconexión o falta de deseo se prolonga, es necesario hacer una consulta psicológica para abordarlo. 

El apagón sexual: ¿qué lo provoca?  

Hay diversos motivos que pueden hacerte sentir apagada sexualmente y cada uno de ellos es perfectamente natural. 

1) Prevalencia hormonal: las personas que tenemos ciclo menstrual ovulatorio tenemos  diferentes momentos en los que la libido está enfocada en diferentes cuestiones. Eso puede predisponernos a un tipo de energía u otra: estar más “fuegas” o estar más “aguas”.  

2) El estrés: influye en el deseo sexual por una cuestión química, más allá de lo subjetivo. Muchas veces estamos tratando de ser 100% productivas, pero necesitamos momentos de descanso para conectarnos con el deseo. 

3) Momentos de la vida: no es lo mismo conectarse con el fuego cuando recién parimos que cuando estamos dando la teta o cuando no somos madres. Tampoco es lo mismo si estás en perimenopausia, si ya entraste en la menopausia o si tenés veinte años y estás indagando en la sexualidad como una forma más propia. Los momentos de la vida a nivel subjetivo, cultural y hormonal traen prevalencia de las diferencias en el interés, en la disponibilidad emocional, energética y en la sexualidad también.   

¿Cómo avivar tu chispa?  


Todos tenemos acceso a la fuente del fuego y a su energía. Lo principal es el trabajo personal, para saber qué queremos y a dónde queremos llegar. Descubrir qué te enciende, de qué te dan ganas, qué te mueve y qué deseás es el camino más largo, pero también más productivo. Mientras tanto, hay prácticas específicas que pueden ayudarte cuando sentís la llama bajita. Te damos algunos “chispazos” para encenderte: 

- Exponete al sol: el sol es un agente asociado al fuego, así que ponete al sol durante unos minutos al día y absorbé vitamina D. 

- Miralo: observá por un ratito la llama de una vela. O prendé una pequeña fogata y conectate con su energía. 

- Usá cristales: los cristales amarillos y naranjas, como el citrino, están asociados a la energía del fuego, usalos en pequeños altares, en colgantes o de alguna otra manera cerca de vos.   

- Comé cítricos: ayudan a elevar la energía del fuego. 

- Hacé aromaterapia: con aceites esenciales de limón o naranja. 

- Automasajes: antes de irte a dormir, probá con un automasaje en los pies con aceite de coco. O con un masaje en los pechos con aceite de lavanda o de rosas. Es una práctica tántrica de sanación emocional. 

- Hacé respiraciones de fuego: hacé algunas respiraciones exhalando por la boca, soltando suspiros tipo gemidos; te van a ayudar a relajar y a conectarte con el caldero pélvico y dejar que el fuego emerja. 


Expertas consultadas: 
Sofía Slobo Parisi. Terapeuta ayurvédica especializada en salud hormonal y educadora sexual.  @sofiasloboparisi. 
Patricia Faur. Psicóloga especialista en dependencias emocionales. @patofaur. 
Julieta Suárez Valente. Astróloga, tarotista y escritora. @astrologia_y_conciencia.  

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