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¿Sufrís carga mental? Así podés abordarla para sentirte mejor

La “carga mental” es el cúmulo de tensiones generadas por una enorme cantidad de exigencias mentales y emocionales. ¿La sufrís? Consejos para abordarla.


"Estoy harta de hacer todo". ¿Sufrís carga mental? Esta nota es para vos.

"Estoy harta de hacer todo". ¿Sufrís carga mental? Esta nota es para vos. - Créditos: Getty



Estás parada sobre una cinta transportadora. Tenés en la mano compu, mochilas del cole, cartera, agenda y un celular que explota. Mirás hacia adelante, la cinta termina el último día del año y podés ver, no tan lejos, brindis, saludos y un cartel que dice “feliz 2024”. Volvés a mirar tus manos, una sensación de angustia te invade: todavía no compraste los regalos de Navidad y acabás de darte cuenta de que te olvidaste del cumple de tu mamá.

Esta es una escena de ficción, pero podría perfectamente ser real. La “carga mental” o “síndrome de la mente agotada” es ni más ni menos que el conjunto de tensiones generadas por una cantidad grande de exigencias mentales y emocionales. Suele afectar en un porcentaje muchísimo mayor a mujeres que a hombres y extenderse a todos los ámbitos de nuestra vida, laboral, social y, por supuesto, familiar. 

Carga mental: por qué nos pasa

La lista de tareas y preocupaciones que pueblan nuestras cabezas diariamente es interminable. A nuestros trabajos, solemos sumarles la organización, abastecimiento y administración de las propias casas y familias. Todas aquellas que compartimos la vida con parejas e hijos conocemos de memoria esas viejas frases: “si no lo hago yo, no lo hace nadie” y “dejá, me da menos trabajo si yo me ocupo”.

Nos cansamos, nos hartamos de pedir, creemos que el camino más corto es hacerlo nosotras y, en el fondo, estamos convencidas de que es mejor tener todo bajo control. Esto es un arma de doble filo, y además..., ¿será realmente así? El problema comienza cuando esto crece hasta niveles enormes y terminamos cayendo en aquel lugar que todas odiamos: la constante queja y victimización. 

¿Un “mal” femenino?

Si bien en las últimas décadas las mujeres ganamos muchísimo en lo que respecta a igualdad de género, esto, quizá, se hizo mucho más palpable en el ámbito laboral. Dentro de casa, y sobre todo en esta parte del mundo, aún queda muchísimo por hacer.

En Argentina las mujeres solemos cargar solas con la planificación del hogar, que incluye, además del abastecimiento y alimentación de la familia, la agenda escolar, médica y social de nuestros hijos. Obvio, lo hacemos en automático. Somos y seremos siempre chicas superpoderosas y multitasking, pero... ¿somos conscientes del gran esfuerzo de energía, memoria y concentración diaria que todo esto representa?

¿Cómo afecta a la pareja?

Si estás atravesando un período de carga mental o agotamiento excesivo, lo más probable es que tu pareja, de alguna forma, se vea afectada. Primero, porque en ese estado se vuelve muy difícil conectarnos con nuestra “mejor versión”, y segundo, porque corremos el riesgo de entrar en algo que nunca da resultado, que es el estado de reclamo permanente.

Si algo de lo que describimos a continuación te resuena, quizá sea momento de actuar.

- Desigualdad en la distribución de tareas: ambos trabajan, ambos son padres, pero la casa, los temas domésticos y los chicos recaen siempre en vos. Cuidado. Lo más probable es que esta situación, a la larga, termine en tensiones y resentimientos. La clave: hablar y pedir ayuda a tiempo siempre es una buena inversión. 

- Impacto en la intimidad: fatiga, cansancio, estrés, poca intimidad. Una situación típica, pero reversible. La clave: ganas, mucha charla y nuevas vías de organización que liberen y alivien el vínculo. 

- Riesgo de caer en roles tradicionales: si no somos conscientes, las mujeres podemos sentirnos atrapadas en roles tradicionales de género y, como siempre, ocuparnos de todo solas. La clave: educar y reeducarnos diariamente para sembrar nuevas bases. 

¿Sufrís carga mental?: claves para detecta si te pasa

  • Lagunas o problemas de atención y memoria: buscar algo y no saber qué, olvidarnos de citas o turnos importantes, no poder sostener una actividad o conversación por un tiempo determinado. 

  • Irritabilidad, sensibilidad o ganas de llorar sin causa aparente.

  • Colapsos o ataques nerviosos por eventos menores: tráfico, llegadas tarde, un pequeño accidente doméstico como algo que se rompe o la comida que se quema.

  • Desmotivación y pesadez para empezar el día. Cansancio, falta de ganas.

  • Sentir que no hay resto, estar siempre al límite de “explotar”.

  • Fantasías de escape: soñar con viajar a una isla desierta o tomarse un avión a donde sea para huir. 

  • Problemas para dormir o sueño cortado: despertarse a las 4 a. m. y no poder parar de pensar. 

  • Síntomas físicos como falta de aire, taquicardia, excesiva transpiración o tendencia a algunos excesos (cigarrillo, comida). 

Consejos para aliviar una mente agotada

  • Establecer límites claros entre trabajo y vida familiar. Tratemos de no estar con el celu 24/7 ni pensar en pendientes cuando llegamos a casa.

  • Intentar una comunicación abierta con nuestras parejas para compartir responsabilidades. Fuera de casa cada uno tiene sus propias obligaciones, pero en el espacio en común que es el hogar, podemos y debemos, como equipo, trabajar juntos. 

  • Delegar tareas a otros miembros de la familia para distribuir la carga: los chicos siempre pueden ayudar, desde poner la mesa cuando son chiquitos hasta ir al súper cuando son grandes. Enseñarles a colaborar y ayudarnos en conjunto es una lindísima manera, también, de formar futuros adultos empáticos y responsables. 

  • Reconocer la importancia del autocuidado: hay momentos en que podemos y otros en que no. Hay veces que aceptamos hacer las cosas con gusto, y otras en las que el desborde es evidente. Por eso es tan importante conocernos y, siempre que necesitemos, aprender a decir “hasta acá”. 

  • Priorizar actividades que generen bienestar emocional y reduzcan el estrés: desde ir al gym hasta juntarnos con amigas, no faltar a ese cumpleaños que nos divierte o regalarnos (¡al menos cada tanto!) un buen libro y un baño de inmersión. No nos abandonemos, no pasemos por alto que nosotras también necesitamos momentos de recreo y desconexión. 

Experta consultada: Valeria Gibson, psicóloga. Mail: valeriagibson4@gmail.com.

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