
Catamarca: una joya de 1830 convertida en hotel boutique de Fiambalá con mística y encanto colonial
A 4 horas de San Fernando del Valle de Catamarca, la Casona del Pino fue también residencia de un presidente. Para alojarse, recorrerla o fotografiar, es una reliquia que tenés que visitar.
12 de mayo de 2025

Hotel boutique de 1830, en Fiambalá, Catamarca. - Créditos: Gentileza María Celina Lundin
A tres cuadras de la plaza céntrica Fray Mamerto Esquiú de la localidad catamarqueña de Fiambalá, sobre la angosta y pintoresca calle Diego Carrizo de Frite, dos puertas de algarrobo a medio abrir invitan a la casa de la familia del Pino.
A cuatro horas desde la capital, este destino es famoso por sus aguas termales y punto de partida ideal para recorrer otros atractivos turísticos como las Dunas de Tatón, Ruta de los Seismiles, Cerro Siete Colores, Cresta de los Dinosaurios, Cañón del Indio, Quebrada La Angostura, Valle de Chaschuil, Balcón del Pissis y el paso fronterizo con Chile de San Francisco conocido por su cadena de volcanes de más de seis mil metros de altura.
Rodeada por centenarios olivos y lindante a un viñedo que parece un cuadro vivo de la naturaleza, la casona tiene gruesas paredes de adobe, techos de caña y barro que hablan de 1830.
Un hotel boutique único

Interior del hotel boutique de 1830, en Fiambalá, Catamarca. - Créditos: Gentileza María Celina Lundin
Desde afuera sorprende el tamaño, fiel a su época. Y una vez en su interior la eterna galería exhibe tesoros: tinajas de más de 100 años, enormes placares de madera delicadamente tallados y camas con sus cabeceras de bronce, entre otros.
Actualmente, está sutilmente restaurada y cuenta con todas las comodidades para alojar a los huéspedes más exigentes sin perder su mística y encanto colonial.
Degustar un buen vino en el salón de estar, sentarse en la galería a disfrutar de un libro durante la siesta o alojarse en una de las habitaciones de altos techos es una caricia al alma.

Un paisaje apacible en Fiambalá, Catamarca. - Créditos: Gentileza María Celina Lundin
Su jardín lateral es el lugar perfecto para observar el atardecer: el sol pinta de dorado las montañas al ponerse sobre la Cordillera de los Andes. “Nuestra visión es ofrecer servicios con la mayor calidad posible: trato cordial, reconociendo las necesidades de los huéspedes para lograr una estancia placentera porque es importante que vengan pero también que vuelvan”, cuentan orgullosos sus dueños Carlos Lilljedahl y María José Castro.
“Siempre trabajamos con honestidad, compromiso y responsabilidad sabiendo que es el camino a seguir para cumplir con nuestros objetivos”, resaltan.
Una historia familiar
“La Casona fue construida a cargo de Clotilde Díaz, mi tatarabuela”, cuenta con entusiasmo Carlos. En sus inicios funcionó como casco de estancia para la administración de las fincas de uvas, nogales, olivos y negocios ganaderos de tipo caprino pertenecientes a la familia Díaz. Contaba con corrales, taller de carpintería, panadería y hasta una bodega de vinos propia.
“Con el correr de los años Delia, mi bisabuela, contrajo matrimonio con Jorge Isaac del Pino y entre sus 4 hijos estaba mi mamá, Noemí, que sigue siendo la dueña. La familia dejó Fiambalá y se asentó en Córdoba y Buenos Aires, utilizando este lugar de manera esporádica, hasta que María José y yo decidimos darle la impronta de hotel como se conoce hoy en día”, explica Carlos.
“Fue también residencia de Antonio del Pino, mi tío bisabuelo, quien en 1910 asumió como presidente interino de la nación hasta Saenz Peña”, concluye.
Empezar el día de la mejor manera

Empezar el día en el hotel boutique de 1830 es una experiencia imperdible en Fiambalá. - Créditos: Gentileza María Celina Lundin
En forma de herradura con patio central y una amplia galería alrededor del mismo, la casa cuenta con 5 habitaciones con baño privado completo, televisión y wifi.
“También tiene un salón de juegos, otro de estar y un amplio comedor con una única mesa con 12 sillas en donde se ofrece el desayuno que tiene la particularidad de ser servido buscando fomentar la interrelación de los visitantes”.
En este rincón se celebra cada mañana un ritual de amor: el aroma del café recién preparado, el té servido en tazas de porcelana, el pan fresco y un budín casero… son detalles que generan un momento único e intransferible.

Detalles del hotel boutique de 1830, en Fiambalá, Catamarca - Créditos: Gentileza María Celina Lundin

Detalles del hotel boutique de 1830, en Fiambalá, Catamarca - Créditos: Gentileza María Celina Lundin

Detalles del hotel boutique de 1830, en Fiambalá, Catamarca - Créditos: Gentileza María Celina Lundin
SEGUIR LEYENDO


Escapada a Luján, un destino cerca de Capital donde la fe se mezcla con los museos
por Redacción OHLALÁ!

Dónde queda la “ruta del cielo”, un lugar ideal para visitar el finde largo
por Redacción OHLALÁ!

Así es la "Toscana argentina", la pequeña aldea a tan solo 40 km de CABA
por Euge Castagnino

Así es la “Roma argentina” que queda cerca de Buenos Aires
por Redacción OHLALÁ!
