
Por qué pedirle dietas a una IA puede aumentar el riesgo de trastornos alimentarios
Cada vez más adolescentes buscan en la IA consejos para bajar de peso, un hábito que puede potenciar la aparición de trastornos alimentarios. Por qué es peligroso manejarse así y cuál es el rol clave de los profesionales en la salud física y emocional.
22 de noviembre de 2025

Por qué pedirle dietas a una IA puede aumentar el riesgo de trastornos alimentarios - Créditos: Getty
Buscar información sobre cómo perder peso no es un fenómeno nuevo para los adolescentes: hace más de una década, lo habitual era recurrir a revistas, programas de televisión o algunas páginas de internet. Pero ahora, con el celular siempre en la mano, acceder a redes sociales para revisar consejos sobre cómo bajar de peso rápido o pedirle al ChatGPT una dieta para adelgazar cinco kilos en una semana potenció los riesgos de desarrollar un trastorno alimentario. Ninguna IA conoce la historia personal, ni las inseguridades, miedos, gustos o emociones de quien consulta, aunque responda como si realmente lo hiciera.
Si bien un consejo mal dado por una IA puede ser nocivo en cualquier momento de la vida, en la adolescencia es especialmente preocupante. Es una etapa vulnerable, donde la personalidad todavía está en desarrollo, surgen inseguridades y aparece la necesidad de encajar a través de soluciones rápidas. Por todo esto, en la adolescencia existe un riesgo mayor de desarrollar un trastorno alimentario. Y el ChatGPT no es un profesional: no sabe tu historia, cómo dormiste, si estás estresado o si atravesás un trastorno alimentario sin diagnóstico.
Las redes sociales también aportan su cuota de riesgo al mostrar vidas y cuerpos irreales que glorifican un ideal hegemónico e inalcanzable. Ofrecen filtros que borran granos, achican la panza o eliminan marcas en la cara. En ese contexto, es lógico que muchos adolescentes sientan que “comer menos”, “controlarse más” o “bajar rápido” es algo “bueno”. Así, muchas veces aparece el chat de IA como un sustituto emocional: “Si no me animo a contarlo en casa, se lo pregunto al chat”; “si me da vergüenza decirlo en terapia, lo consulto ahí”; “en vez de ir a un profesional, lo hablo con la IA”.
Pero la inteligencia artificial no detecta señales de alarma ni mira a los ojos para decir: “Esto que estás pidiendo no es un consejo, es un pedido de auxilio y necesitás un profesional”. Aunque muchos modelos de IA avanzaron e incluyen advertencias para acudir a especialistas, no alcanza.
El desarrollo de un TCA
Un trastorno alimentario suele comenzar con la necesidad de control y la comparación constante con otros, con la idea de que el cuerpo es un proyecto que siempre se puede “mejorar”. Para que ese trastorno avance y se desarrolle, aparecen necesariamente las dietas, las restricciones y la obsesión por controlar el peso. La IA puede dar consejos para todo esto, y ahí radica su peligro.
Por supuesto, no toda persona que empieza una dieta o le consulta a ChatGPT va a desarrollar un trastorno alimentario, pero si está en una etapa vulnerable, el riesgo aumenta considerablemente.
También es importante comprender que, cuando un adolescente entra a un chat de IA en busca de una “solución rápida”, no está buscando información, sino alivio: alivio a la ansiedad, al miedo de no encajar, al rechazo hacia su cuerpo, al cansancio de compararse todo el tiempo.
A diferencia de las IA, nutricionistas y profesionales de la salud mental conocemos la historia particular de cada paciente y acompañamos desde ese lugar. Podemos ver la culpa, el atracón, la restricción, el miedo a engordar, el “mañana empiezo de nuevo”, la angustia de no poder parar o la desconexión total del cuerpo. Todo eso, por supuesto, la IA no lo ve.
No se trata de demonizar la tecnología, sino de aprender a usarla con criterio y cuidado.
La educación alimentaria que necesitamos
La educación alimentaria para enfrentar la problemática actual debe ser integral. Algunas claves:
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Poner en palabras lo que el paciente siente
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Entender por qué comen como comen
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Escuchar al cuerpo y registrar señales de hambre y saciedad
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Evitar compensar cada vez que se siente que “se hizo algo mal”
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Pedir ayuda cuando la comida deja de ser comida y se convierte en un enemigo
El desafío no está en prohibir el uso de la IA, sino en enseñar a los adolescentes a hacerse preguntas honestas: ¿Por qué quiero bajar ya? ¿Qué me está pasando realmente? ¿Por qué siento que pesar menos me va a resolver la vida?
La inteligencia artificial puede responder muchas cosas, pero nunca va a reemplazar una charla sincera, un espacio terapéutico, una nutricionista que mira más allá del plato o un adulto disponible que pueda decir: “Acá estoy para ayudarte”.
Es fundamental que este tema se hable en las casas y en las escuelas. Necesitamos prevención en un mundo que insiste en llevarnos hacia lo “perfecto” y en hacernos creer que ser delgados y estar a dieta es sinónimo de éxito.
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