En Bariloche, una inolvidable aventura de verano

Rápido, ponga el pie firme en los estribos y prepárese para atravesar la estepa patagónica en una cabalgata. Sediento de adrenalina, descienda en bicicleta a toda velocidad hasta la base del Catedral. Siga sentado, no pierda el equilibrio y continúe remando con fuerza en la canoa hawaiana en las transparentes aguas del lago Gutiérrez hasta acampar en una playa virgen del Parque Nacional Nahuel Huapi. Olvídese del vértigo, disfrute la vista panorámica de los bosques de Bariloche que regala la montaña y, sin titubear, déjese caer por la cuerda del canopy. Está en suelo firme: ya puede degustar una torta frita, un poco de cordero patagónico y un delicioso chocolate.

Éstas son sólo algunas de las actividades que se pueden hacer a pocos kilómetros de la ciudad de Bariloche, la capital nacional del turismo de aventura.

Una de las actividades acuáticas más excitantes de Bariloche es el kayak. Las excursiones, aptas para toda la familia, parten desde el lago Gutiérrez, junto a la cascada de los Duendes, y pueden llegar hasta el río Limay. "El 90% de la gente tiene con nosotros su primer contacto con un deporte de remo en el agua. Es una gran experiencia porque estamos dentro de un parque nacional y accedemos a lugares vírgenes", comenta Chris Castex, de Cuadrante Sur, que ofrece excursiones simples de media jornada y otras más extensas, de hasta de 15 días con acampe. Los instructores aseguran que las condiciones climáticas del lugar hacen segura la navegación para los principiantes.

Atravesar el río Manso rodeado por la nutrida flora y fauna patagónicas puede ser placentero, relajante y hasta emocionante. Pero navegar en esas aguas verdes y cristalinas a bordo de una balsa de rafting puede teñir la experiencia de adrenalina.

Los rápidos de nivel 2, 3 y 4 hacen de la navegación una simbiosis perfecta de relax y acción. "Ahora, para adelante", ordena el instructor, señal de que se debe intensificar el remado para ingresar a los rápidos, repletos de piedras y ramas caídas de los árboles, que se chocan con el gomón. El trabajo en equipo -en las balsas pueden viajar hasta diez personas-, guiado por las constantes indicaciones de los instructores, hace ameno y a la vez intenso el paseo de dos horas por el río. "La experiencia es fantástica. Estamos dentro del parque nacional, en un río con mucha caída, con agua potable y totalmente virgen", explica Alex Moller Poulsen, de Aguas Blancas Rafting.

No hay nieve, así que olvídese de los esquíes y piense en dos ruedas: el mountain bike es otro atractivo que pisa fuerte en Bariloche. En esta aventura podrá descender a toda velocidad en una bicicleta de competición Zenith en los circuitos del Cerro Catedral, en un recorrido similar al de las pistas de descenso para esquiadores. "La bici es el único medio que reemplaza al esquí en el descenso del cerro en el verano", explica Gonzalo Rodríguez, de Gravity, que ofrece cursos para aquellos que encaren sus primeras experiencias de descenso de montaña en bicicleta.

En el denominado Ecotono, lugar de transición entre la estepa patagónica y el bosque del arroyo Medio, una legendaria familia de Bariloche ofrece una jornada de cabalgata no tradicional. Con la calidez que sólo puede brindar una atención familiar personalizada, el Chango Hanek es anfitrión, guía y compinche de sus visitantes. Los dueños de casa ofrecen como bienvenida unos ricos mates a los jinetes, mientras éstos se ajustan las polainas y se colocan los cascos antes de cabalgar.

Los mansos caballos dejan su huella en una travesía en la que se disfruta de una vista privilegiada de la cordillera de los Andes y del valle Río Ñirihuau. El paseo concluye con el arribo al mirador de los cerros Carbón y Las Buitreras, donde se pueden apreciar de cerca aves autóctonas del lugar, entre ellas, los cóndores.

Mientras los visitantes cabalgan, por más de dos horas, el hijo del Chango, Francisco, y su esposa, Mónica, preparan en la cabaña un tradicional asado que se acompaña con vino, pan casero y ensaladas. "Más allá de la cabalgata, la idea es dar un buen servicio gastronómico en un ambiente muy relajado", cuenta el Chango, que recibe visitantes de todas partes del mundo en su estancia, a 15 kilómetros del Centro Cívico.

En Bariloche, las mejores vistas también se obtienen desde las alturas. No apto para temerosos ni aficionados al vértigo, el canopy es una actividad de ensueño que permite sobrevolar los bosques del lugar. Con la adrenalina a flor de piel, las excursiones cuentan con un ascenso en una camioneta 4x4, un trekking en el cerro López y varios deslizamientos desde mediana altura para acostumbrar a los valientes a las cuerdas, el arnés y las pendientes. La caída, desde unos 20 metros, durará segundos, pero la experiencia de avistar la vegetación desde el aire perdurará en el tiempo.

Otras de las actividades náuticas posibles es el paseo lacustre. En Bariloche se puede vivenciar una experiencia única: timonear un velero en el lago Nahuel Huapi. La navegación tiene su punto de partida en el puerto Petunia, luego se bordea la península San Pedro hasta llegar a la isla de las Gallinas.

Antes de regresar a tierra firme, los navegantes pueden relajarse y disfrutar de los imponentes paisajes en la Costa de Neuquén. "Los pasajeros podrán tener la experiencia de timonear el velero", indica Carolina Souhilar, de Velero el Orgulloso, que ofrece navegaciones exclusivas para aniversarios, cumpleaños y salidas románticas.

En Bariloche también se pueden hacer otras actividades de turismo aventura como buceo, parapente biplaza, pesca con mosca y montañismo.