Si me mudo a otro país: ¿deberiá cambiar de psicólogo? - Créditos: Getty
Migrar no es fácil. Cuando una persona se muda de país lleva consigo muchos sueños y desafíos, pero también cosas que va a extrañar siempre y un duelo que es necesario procesar. En el transcurso puede haber soledad, presión, impotencia y muchas emociones encontradas.
¿En esa valija cargada de proyectos por construir sumamos a nuestro psicólogo? Flavio Calvo, psicólogo y docente, nos brinda una mirada del tema. “Los últimos tiempos me llevaron a acompañar virtualmente a muchos pacientes en su migración, comenzaron siendo pacientes en Argentina y diferentes circunstancias los llevaron a otras partes del mundo”, dice. “Otros comenzaron su espacio de terapia una vez allá por las necesidades y retos que el haber migrado les producía”.
Como decíamos, emigrar implica hacer un duelo con el país que se deja. Un duelo que no deja de ser un proceso, en el cual es importante hacer cierres para no llevar a otros lados las frustraciones o tristezas del lugar del que salieron.
“Es importante trabajar con quien emigra de modo que no se vaya huyendo de, sino buscando algo”, expresa Calvo. “Quien piensa en ‘huir de’ muchas veces se va a encontrar a sí mismo midiendo si está escapando de eso de lo que quiere escapar o no, lo que lo va a condicionar y ligar muchas veces al pasado que dejó”.
Para el terapeuta, es necesario reconocer, además, que emigrar no siempre significa tener una mejor calidad de vida. “Quien emigra, muchas veces, pasa por procesos de adaptación: debe aceptar trabajos mucho más precarios de los que realmente está capacitado para realizar, tiene que dejar de lado vocaciones o estudios para emprender algo nuevo”. Esto es parte de las pérdidas que hay que duelar.
Cosas que más afectan al migrar
En el migrar se suele poner en juego la identidad y, por esta razón, muchas personas buscan que los siga acompañando un psicólogo que conozca su cultura y contexto. La identidad se pone en juego al incorporar el acento de nuevo país, o al perder el propio acento si hablan un nuevo idioma; también, la identidad está en las comidas preferidas y sabores del lugar de origen. Muchas veces, se pone en juego esto de “en mi país esto no se hacía así”, no como queja, sino como una forma de aferrarse a lo que durante años definió a esa persona.
“En muchas ocasiones, quienes buscan acompañamiento de un psicólogo en su migración no son quienes recién se van. Las situaciones más complejas no aparecen en un comienzo del proceso de vivir en otro país. Al comienzo casi todo es aventura, es descubrir y conocer, sorprenderse con lo nuevo, aprender. Con el paso del tiempo, se van logrando objetivos, lo nuevo se vuelve conocido y, al ir asentándose, comienzan a surgir ciertos vacíos”, señala Calvo.
Es decir, el exilio deja de ser algo parecido a unas vacaciones y se convierte en un proyecto de vida en marcha. Es en ese momento cuando se pone en juego el proyecto de vida, el duelo migratorio.
El sentirse acompañado en todo esto es clave para las personas que emigraron, por eso el apoyo profesional suele ser fundamental para llevar adelante todo el proceso. Quien emigra lleva una valija que no pasa por la aduana, la de sus sueños, sus emociones, sus necesidades, sus afectos, sus duelos. Suele hacer una diferencia cuando el psicólogo acompaña en el desarrollo en el nuevo lugar de residencia.
Experto consultado: Flavio Calvo (MN: 66869). Dr. en Psicología, docente, tallerista y autor. IG: @calvoflavio