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Por qué la menstruación es más que "un asunto de mujeres"




Charlamos con Eugenia Tarzibachi, autora de Cosa de mujeres, menstruación, género y poder (Editorial Sudamericana), acerca de cómo nos afecta individual y socialmente la existencia de la menstruación. De la vergüenza al poder femenino representados en la sangre menstrual, de los métodos que históricamente usamos para gestionarla a los nuevos sistemas que contemplan el cuidado del medio ambiente. De los mitos que nos debilitan. De mujeres que no menstrúan y de otros cuerpos menstruantes. Y de algo fundamental: ¿qué podemos hacer para ayudar?
Eugenia Tarzibachi: ¿Por qué la menstruación se vive con tanta vergüenza si es un signo vital del cuerpo?

Eugenia Tarzibachi: ¿Por qué la menstruación se vive con tanta vergüenza si es un signo vital del cuerpo? - Créditos: Prensa / Diego Astarita

¿Por qué Cosa de mujeres, tu tesis doctoral sale del ámbito académico para transformarse en un libro dirigido al público de las librerías?
Para que podamos cuestionar los discursos que nos contaron acerca de la menstruación y empezar a vivir la experiencia de menstruar de otro modo, encontrando otras verdades que son muy distintas de las que nos contaron históricamente. El libro aborda un tema universal que fue históricamente ocultado. Cuando empecé mi investigación en 2009, básicamente quienes hablaban sobre ese tema eran la industria productora de toallitas y tampones descartables y la medicina. A mí me parecía que había otras maneras y otros sentidos posibles de pensar la experiencia de la menstruación. Había una historia no contada que es la que el libro narra.
¿Hubo alguna situación en particular que te disparó la necesidad de estudiar este tema?
Tengo muchas anécdotas, cosas que me pasaron a mí o a amigas, que me fueron dejando signos de interrogación. Son muy del estilo de la sección de OHLALÁ! Las cosas que no le contás a nadie. Como la de una amiga con quien estábamos cenando una noche en plan de hablar de amores y me contó que había empezado a salir con un chico que le gustaba mucho, que llegó LA noche, en el departamento de él, y ella no se había dado cuenta de que la menstruación se le había adelantado. Así que cuando se dio cuenta de que en la cama había quedado una mancha tremenda le dio tanta de vergüenza, que mirá todo lo que hizo: completamente alterada sacó la sábana rápidamente, la llevó al baño, le pidió mil disculpas al chico mientras el él la miraba asombrado hacer todo eso, y ella siguió diciéndole "Mirá, Juan, si la lavo ahora con agua fría la mancha va a salir más rápido, si no yo me la llevo a mi casa, la lavo y te la traigo limpia…", estaba completamente avergonzada.
¡Qué momento! Porque no es que tenía tanta confianza todavía...
Claro, al final nos matamos de risa cuando le dije que le hubiera dicho que era tinta china roja. Pero si nos ponemos a pensarlo bien... ¿No es injusto que tengamos que vivir esa experiencia de esta manera? ¿Con tanta tensión, con tanta vergüenza cuando es algo natural y un proceso involuntario que ocurre en nuestros cuerpos? Al ver ese nivel de angustia con que mi amiga había vivido ese momento en que estaba conociendo a alguien, me pareció que había que indagar que había detrás de esa vergüenza, como se había construido esa vergüenza. Esta es una de las tantas anécdotas que me hicieron pensar en este tema de investigación. Luego hay otras, importantísimas, relacionadas con la falta de políticas públicas que coloquen a la menstruación como una cuestión de derechos humanos.
Hiciste un recorrido muy minucioso y detallado del surgimiento de la industria del "cuidado femenino" desde que empezó en la década del 20 con las toallitas Kotex en Estados Unidos, hasta nuestros días. Y señalás que en el fondo no nos liberaron tanto como creíamos.
En función de eso, lo que el libro recorre en los primeros capítulos es cómo la industria de toallitas y tampones dio una solución fenomenal para esconder la menstruación pero al mismo tiempo, ese sentido social que estaba ahí dando vueltas, que era el tabú de la menstruación, la industria lo tomó y de alguna manera lo perpetuó en el tiempo bajo el sentido de la liberación de las mujeres. Una liberación que significó poder ocultar muy bien ese cuerpo que sangra, pero al mismo tiempo se ocupó de reforzar la vergüenza que sentimos las menstruantes alrededor de ese sangrado.
Cosa de mujeres, mentruación, género y poder ($299, Sudamericana)

Cosa de mujeres, mentruación, género y poder ($299, Sudamericana) - Créditos: Prensa

También hacés un repaso de las nuevas tecnologías, las reusables, como los pañitos lavables que usaban nuestras abuelas,la copita menstrualo los movimientos que proponen formas más naturales de atravesar los días del sangrado.
El mercado de tecnologías de gestión menstrual reusables ya es una tendencia, aún de nicho, pero creciente a nivel mundial. En sus discursos de difusión, la menstruación y todo el ciclo menstrual están relacionados con la identidad personal y está cargada de sentidos de empoderamiento femenino, espiritualidad, el cuidado de la propia salud, del medio ambiente y también con la conexión con los ciclos del cosmos. Esta concepción valora a la menstruación como un proceso corporal importante y positivo para la mujer, de un modo diferente a como lo hizo la industria de Femcare en el siglo XX (la menstruación como condición para la maternidad y algo repugnante si era visto por otro). Es un avance en el sentido de la importancia que la mujer da al cuidado de sí.
Pero todavía esa mirada sigue asociando la menstruación con una cuestión de la órbita exclusivamente femenina...
Exacto. Todavía sigue siendo "cosa de mujeres", cuando la menstruación es algo que tiene efectos para toda la sociedad. Pensemos que aún hoy cuando una chica menstrúan por primera vez se le transmite que se convirtió en mujer por sangrar, antes nos decían que “nos habíamos hecho señoritas”. Además, por diferentes razones hay muchas mujeres que no viven la experiencia de menstruar cada mes y son mujeres. No menstrúan por motivos de salud que provocan una menopausia precoz, o por la menopausia fisiológica natural o porque vivieron un estrés grande o porque hay muchas mujeres que usan anticonceptivos que suprimen el sangrado periódico (un sangrado que no es una menstruación en sentido estricto) y esas mujeres a-menstruales siguen siendo mujeres.
También te referís a otros cuerpos menstruantes.
Porque hay otros cuerpos, los varones trans, que tienen un sangrado equivalente y también deben ser considerados como cuerpos menstruantes. Por eso deja de ser un tema femenino, una cosa de mujeres, intima y privada para convertirse en una cuestión de género y derechos humanos que tiene que ver con cuestiones políticas. Hay un movimiento internacional importante que pone en el centro de la escena qué pasa con las nenas que no pueden ir a la escuela porque no tienen productos para poder ocultar su menstruación. También hay muchas investigadoras y agrupaciones feministas que están poniendo este tema en la agenda internacional.
¿Qué es lo que se reclama al Estado hoy?
En primer lugar que se eliminen impuestos a esos productos que son de primera necesidad y por los que pagamos impuestos como si fueran productos de lujo. También hay otra serie de cuestiones desatendidas por las políticas públicas en relación a la menstruación como la seguridad de los productos que usamos. Sabemos poco sobre este tema y nos seguimos enterando de productos a los que se le encuentran sustancias tóxicas para la salud. La otra es pensar en las poblaciones vulnerables, en educación y productos de entrega gratuita para menstruantes que están en cárceles, para niñas y mujeres pobres o en situación de calle. Todavía en el siglo XXI en Argentina hay muchas nenas que viven en pueblos del norte o del sur del país, a las que nadie les habló de que van a menstruar en algún momento y un día se encuentran con esa sangre y la reciben con mucha angustia. Necesitamos más educación porque este tema fue ocultado a todo nivel.
¿Qué precisamos que deje de estar oculto en torno a la menstruación?
Primero, cuestionemos eso de que se trata de una cosa de mujeres, que es íntima, privada, algo de lo que nadie se tiene que enterar o que nos tiene que dar vergüenza si se nota. También, rechacemos la creencia de que es algo sucio. La sangre menstrual es, en verdad, un signo vital que indica que el cuerpo está en buena salud.
Después, pensar que el hecho de que paguemos impuestos por un producto de primera necesidad está invisibilizando un derecho, es netamente una cuestión de género y poder.
Otro aspecto muy importante es la seguridad de los productos. No estamos suficientemente educadas e informadas sobre sus peligros y el modo correcto de usarlos. Hace poco tiempo empezó a circular la información de una modelo a la que tuvieron que amputarle una pierna por el síndrome del shock tóxico que le produjo el uso (o el uso incorrecto tal vez) de tampones. Pensamos que las muertes por shock tóxico fueron algo que ocurrió en los 70 en Estados Unidos cuando todavía no se conocían los usos correctos del producto pero este caso es muy reciente, y la modelo todavía sigue en riesgo de perder la otra pierna. No todo el mundo sabe que el tampón no conviene que esté más de 4 horas dentro de la cavidad vaginal.
Hay poca información sobre cómo usar estos productos y también se sabe poco cómo es una menstruación sana y cuáles son signos de alarma de posibles enfermedades durante la menstruación. Por ejemplo, tendemos a naturalizar el dolor u ocultarlo con analgésicos, pero ese dolor puede significar muchas cosas. En una consulta ginecológica no se nos pregunta cuánto nos duele la menstruación, sin embargo esta pregunta daría información valiosa al médico sobre nuestro estado de salud. Hay estudios en Nueva Zelanda que demuestran que se pueden detectar enfermedades muy silenciosas como la endometriosis si se le presta adecuada atención al dolor. También hay que prestar atención al sangrado abundante, puede ser un indicador de un problema de salud.
Por último, el mito de que "en esos días estamos loquitas", en relación a los cambios hormonales que sabemos que nuestros cuerpos atraviesan merece ser revisado.
Pero ese mito no sé si es tan mito, muchas realmente cambiamos el carácter en los días previos, yo por ejemplo lo sufro muchísimo, a mí saber que hay una condición médica y que tiene un tratamiento me alivió, también poder poner en aviso a los que conviven conmigo de que estamos en un período en el que necesito más paciencia.
Me parece que el tema es no subestimar el cuerpo, no digo que no ocurra, a muchas mujeres le ocurre. Lo que digo es que ese mito popular, ese desacreditar a la mujer porque "le vino", es lo que hay que cuestionar. En este sentido, me parece que el aporte más fuerte es pensar nuestro cuerpo como tan normal como el cuerpo de un hombre y que la menstruación no es algo que tenemos que ocultar para sentirnos femeninas y poder ocupar los lugares que ocupamos.
¿Y cómo se plasmarían en la práctica estos - podemos llamarlos - derechos menstruales"?
Tenemos que adecuar las instituciones a nuestras necesidades como personas que menstruamos, en los lugares públicos en Argentina, por ejemplo, hay dispensers de preservativos pero no de productos de gestión menstrual. Creo que también hay que pensar políticas públicas que se ocupen de trabajar en educación género inclusiva que incluya educación sobre la menstruación. Porque en la educación que se brinda actualmente, hay muchos ejes que no se tratan como por ejemplo que la menstruación no significa solamente que nuestro cuerpo se prepara para ser mamá. Es muy injusto para nuestras niñas transmitirles ese mensaje biologicista y que reduce todo lo que una mujer puede alcanzar en su vida. Con o sin menstruación.

¿Y vos, qué podés hacer ahora?

Uno de los reclamos de los derechos menstruales: leyes que eliminen los impuestos a los productos de gestión menstrual

Uno de los reclamos de los derechos menstruales: leyes que eliminen los impuestos a los productos de gestión menstrual - Créditos: Pixabay

1. Donar productos de contención menstrual a instituciones que los puedan hacer llegar a quienes los necesiten: escuelas públicas, cárceles de mujeres, organizaciones que trabajan con mujeres en situación de calle.
2. Exigirle a legisladores y legisladoras que traten los proyectos de ley para la quita del IVA en los productos de gestión menstrual, como toallitas y tampones, porque no son productos de lujo sino de primera necesidad; también, que los entreguen gratuitamente a niñas, adolescentes y mujeres en situación de vulnerabilidad social. Para esto pueden firmar la petición ¡Queremos que #MenstruAcción se discuta en el Congreso! que lleva adelante la organización Economía Femini(s)ta.
3. Reclamar que las empresas indiquen los contenidos de los productos y alerten sobre las condiciones de su seguridad en las cajas.
4. Exigirle al Estado que brinde educación sobre la menstruación y el uso de los productos. Que haya dispensers en lugares públicos.

Agendate: el 28 de mayo es el Día Internacional de la Higiene Menstrual.

La fecha, elegida porque el ciclo menstrual tiene 28 días y porque el sangrado generalmente dura 5, se estableció como el Día de la Higiene Menstrual, gracias a una iniciativa organizada por la ONG alemana WASH United para abrir una conversación internacional sobre la menstruación, un proceso biológico que todavía se considera un estigma y es un tema tabú en muchos lugares del mundo.
La falta de conciencia sobre la importancia la gestión menstrual afecta la salud física y mental de las mujeres, además de impactar en las economías y sociedades.
Estate atenta a las redes que para esa fecha distintas organizaciones van a estar lanzando consignas y actividades participativas.

Mirá la publicidad de tampones con Natalia Oreiro

Minibio

Eugenia Tarzibachi, doctora en Ciencias Sociales

Eugenia Tarzibachi, doctora en Ciencias Sociales - Créditos: Prensa / Diego Astarita

Nombre: Eugenia Tarzibachi
Profesión: Dra. en Ciencias Sociales (UBA), especialista en Educación (UdeSA), licenciada en Psicología (UBA). Autora de Cosa de Mujeres, menstruación, género y poder (Sudamericana 2017), nominado al Premio por la innovación y el avance de la teoría feminista de la Universidad Autónoma de Madrid y declarado de interés social por la Legislatura Porteña.
Su sueño: Construir una sociedad más justa en que las niñas y mujeres puedan empoderarse, elegir sobre sus cuerpos y sus vidas, y alcanzar su máximo bienestar y potencial. ¡Y que esa sociedad también la podamos construir juntos!
Qué le gusta: cocinar, viajar, catar vinos, probar comidas nuevas, estar entre la naturaleza, escuchar el ruido de mar, disfrutar de la amistad y hacer deporte.
Por qué la entrevistamos: porque nos motiva a seguir revisando creencias que dábamos por naturales y nos damos cuenta de que todavía tenemos muchas de ellas por cuestionar.
Dónde encontrarla:el 14 de marzo presentará su libro en el Centro Cultural de Cooperación (Sala Laks), Av. Corrientes 1543, de 19 a 21.
¿Qué te llamó la atención de este planteo? ¿Te habías puesto a pensar en alguna de estas cuestiones? También te proponemos que leas: DIY: productos sin químicos para cuidar el planetay El amor es un domingo eterno.

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