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Modelos virtuales y trabajo femenino: ¿qué perdemos cuando la IA reemplaza cuerpos reales?

La inteligencia artificial promete eficiencia y perfección, pero detrás de las modelos virtuales se ocultan problemas urgentes: pérdida de trabajo, estereotipos reforzados y una diversidad que vuelve a quedar afuera.


La modelo generada por inteligencia artificial para una publicidad de GUESS que se incluyó dentro de la revista impresa de agosto en Vogue.

La modelo generada por inteligencia artificial para una publicidad de GUESS que se incluyó dentro de la revista impresa de agosto en Vogue. - Créditos: Archivo LN (Vogue)



Las imágenes de modelos generadas por inteligencia artificial (IA) llegaron para quedarse. Son casi indistinguibles de una persona real, responden a todos los códigos de belleza hegemónica, nunca se cansan, no cobran honorarios, y pueden ser ajustadas al gusto del cliente.

Esto nos trae muchas preguntas, pero desde Grow-género y trabajo la fundamental es ¿qué tipo de industria queremos construir? Detrás de esta tecnología hay algo más que algoritmos: hay decisiones éticas, políticas y económicas que afectan a personas reales. Porque lo que está en juego no es sólo una estética: es el derecho al trabajo, a una representación diversa, y la salud mental de quienes consumen esas imágenes.

El derecho al trabajo

Uno de los argumentos que se esgrimen es que crear modelos virtuales resulta más económico. Pero los propios desarrolladores reconocen que no es tan barato generar estas imágenes de manera profesional. Entonces, ¿cuál es el verdadero ahorro? El que se logra al prescindir del trabajo humano.

Y ahí aparece el problema: no se trata solo de eficiencia, sino de crear —o eliminar— oportunidades laborales. Las modelos reales no solo encarnan una estética: representan vidas, cuerpos diversos, trayectorias, contextos. Suplantarlas por imágenes perfectas e inexistentes borra la dimensión humana del trabajo en la industria de la moda y la publicidad.

El espejismo de la belleza ideal

La modelo generada por inteligencia artificial para una publicidad de GUESS que se incluyó dentro de la revista impresa de agosto en Vogue.

Modelos generada por inteligencia artificial para una publicidad de GUESS que se incluyó dentro de la revista impresa de agosto en Vogue. - Créditos: Archivo LN (Vogue)

Otro punto crítico tiene que ver con el impacto en la autoestima. Estas modelos de IA reproducen —y a veces incluso exacerban— los mismos estereotipos de belleza hegemónica que durante años se intentaron cuestionar: cuerpos delgados, piel perfecta, proporciones irreales.

Y cuando se les pregunta a los responsables de estas empresas sobre esta falta de diversidad, las respuestas son reveladoras: “Es la realidad del mundo. Solo estamos produciendo en base a la retroalimentación que recibimos”.

Es decir: no asumen ninguna responsabilidad sobre el efecto social de las imágenes que producen. Sin embargo, este debate ya llegó a las agencias de publicidad, a las marcas, a los medios. ¿Por qué las empresas tecnológicas quedarían fuera de estas discusiones?

Si lo pueden hacer todo… ¿por qué no hacerlo mejor? Lo más llamativo es que los desarrolladores admiten que “si nos piden diversidad, la crearemos”.  Pero ¿de verdad queremos empresas que solo hacen lo correcto cuando se lo exigen desde afuera?

El número impreso de Vogue con las dos imágenes de la modelo generada con inteligencia artificial. Crédito: RichChat a través de X.

El número impreso de Vogue con las dos imágenes de la modelo generada con inteligencia artificial. Crédito: RichChat a través de X. - Créditos: Archivo LN (Vogue)

¿No deberíamos esperar un poco más de compromiso social en quienes están moldeando los imaginarios del futuro? Porque en esta cadena de decisiones, todas las partes tienen responsabilidad:

  • La empresa de IA, por desarrollar sin reflexión crítica.
     
  • Las marcas, por elegir esa estética.
     
  • Las revistas, como Vogue Portugal, por legitimarla sin cuestionamiento.
     
  • Y hasta nosotres, como consumidores, si no nos animamos a incomodarnos frente a estas imágenes.

¿Dónde quedó la promesa de inclusión?

Durante años, medios como Vogue hablaron de diversidad, de nuevos cuerpos, de belleza real. Pero al asociarse con empresas que siguen reproduciendo el mismo modelo de perfección inalcanzable, se revela la superficialidad de esos cambios.

Y se pierde la trazabilidad de la cadena de valor, porque si buscamos un responsable tanto Guess (la marca), como Vogue (el medio), como la empresa desarrolladora (el implementador) son responsables de este retroceso simbólico real. Porque, si podemos crear cualquier imagen, ¿por qué no dar un paso más allá y construir representaciones que amplíen los márgenes de lo posible, en lugar de repetir lo mismo de siempre?

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