
Mónica Antonópulos, entre el éxito de "La revista del Cervantes" y la resistencia creativa: "Ya no me exijo hiperproductividad"
Monna Antonópulos la está rompiendo en "La revista del Cervantes", un homenaje argentino al género teatral más popular. También brilló este año con sus roles en "Menem" y en "Viudas Negras". Charlamos con ella sobre la resistencia creativa en la era de la hiperproductividad y la inmediatez.
Fotos de : Gastón Paci
1 de septiembre de 2025

Monna Antonópulos disfruta del enorme éxito de "La revista del Cervantes", el musical de funciones agotadas que es una de las revelaciones teatrales del año. - Créditos: Gastón Paci
El Cervantes brilla como en sus mejores tiempos con La revista del Cervantes, en la que Mónica Antonópulos personifica a un ángel que desea encarnar en una vedette de los años 20, aunque sea para bajar solo una vez la escalera. Y verdaderamente es una obra alucinante. Subidas a esta era glamorosa de Monna, la invitamos a jugar, a divertirnos y, por qué no, a actuar en una producción de época en la que nuevos diseñadores plasmaron su impronta. “Lo que pasa es que suelo hacer cosas que, si las hago, las hago porque las pensé mucho y porque me gustan. Cuando me meto, tengo que encontrar algo que me divierta, porque de eso se trata mi profesión”, nos decía Monna sobre su decisión de hacer esta tapa, pero también por sus últimos personajes, como Yuyito, María Julia Alsogaray y hasta la cheta de Nordelta en Viudas negras.
¿Qué significa para vos estar con esta obra en el Cervantes?
Es una sorpresa para todos que estemos haciendo La revista del Cervantes, por lo que simboliza para el teatro. Con Gonzalo Demaría, Pablo Maritano y un elencazo... A todos nos pasó un poco, cuando nos llegó la propuesta, que era como “¡obvio que sí!”. Siendo en el Cervantes, ya te habla de un tipo de teatro. Gonzalo, además, había escrito hacía años su libro La revista porteña, en donde hay toda una investigación de lo que simbolizaba para nosotros el teatro de revista, que nadie de nuestra generación vio, estamos hablando de 1920, entonces ya sabía por dónde venía esto. Para mí fue la posibilidad de encontrarme con un material súper rico, hablar en verso, poder cantar, poder bailar y hacer de una vedette de ese momento que se cruza con dos personajes emblemáticos, como son Tato Bores y Pinti.
¡Lo que está Marco (Caponi) de Tato es increíble!
Está poseso... Los dos están poseídos. Es una maravilla, yo me crié viendo a Tato en la mesa de mi casa. Digo, tengo muy presente a ese personaje, así como a Pinti. Pero no sabíamos lo que iba a pasar, y realmente lo que sucedió fue maravilloso. Primero, el equipo, obviamente, hay colegas que conozco y otros que conocí ahí... Entonces, ¿viste cuando está todo bien? Y eso creo que se traslada. Y ver el teatro en este momento rebalsado de gente, haciendo algo que dignifica culturalmente, es una patriada cultural. La gente sale emocionada, como si se tratara de un mundial cultural, donde uno se encuentra realmente con su historia... Este es el musical argentino.
Y también tiene una vigencia...
Y también había un hueco, ¿no? Fuimos perdiendo de alguna manera un espacio en donde se pueda hacer catarsis de una manera inteligente, hablando de lo que nos pasa como sociedad, sin ningún tipo de condicionamiento ni sensacionalismo. Viene gente grande, familias y pibes jóvenes, y todos salen alucinados. Las entradas cuestan $15.000; $7000 para los jubilados. Ver el teatro lleno es un bálsamo.
¿Cómo te preparaste para hacer de vedette?
Lo que me parecía emocionante era ¡qué genial bajar de vedette! Es como una fantasía, ¡y en el Cervantes!
Pará, y hablemos ahora de María Julia...
Otra vedette, pero de la política.
Este año pegaste mujeres con mucho power, ¿no?
¡Eso! Con Wino (Ariel Winograd, el director de Coppola y de Menem) me pasó de trabajar a María Julia y antes hacer de Yuyito en Coppola... Creo que es genial la posibilidad que se dio contando estas historias y estos proyectos de mujeres totalmente diferentes, opuestas, pero igualmente singulares, en donde la actuación queda corta porque todo es un montón.
¿Cómo estudiaste a María Julia?
En realidad, fue por casting. Las dos, tanto Yuyito como María Julia, fueron por casting. Fui con una propuesta, me fui montadísima...
¿Con el tapado de piel?
No, pero ¿querés que te diga? Fui con un traje de Elsa Serrano original. Me puse la ropa, me fui con un maquillaje característico y para el de Coppola me fui con botas largas. Ya me divertí en el casting en sí.
¿Con las plataformas de streaming volvieron los castings?
Sí, porque antes una trabajaba en la tele y te llamaban cuando ya tenías tu nombre y te conocían. Ahora, en muchas plataformas, para determinados personajes hay una búsqueda, no siempre te tienen nada más que a vos, y tiene que ver con todo, con quiénes son los partenaires que tienen que contar la historia. Y además, no es que acá todo el tiempo te llueven propuestas de la industria, que cada vez está mucho más limitada. Entonces, ya en sí era “yo me divierto”.
“El arte es un lugar para repensarnos, es un lugar incómodo. Viene a revolucionarte un poquito, a moverte. Ese es el propósito”.
Monna Antonópulos
Está bueno no perder la capacidad de seguir divirtiéndote...
Hay algo genuino, que es la pasión. Cuando me meto en un proyecto, tiene que divertirme, me tiene que gustar.
El propósito que le ponés a la profesión también, ¿no? Pasarla bien, como que si vos empezás a estar incómoda, salís rápido.
No entro. Me retiro. Ya sea un desafío o un aprendizaje, siempre tiene que haber algo más.
En algún momento, el cambio de paradigma del entretenimiento, con el fin de la ficción tal como la conocíamos, ¿te dio miedo?
Por suerte siempre tuve trabajo. Igualmente, es muy duro ver lo que está sucediendo, por más que una tenga trabajo... Es doloroso ver a un montón de colegas que la están pasando mal... Yo tengo conciencia de lo que está pasando. Y no solo los actores: técnicos, gente que labura en cine que no está laburando. Es re doloroso. Entonces, una tiene la conciencia de “uh, bueno, qué fortuna que una está trabajando”, pero en realidad querés que nos pase a todos. Por eso es importante esto que pasa con lo del teatro, ¿viste? Y que le pasa a la gente también. La gente sale muy emocionada, “¡me devolvieron el orgullo de ser argentina!”. Hay algo de...
De reconectarse con la identidad, ¿no?
Con la identidad, sí. De que haya lugares de encuentro y de conciliación. Y el arte justamente es un lugar para repensarnos. Si cumple su función bien, es un lugar incómodo, ¿viste? Para reflexionar, para pensar, divirtiéndote o llorando o enojándote. Pero viene a revolucionarte un poquito, a moverte. Ese es el propósito. El teatro, además, siempre fue un lugar de resistencia. Mismo en la pandemia, apenas se pudo abrir, la gente iba con barbijos. Y hoy es así. No solo como fuente de trabajo. El teatro funciona también como un lugar de resistencia al avance tecnológico, a las redes sociales, a las pantallas, al cambio de era. El tiempo que dura la obra vos estás ahí, conectada con lo que está pasando ahí. Y eso es revolucionario.

Jacket y guantes (Burstin by Emm & Val), aros (Cipriano Joyas). - Créditos: Gastón Paci
Contanos cómo arrancaron con Marco lo de Liliana y Ricardo... ¿Cómo nació esa genialidad?
Salió de casualidad, por una sobrina, divina, que tenía el filtro en el celu y un día Marco se puso a joder y empezamos a llorar de risa. Pasó. Y después nos fuimos a Mendoza de vacaciones, es que vacacionamos mucho en Mendoza, ya que mi marido es mendocino, y empezamos a joder y nos empezamos a cagar nosotros de risa y a colgarlo sabiendo que era un material que estaba bueno. Y empezó a generarse una comunidad y un público. Nos divierte, y es espectacular porque hay gente que capaz te dice: “Ay, se parece mucho a la actriz”, algunos piensan que es mi mamá. El otro día uno decía: “Mirá, esa es la actriz de Viudas negras”...
También tuviste ese pedazo de serie este año...
Viudas... salió buenísima, con Malena Pichot y ese trío... Marina Bellati, Paulita Griszpan...
Y también salieron las vecinas de Nordelta a quejarse de que las estereotipaban...
Bueno, ¡también sucedió eso! Estuve envuelta sin querer en tres escándalos con los personajes. Con Yuyito fue muy gracioso, porque cuando el presidente salió con Yuyito, salió una nota y me mandaron que me habían puesto a mí en la foto como si yo fuera Yuyito. Y ahora con el tapado de María Julia...
Te la pasaste armando quilombo este año...
Fijate que evidentemente el conchero atrae algo, a pesar mío...
Hay una “energía conchero”...
Vos te acercás al conchero y el conchero emana. Tiene su propia vida, su propia inteligencia (risas).
Cuando hablábamos del lugar del teatro, trajiste el recuerdo de los años de pandemia, ¿cómo lo viviste vos?
En la pandemia no pude nada más que sobrevivir... Yo estaba haciendo una ficción que había recién arrancado, y se terminó abruptamente. Estaba haciendo teatro en Espacio Callejón, una obra re linda con Silvina Sabater, Diego Gentile y Franco Verdoia, y se cortó abruptamente. Mi hijo Valentino estaba todavía cortando la lactancia, y Camilo, mi hijo más grande, en primaria. La verdad es que en ese momento yo no quería ni actuar, ni vestirme..., solo quería ver cómo podía sobrevivir a la cotidianidad abrupta, al encierro, a las necesidades de mis hijos, que los afectara lo menos posible... Cada uno con sus propias necesidades, nosotros también.
Hicimos lo que pudimos...
¿Viste que había gente que hacía manualidades? Yo no podía... Solo me pude poner creativa para poder sostener el miedo, la paranoia. Y saber también que éramos privilegiados de tener nuestra casa, nuestro espacio. Y a mí me pasó que tenía como la ilusión de que íbamos a salir mejores humanos. Y evidentemente no...
Tu hijo más grande está entrando en la adolescencia, 13 años, ¿cómo te llevás con un hijo adolescente?
Estamos en una era re complicada. No solo por Camilo, veo que estamos complicados todos. Los adolescentes, los chicos, los jóvenes..., estamos todos atravesados por la tecnología mal usada, con un nivel de violencia enorme, donde se cree que es entretenimiento, pero en realidad hay muchas bajadas de línea, donde los mensajes son recontra homofóbicos, misóginos, racistas. Hoy te diría que mi mayor miedo es la entrada de la tecnología a la educación de mis hijos.
¿La pudiste retrasar un poco?
Mi hijo recién tuvo teléfono ahora, pero yo siento que no lo logré, no por el celular, porque igualmente ha tenido acceso a juegos... Hace 13 años no había la conciencia que hay hoy. Es realmente un problema enorme y, aun así, hoy siendo consciente, está metida en todos lados. La tenemos metida en nuestra vida. En todo caso, una es adulta y puede elegir o discernir, pero es fatal y sobre todo porque está metida en los colegios. Para mí, es falso que sea una herramienta... y creo que el sistema educativo caducó hace años. No hay una educación tecnológica, entonces le están dando una herramienta creyendo que se moderniza y en realidad no se dan cuenta de que primero se tienen que aprender los peligros, cómo saber discernir lo que es información falsa o no, lo que es privado y lo que es público, las enfermedades que generan las redes sociales. Es mentira que necesitan el uso del celular, todo lo contrario. Está pasando, en uno o dos colegios, sé que les dejan a los pibes que dejen el celular y no entren. Pero digo, está todo mal, y se sabe que está todo mal.

Vestido (Javier Saiach), botas (Alga), anillos (Síntesis design), gargantilla y brazalete (Rococo vintage). - Créditos: Gastón Paci
“Me cansé de la hiperproductividad. Estar muy acelerada no me genera nada. Aprendí eso, a saber parar...”
Monna Antonópulos

Vestido (Fabián Zitta), blazer sastrero (Agos Hidalgo), gargantilla (Jitric), anillo (Cipriano Joyas). - Créditos: Gastón Paci
¿Y vos cómo sos con el tema?
Yo uso Instagram, que igualmente intento moderarlo, pero, por ejemplo, me ha sacado mis momentos que tenía de lectura, me doy cuenta de cómo me cuesta. A veces no me doy cuenta del tiempo que estoy scrolleando y que podría haber leído un libro entero.
Yo lo noto también en que tenemos periodos más cortos de atención. Ya una actividad hacerla durante una hora es loquísimo.
Sí, viste que pasa ahora, por ejemplo, que hoy las series también se fueron modificando en la estructura. Antes estaba la estructura que recién a los 15 minutos pasaba algo y ahora tiene ser ya, por el déficit de atención... Es lo mismo lo que está pasando con la salud mental. Claramente, tiene que ver que nos están generando dopamina constantemente y generando personas ansiosas y todo el tiempo queriendo consumir información. Se te quema el cerebro. No hay chance. Se te quema.
¿Tuviste algún tema de salud mental que hayas tenido que tratar en lo personal? ¿Cómo cuidás hoy ese equilibrio?
No, le presto mucha atención. He pasado por periodos en los que sí, no tanto por las redes, pero sí con la cantidad de exigencia a veces, por vivir en una sociedad estresada, convulsionada. El contexto social también me ha generado muchísima angustia. Después, las exigencias escolares, la maternidad. Me di cuenta de que no es para mí vital, no simboliza la vitalidad, el producir. ¿Viste que hay como una creencia de que, si no producís, no sos vital? Me pasó de agotarme de eso. Me cansé de la hiperproductividad. Estar muy acelerada no me genera nada. Aprendí eso, a saber parar.
Y a cuidar la energía también, ¿no?
Sí, y priorizarme. Porque hay algo muy de dador en la maternidad, ¿viste? El colegio te exige, la escuela te exige y querés cumplir con todo... ¡No! No puedo atender 364 mensajes... Empecé a priorizar siesta, descubrí la siesta a los 43 años. Estoy chocha. La siesta, hacer teatro y verte con amigas hoy son actos de resistencia cotidianos.

Vestido (Esquina), corpiño strapless (Selú), cadena (Síntesis Design). - Créditos: Gastón Paci
¡Qué hermoso! ¿Cómo la descubriste y cómo la sostenés?
Porque si no duermo, me pongo terrible. Obviamente es porque no estoy grabando todos los días. La descubrí en Mendoza. Mendoza me hace muy bien y hay otro ritmo también. Me ha pasado cuando viajamos con Marco, que no hay tantos edificios. Entonces, hay algo que es real. Vos tomás distancia, es una perspectiva mucho más lejana. Cuando llegás a la ciudad, pasás a una visión medio de túnel. Te desintoxicás también mucho más de las redes sociales, del día a día político. Antes capaz estaban los chicos más chicos y no tenía vida. ¿Viste cuando estabas maternando? Ahora que ya son un poco más grandes, cada uno tiene sus primos, van, juegan.
¿Tienen casa también allá?
No, pero me encantaría vivir allá. Me fascinaría.
¿Cómo es trabajar con Marco? Trabajaste mucho con tu pareja en estos últimos años.
Grabamos hace 2 años Menem. La gente es genial porque, por ejemplo, te dice: “Estás trabajando un montón”, pero hay cosas que hice hace mucho. Con Marcos nos llevamos muy bien. Nos divertimos. Hace 10 años que estamos juntos.
¿Te preocupa algo el paso del tiempo?
No, en todo caso, como que te empieza a dar vértigo la salud. La musculación, bueno, digo, me voy preparando ahora para cuando llegue la menopausia... No por algo estético, creo que lo estético es consecuencia del estar bien. Pero no me pasa torturarme por verme cada vez más grande. Me gusta verme más grande, estoy contenta de verme más grande. Porque siento que también es en el aspecto personal. Como que logré una madurez y una tranquilidad y priorizar otras cosas, entonces lo otro va bajando el volumen. Capaz cuando llega el verano decís: “Uy, la c... de la lora” (risas).
¿Qué certezas te trajeron los 43?
Siento que aprendí a poner más límites. Obviamente, los aprendizajes son durísimos siempre. Tiene que doler un poquito. Nunca es tranquilo, el aprendizaje. Y a priorizarme. También en la maternidad, ¿viste? Bueno, la adolescencia también es un ejercicio... Saber poner un límite, cómo ponerlo es clave...
Otros diálogos también empiezan..., y empezás a ver cosas de tu hijo en donde ya no te responde...
Y no te representa quizás en todo lo que querrías que te representara... La maternidad es un aprendizaje brutal.
¿Qué te enseñaron tus hijos? ¿Qué te trajeron?
Muchísimo. Tienen una diferencia de 6 años, aparte, es un montón. Fui dos madres totalmente diferentes, son personas totalmente diferentes ellos también. Me revuelcan por todos lados y me reconfortan un montón, y aprendo. Es una maternidad por momentos salvaje. Mucho cuerpo..., eso seguro.
Vos sos hija única, ¿qué te pasa con la hermandad de los chicos?
Ah, hermoso... O sea, son muy diferentes, seres individuales. Yo no soy de atribuirme, te diría..., sí de responsabilizarme en algunas cuestiones o subrayar hasta lo negativo o lo positivo en algo, pero no soy de esas personas que dicen: “Bueno, yo hice mucho para...”. Creo que también hay algo de esas personas, como de dejarlos ser, ¿no? No digo que son mi pertenencia.
¿Es esto de hijos de la vida, como dicen?
¡No! Stop... Una pone mucho también... (risas). En eso no, pero viste cuando te dicen, no sé, qué sé yo, “ay, bueno, qué genial, están superestimulados, cómo habla”. También digo, es esa persona así, ¿viste? Pasa con los hijos, hay algo del individuo, y aun así con sus personalidades también. Está el hijo que tiene una personalidad que sigue más tu forma de pensar, otros que son los oposicionistas, otros son más rebeldes..., está en su individualidad.
“Dormir la siesta, hacer teatro y verte con amigas siento que hoy son actos de resistencia cotidianos”.
Monna Antonópulos

Vestido y guantes (Javier Saiach), pulsera y anillo de plata (Cipriano Joyas). - Créditos: Gastón Paci
La angelita de la revista encontró un pendiente en su vida, que era ser vedette... ¿Vos qué pendiente sentís que tenés todavía?
Sí, tengo como un proyecto que, en realidad, lo fui descubriendo, que tiene que ver con algo que estoy escribiendo.
¿Estás escribiendo teatro?
No te voy a contar... (risas). Pero porque me da pudor...
¿Desde siempre escribís?
No, desde que arranqué un taller hace 2 años. Encontré ese espacio de expresión y me gustó. Y quizá se puede generar, se puede materializar. Siempre me gustó escribir, pero siempre fui muy desordenada y encontré la persona que justo me dejó encontrar mi lectura desordenada. Como que hay algo del orden preestablecido que evidentemente me revelo ante eso, ¿viste?, me coarta.
Y no es tan capricorniano eso.
No, pero tengo mucho Acuario... (risas).
Claro, porque si no, es todo muy encorsetado, y está bueno que puedas salir un poco de la mente.
Sí, y estoy disfrutando más de la materia, ¿viste?
¿Estás haciendo cerámica? ¿Algo de manualidades?
Prefiero dormir siesta, pero sí encontré un espacio con amigas adonde vamos, tomamos vino y hacemos cerámica.
Hay una re movida ahora de vino y cerámica.
Son tres horas que tenés las manos manchadas, así que no podés ni atender el teléfono. Cosas que empiezan a aparecer porque están los chicos más grandes...
¿Qué rol tienen las amigas en tu vida?
Fundamental.
¿Y vienen como del mismo mundo, de mucho tiempo?
No tengo amigas de la infancia, nunca fui de vincularme ni con un compañero de colegio, oveja negra absolutamente, estaba equivocada de lugar. Pero sí tengo todo un grupo de amigas..., una red por acá, o mi amiga de toda la vida que conoce a este y somos un trío de amigos por acá... Nosotros repetimos una frase que dice que las amigas son mejores que una siempre. Y siempre están y siempre te hacen bien, siempre te hacen venir a charlar, a tomar un café, te preguntan cómo estás, te acompañan, lloran con vos. Los amigos son el lugar del refugio emocional.
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