Género y tecnología: cómo las mujeres están hackeando el algoritmo para cambiar las reglas en tiempos de IA

En esta conversación con OHLALÁ!, Cwaik sostuvo que, en tiempos de hiperconectividad, automatización y sesgos invisibles, el verdadero desafío es no volverse un dato más. El autor advierte que la IA no inventó la brecha de género, pero la puede amplificar si no se la explora a tiempo. ¿La clave? Hacer preguntas incómodas, exigir representaciones reales y construir una tecnología inclusiva desde sus cimientos, no solo desde su estética.

- Mencionás en tu libro a la  tecnología como aliada del empoderamiento femenino. ¿La tecnología amplifica voces, permite autonomía, fomenta emprendimientos, acceso al conocimiento o nuevas formas de liderazgo?

- Claro que sí, pero no porque la tecnología sea buena, justa o feminista de por sí. Sino porque hay mujeres que la están usando para cambiar las reglas del juego. El algoritmo no viene con perspectiva de género incluida. Y eso es lo que está pasando. Desde la influencer que construye comunidad hasta la científica que desarrolla modelos de IA con enfoque ético. Lo interesante no es si la tecnología “puede” empoderar, sino cómo ciertas mujeres la toman, la moldean y la convierten en altavoz, trampolín o escudo.

 

- ¿Qué desafíos enfrentan las mujeres en la era de la IA, la hiperconectividad y la automatización?

- Creo que enfrentan los mismos desafíos que todos que consiste en no volverse un dato más. Pero, además, sufren una capa extra de desigualdad estructural que ya estaba antes de que existieran los bots. El algoritmo no discrimina, hasta que empieza a copiar nuestros prejuicios. ¿Quién entrena a los modelos? ¿Quién valida las decisiones automáticas? ¿Qué sesgos se reproducen en un sistema que aprende de nosotros, pero no nos cuestiona? La IA no inventó la brecha de género, pero la puede amplificar si no se la hackea a tiempo.

- ¿Cómo se construye una tecnología verdaderamente inclusiva?

- Con preguntas incómodas, no con formularios de diversidad. No es solo “agregar mujeres al equipo técnico”. Es cambiar el punto de partida: ¿para quién está pensada esta tecnología? ¿A quién deja afuera sin querer (o queriendo)? La verdadera inclusión no es estética, es estructural. Se construye con diseñadoras, programadoras, usuarias, críticas, emprendedoras y activistas; no sólo con CEOs en paneles. El algoritmo puede ser excluyente por default, pero también puede aprender a incluir si se lo reeduca. Como todo sistema: es tan justo como quienes lo programan y lo cuestionan.

- ¿Cómo puede cada lectora convertirse en protagonista de esa transformación?

- Entendiendo que no hace falta saber código para hackear el sistema. Basta con hacer preguntas. Con exigir que las plataformas te entiendan sin que tengas que adaptarte a ellas. Con crear, compartir, emprender o simplemente decir: esto no me representa. La revolución Tech no se da solo en Silicon Valley: pasa en un vivo de Instagram, en una tienda online, en una historia que se hace viral. Ser protagonista es no quedarse callada cuando el algoritmo te quiere encasillar. O mejor, usarlo para contar algo que nadie más estaba contando.

Por Andrea Albertano, gentileza para OHLALÁ! @andreaalbertano