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Ansiedad: ¿cómo podemos manejarla con ayuda de las neurociencias?

Ansiedad: ¿cómo podemos gestionarla? ¿por qué el entrenamiento del optimismo y la práctica de la generosidad impiden que se propague la ansiedad? Herramientas de las neurociencias para estar mejor.


Un cerebro optimista aleja la ansiedad.

Un cerebro optimista aleja la ansiedad.  - Créditos: Getty



Ansiedad: ¿cómo podemos gestionarla? ¿por qué el entrenamiento del optimismo y la práctica de la generosidad impiden que se propague la ansiedad? 

En un mundo tremendamente acelerado, que se transforma a toda velocidad, el sentimiento de ansiedad se hace presente a diario en nuestras vidas cotidianas 

¿Qué es la ansiedad? 

La ansiedad nace del miedo y es un estado de agitación, inquietud e intranquilidad excesivamente intensa con relación a la supuesta peligrosidad del estímulo que la causa. La misma dificulta la flexibilidad fisiológica, provocando una respuesta más lenta ante las situaciones de estrés, preocupación o bienestar.  

¿Cómo nos anticipamos a los cambios y cómo gestionamos la ansiedad y la incertidumbre? 

Nuestra mentalidad importa, porque condiciona la manera de ver al mundo. Hoy se sabe que la preocupación acelera el envejecimiento cerebral, por lo tanto la actitud mental que tengamos a diario es también una forma de medicina preventiva.  

Frente a una amenaza incierta lo primero que tendríamos que preguntarnos si es real o imaginaria y en qué medida son realistas las catástrofes que presentimos.

 

La segunda pregunta es: ¿qué es lo que está a mi alcance y puedo controlar? 

Querer ocuparnos de las amenazas no controlables por nuestra parte es una fuente segura de insatisfacción y de ansiedad. La rumiación constante, el sobre pensar y el anticipar lo peor con escenarios tremendistas solamente acrecienta nuestra ansiedad. 

Nuestro cerebro constantemente se pregunta, ¿y si?.... ya que en modo supervivencia anticipa lo peor. 

Muchas  preocupaciones no dependen de nosotros mismos, por eso tenemos que ocuparnos de las cosas que dependen de nosotros y despreocuparnos de las cosas que no controlamos. 

Por este motivo, es importante custodiar nuestro foco de la atención y nuestro diálogo interno: 

  • No alimentando nuestros miedos

  • Siendo conscientes cuándo nos hablamos desde la autoexigencia y de manera negativa 

EVIDENCIAS DE LA NEUROCIENCIA DEL BIENESTAR 

¿Por qué la práctica de la generosidad y el entrenamiento del optimismo generan una barrera protectora en el cerebro que impide que se propague la ansiedad? 

Cerebro generoso 

La generosidad es la manera más efectiva de activar circuitos en el cerebro asociados con el bienestar y las emociones agradables.  

El altruismo de la generosidad se define como una actitud y acción de procurar el bien ajeno. Cultivar la generosidad como un hábito en nuestras vidas, beneficia nuestro bienestar ya que está demostrado como aumenta el número de pensamientos positivos, disminuyendo la rumiación y la sensaciones diarias de ansiedad. 

Cuando cuidamos a las personas, cuando cooperamos con ellas, la serotonina y la oxitocina nos recompensan con sensaciones de seguridad, plenitud, pertenencia a una comunidad y confianza. 

A mí me gusta decir que, cuando alguien te presta atención, está ejerciendo la generosidad más pura. 

Por lo tanto participar en acciones y proyecto de cooperación, con fines de que incluyan altas dosis de altruismo, genera un profundo sentido vital y de unión a otras personas. 

Cerebro optimista 

Al optimismo se lo define como la disposición a ver las cosas bajo el aspecto más favorable, el grado en que la persona es propensa a valorar positivamente el futuro. 

Los tres elementos claves para promover el optimismo son: tener  objetivos y proyectos que nos hagan ilusión (planificar el futuro), encontrar diferentes maneras de alcanzar esos objetivos y proyectos a través de la flexibilidad cognitiva y fundamentalmente creer en la propia capacidad transformadora para generar los cambios y conseguir los objetivos a través de la persistencia. 

 

Las personas motivadas tienden a ser más optimistas y las personas optimistas tienden a motivarse con más facilidad. El cerebro tiene la capacidad intrínseca de aprender de la adversidad y afrontar los desafíos.  

Las personas optimistas tienen mayores recursos neuronales en un área del cerebro llamada corteza orbitofrontal, un aumento de la materia gris en esa zona protege a las personas de la ansiedad. Por tal razón, el optimismo es una actitud mental que nos facilita a abordar los acontecimientos de la vida desde una óptica más posibilista y positiva.

Y además, rodearnos de personas optimistas ayuda a entrenar esta actitud vital y que todos se sientan mejor, porque si de emociones hablamos el optimismo muchas veces suele venir acompañado de ilusión, esperanza, alegría, confianza y gratitud. 

  • ¿Tu vaso está medio lleno o medio vacío? 

  • ¿Qué cosas podemos realmente controlar? 

  • ¿Qué oportunidades escondidas y aprendizajes hay en los desafíos que se nos presentan a diario? 

  • ¿En qué actividades altruistas podemos involúcranos y cooperar? 

Cuida tu ánimo y foco de la atención y cuidarás tu bienestar y  salud personal y colectiva. 

 

Gaby Hostnik, especialista en Neurociencias aplicadas&Inteligencia Emocional. @gabyhostnik 

 

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