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¿Cuáles son las diferencias entre nerviosismo, ansiedad y depresión?

Te contamos las particularidades de cada uno, sus síntomas y qué podemos hacer para abordarlos.


Ansiedad: ¿cómo podemos enfrentarla y frenarla?

Ansiedad: ¿cómo podemos enfrentarla y frenarla? - Créditos: Getty



Para aprender a gestionar lo que nos sucede en nuestro mundo físico y emocional nos parece importante comenzar por reconocer qué nos está pasando: ¿es nerviosismo, ansiedad o depresión?

Sabemos que la llegada de fin de año deja la puerta entreabierta para que emociones contenidas –incluso negadas- que fueron sostenidas durante el año, ahora encuentren la posibilidad de ser expresadas.

¿Por qué? Probablemente, porque el vaso que se llenó durante meses ya no aguanta más y ahora solo puede derramarse. El tema es qué hacer cuando eso ocurra y cómo responder a lo incómodo y angustiante que puede aparecer al sentirnos con el ritmo cardíaco acelerado o la mente nublada sin capacidad de dar respuesta a cuestiones cotidianas básicas.

Tanto la ansiedad como el nerviosismo (muchas veces asociado al estado de angustia) son estados emocionales que vienen acompañados de sentimientos de miedo, temor e inquietud. En el caso de la depresión, podemos decir que ya existe un trastorno mental caracterizado fundamentalmente por un bajo estado de ánimo y fuertes sentimientos de tristeza, baja autoestima y desvitalización general.

Definimos cada estado emocional y aportamos herramientas para aprender a sobrellevarlos.

Nerviosismo

Los nervios son respuestas naturales y constructivas de nuestro cuerpo que sirven para combatir situaciones estresantes: son importantes para la supervivencia. Sin embargo, si no aprendemos a gestionarlos correctamente pueden desencadenar respuestas y reacciones desagradables en nuestro organismo. Además, no queremos que se haga crónico.

En la rutina diaria, además de las exigencias propias de nuestra vida cotidiana nos encontramos con factores estresantes exteriores que pueden provocarnos nervios, como puede ser el tráfico, una discusión inesperada en la vía pública o la sensación de falta de tiempo constante.

Cuando nuestro cuerpo responde de forma exagerada o desproporcionada a estos estresores activa en nosotros respuestas fisiológicas y/o cognitivas que nos dan la pauta de que tenemos nervios. Un clásico: el dolor de panza.

Ansiedad

La ansiedad es un mecanismo universal de defensa natural que se activa ante situaciones externas consideradas amenazantes. Se trata de una función adaptativa que puede mejorar el rendimiento y la capacidad de anticipación y respuesta.

Sin embargo, cuando nos impide llevar a cabo nuestras actividades cotidianas producto de síntomas físicos persistentes, es clave poner un freno y reconectarnos nuevamente con nosotras y disponernos a respirar de manera consciente todo aquello que nos está provocando miedo, enojo o ira, las tres de las emociones principales que pueden provocarnos ansiedad.

Entre los síntomas físicos más comunes, se encuentra la sudoración en manos, temblores, respiración agitada, palpitaciones y desvitalización, entre otros. Es importante escuchar a tiempo estas señales ya que pueden estar indicando la necesidad de realizar un cambio de hábito o de poner límites a ciertas situaciones que desembocan en estados ansiosos.

Depresión

La Organización Panamericana para la Salud (OPS) define a la depresión como “una enfermedad común pero grave que interfiere con la vida diaria, con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. Al mismo tiempo, indica que está causada por “la combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos”.

Entre las características más visibles, las personas con depresión sienten una tristeza persistente junto a la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas, durante al menos dos semanas.

Entre los síntomas propios de esta enfermedad, puede incluir ansiedad y nerviosismo. Además, suele acompañarse de pérdida de energía, cambios en el apetito, la necesidad de dormir más o menos de lo normal, la disminución de la concentración, la indecisión, inquietud, sentimiento de inutilidad, culpabilidad o desesperanza y pensamientos de autolesión o suicidio.

¿Quiénes son las personas más vulnerables a padecer depresión? Aquellas que están o estuvieron expuestas a tratos y/o escenarios violentos por un período de tiempo determinado. Entre las reacciones esperables aparece nuevamente la ansiedad, la frustración, un gran temor, la irritabilidad, el enojo, la falta de concentración, pesadillas y la pérdida del apetito.

La gravedad, frecuencia y duración de los síntomas varían dependiendo de la persona y su enfermedad en particular. Siempre se recomienda la consulta profesional.

Algunas similitudes y diferencias

  • En la ansiedad: hay sensación de nerviosismo, agitación o tensión. Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe, aumento del ritmo cardíaco

  • En el nerviosisimo: los síntomas fisiológicos pueden parecerse mucho a la ansiedad, en cambio, se reducen al desempeño de una actividad concreta y tienden a desaparecer cuando termina el evento. Además, es común la sensación de sequedad en la boca, sudoración, palpitaciones, dolor de estómago, pensamientos negativos, comer de forma impulsiva, o morderte las uñas.

  • En la depresión: existe pérdida de energía, cambios en el apetito, necesidad de dormir más o menos de lo normal, también puede haber ansiedad y nerviosismo, disminución del poder de concentración, indecisión, inquietud, sentimiento de inutilidad, culpabilidad o desesperanza. En los casos más extremos, pensamientos de autolesión o suicidio.

Ideas para mejorar los estados de ansiedad, nerviosismo o depresión

  1. 1

    Iniciar una terapia: Es un espacio fundamental para canalizar eso que nos está haciendo sentir mal y para poder elaborarlo. Quitarlo del cuerpo nos evita acumular las emociones negativas que, antes o despues, pueden enfermarnos.

  2. 2

    Buscar momentos de descarga: Para quitar las emociones provocadas por los nervios y la ansiedad, es clave tener un momento al día para descargarlos a través de una actividad física, artística o algo que resulte atractivo y divertido que involucre a tu cuerpo. Con el movimiento activás hormonas que te conducen al estado de bienestar.

  3. 3

    Poner en palabra: Si una persona detecta que sufre nerviosismo o ansiedad, desde la piscología lo primero que se recomienda es ponerle palabras. Cuando las personas hablan de lo que sienten, los estados alterados suelen calmarse. Buscar personas de confianza, empáticas y tranquilas que nos ayuden a bajar el estado emocional en vez de potenciarlo.

  4. 4

    Meditar. Hay múltiples meditaciones guiadas que pueden ayudarte a bajar un cambio el ritmo mental. Te recomendamos algunas en este link.

Expertas consultadas: psicóloga Claudia Feler; psicóloga y terapista floral Amparo Palma; Organización Panamericana de la Salud (OPS)

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