
Sos perfecta como sos: ¿cómo cortar con la autoexigencia?
Si sentís que te estás autoexigiendo demasiado, te damos una guía para que abraces tus imperfecciones y te mires con más amor y compasión.
7 de agosto de 2022

sos-perfecta-como-sos.jpg - Créditos: Getty Images
Excelente estudiante, brillante profesional, impecable mamá, divertida, creativa, rebosante de onda, una gran anfitriona y súper querida por todos. ¿Todo eso querés ser? Bien, muy probablemente seas una perfeccionista. Ahora, con una mano en el corazón, ¿no tenés la sensación de que esa perfección es como una vara larguísima que se estira a medida que vos saltás más y más para alcanzarla?
Pero…. ¿Y si dijéramos que ser perfecta no es un logro? ¿Y si nos animáramos a pensar por un segundo que es un regalo, un sorpresivo sentimiento de alegría por la vida que no podemos provocar a voluntad? ¿Y si nos permitiéramos asumir que nadie es perfecto, y que sin embargo todos lo somos? ¿Y si ser perfectas no fuera más que ser suficientes y merecedoras así, tal cual somos? Qué desafío, ¿no? Hacia ahí vamos.
8 claves para ser imperfectamente perfecta
En su libro “Los dones de la imperfección”, la filósofa e investigadora Brené Brown, después de miles de entrevistas, armó una guía para “vivir de todo corazón”. Algunos de sus consejos prácticos pueden ayudarnos para estimularnos en el camino de “ser perfectamente imperfectas”.
1
Mostrate auténtica
La autenticidad es “un conjunto de decisiones que tomar cada día. Es la decisión de ser reales y mostrarnos tal cual somos. La decisión de ser honestos y mostrar nuestro verdadero yo”. O, en otras palabras, una práctica cotidiana para soltar lo que creemos que deberíamos ser para abrazar lo que en verdad somos. Ojo, es normal que ante esta idea, enseguida te vengan dudas: “¿qué pasa si yo considero que soy suficiente para los demás y los demás no?”, “¿qué pasa si me muestro tal cual soy y a nadie le gusta lo que ve?”, “¿qué pasa si a mi pareja, mis amigos y mis compañeros les gusta más la versión editada de mí misma?”. La respuesta a todo esto sería: no vale la pena que sacrifiques quien realmente sos por lo que puedan pensar los demás. Al principio a alguien le puede costar, pero ser vos misma es el mejor regalo que tenés para dar a todos tus seres queridos.
2
Sé autocompasiva
Ya lo dijimos, el perfeccionismo como lo entendíamos, no nos lleva muy lejos. ¡Más bien nos hunde! Por eso necesitamos practicar una mirada autocompasiva. Como si fuéramos “nuestra propia mamá”, esa que nos mira con ojos benevolentes y que se banca que estemos mal. ¡Suena taaan simple y a veces cuesta tanto! Pero es una cuestión casi de supervivencia. Si no te admirás vos misma, difícilmente puedas avanzar. No se trata de ser autoindulgentes pero tampoco excesivamente autocríticas. Por eso, si algo no resulta como esperabas, decís “Ok, me salió mal”, te das una palmadita, te recordás que sos humana y que- como tal- podés fallar, y sin ignorar pero tampoco exagerar el asunto, pasás a lo que sigue.
3
Practicá la esperanza
Suena trilladísima la palabra “esperanza”, ¿no? Casi como uno de esos almanaques con gatitos y puestas del sol. Justamente por eso está bueno recordar qué es y qué no es. Esperanza no es optimismo hueco. Esperanza no es un deseo ensoñado de que algo sea realidad. Esperanza es una forma de pensar y actuar. Primero, establecés tus metas realistas. Después, descubrís cómo alcanzar esas metas, permitiéndote corregir si algo falla y adoptar rutas alternativas en caso de que sea necesario. Y, por último, tomás la firme decisión de creer en vos misma y en tu capacidad de alcanzar lo que te propongas. ¡Nada más… y nada menos!
4
Agradecé
Como dice nuestra psico Inés Dates: “La queja siempre tiene público”. ¡Y es verdad! Probá despotricar en tus redes sociales contra los vecinos que no levantan las cacas de sus perros y observá la lluvia de likes y comentarios. Acto seguido, posteá lo agradecida que te sentís por tener una pareja hermosa, donde ambos se respetan mutuamente. ¿Notaste la diferencia? Nos cuesta expresar agradecimiento. A menudo sentimos miedo de perder eso que nos hace sentir afortunadas. Entonces operamos maniobras mentales del tipo: “Mejor no agradezco, porque no va a durar”, “Si lo agradezco, invito al desastre” o “Si lo cuento, lo lechuceo”.
Pero si hablamos de sentirnos suficientes, merecedoras y perfectas… nada nos liberará más que registrar todo lo que nos hace felices aquí y ahora y agradecer por eso. Enunciar todo lo que fuimos capaces de hacer, de conseguir, de cambiar, de ser, nos coloca instantáneamente en un lugar de abundancia emocional.
5
Amigate con tu creatividad
“Yo no soy creativa”, quizás estés pensando . Todas lo somos. Algunas usamos más nuestra creatividad, otras menos. Encontrate con tu parte creadora y descubrí cuál es tu regalo para este mundo, qué podés darle que sea bien tuyo.
No hace falta que seas experta en nada. Podés ser buena escribiendo, pintando, decorando, cocinando, ordenando placares, haciendo deportes, bailando, cantando, dibujando... ¡Vos sabrás mejor que nadie cuál es tu don!
¿Lo identificaste? Bien, ahora practicalo sin juzgarte y, sobre todo, sin compararte. Cuando nos comparamos, nos empobrecemos y hasta nos paralizamos. En cambio, decir “yo tengo y esto que tengo me gusta” nos hace ricas. Adelante con eso que es cien por ciento puro vos.
6
Liberate del agotamiento como símbolo de estatus
Hay pocas cosas más tediosas que escuchar a alguien, incluidas nosotras mismas, decir “Estoy a full, estoy a mil”. ¿Qué quiere decir exactamente? ¿Significa que no tenemos tiempo para cosas insignificantes? ¿Que salir a divertirse, por ejemplo, sería una pérdida de tiempo?
¡Eso de mostrarnos eternamente productivas no va más! El hacer constante, incansable, irreflexivo, tiene un solo punto de llegada posible: el agotamiento. Y sentirse agotado no está bueno para nadie.
Permitite jugar, salir, dormir, meditar... ¡perder el tiempo! En esos espacios en apariencia improductivos, vas a encontrar los recursos para resolver mejor tus dificultades y vas a encontrar ideas creativas para tu vida.
7
No le temas a tus miedos
Si pretendemos aceptarnos como somos, y sentirnos perfectas, deberíamos dejar de darle la razón a esas vocecitas que dicen: “Ay, ¡pero si hay millones de personas que lo hacen mejor que vos!”, “Uf, ya tenés treintilargos, obvio que se va con una de veinticinco”, “sos la mamá menos aplicada del jardín”, y un sinfín de etcéteras.
Pero no podemos callar esas voces. Y si pretendemos ignorarlas ¡gritarán más fuerte! Así que lo mejor es escucharlas. Tomá una hoja y escribí todo eso que te asusta. Cuando tengas tu lista de miedos decí “Ajá, con o sin ustedes, yo voy a seguir haciendo lo que amo, y siendo la que soy”.
8
Bancate el elogio
“Tomando en préstamo una expresión del Buda, el sufrimiento mental o físico inevitables son el primer dardo de la existencia. Si estás vivo y amás, algún dardo te alcanzará”, dice Rick Hanson, el psicólogo fundador del Instituto Wellspring para la Neurociencia y la Sabiduría Contemplativa. Los primeros dardos no están buenos, obvio. Pero les agregamos nuestras reacciones. Estas reacciones son los segundos dardos, los que nos arrojamos nosotras mismas.
Lo más loco -y tiene que ver con nuestra sensación de perfección-, es que algunos segundos dardos son reacciones a condiciones positivas. Si alguien te hace un elogio, esa es una situación positiva. Pero podrías empezar a pensar con algo de nerviosismo y hasta un poco de vergüenza: “Ay, no soy tan buena persona. Quizás descubran que soy un fraude”. Es muy fácil interrumpir con la propia actitud la sensación de perfección que nos entrega el otro. ¡No lo hagas!
Miniejercicio: desarrollá un cerebro de Buda
Difícilmente te sientas perfecta todo el tiempo. Es un sentimiento efímero, casi como un destello. ¿Qué hacer cuando no aparece? Para entrenar tu sensación de perfección, una vez al día preguntate: “¿Estoy de mi lado? ¿Estoy buscando mi propio interés?”
Traé a tu mente el sentimiento de estar con alguien que te quiere. ¿Cómo se siente que alguien esté para vos? ¿Lealtad, cuidado, calorcito...? Dejá que esta sensación se traslade a tu cuerpo, que adoptará una postura menos alerta. Acompañate desde la confianza y la riqueza. Detené la búsqueda, aquietate, saboreá la calma, quedate ahí donde te hace bien.
Experta consultada. Lic. Inés Dates. Nuestra psicóloga.@ines.dates.viviendo.
SEGUIR LEYENDO


Habitá tu cuerpo: ¿cómo nos reconectamos con él?
por Cecilia Alemano

Enfrentemos la irritación. La primera muestra que expuso todo lo que el hate quiere ocultar

Tapping: cuándo es el próximo taller de Naty Franz
por Sole Venesio

Las claves del Wu Wei, la filosofía taoísta donde "no hacer nada" está OK
por Celina Cocimano
