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Nacho Elizalde: "Yo no quiero tener a todo el mundo contento”

Es coconductor en Nadie Dice Nada, el programa de Luzu TV, donde se ganó su lugar por no tener miedo al qué dirán. además, es un emprendedor serial que no para de crear.


Nacho Elizalde lanzó su nueva marca de ropa, Tranca.

Nacho Elizalde lanzó su nueva marca de ropa, Tranca. - Créditos: Xavi Martin



Su fanatismo por los talk shows, como el de Conan O’Brien o Jimmy Fallon, y el amor por el teatro forjaron la personalidad de Nacho Elizalde, que hoy destraba tabúes y temáticas en la tertulia del streaming, donde, además de estar al frente de Nadie dice nada junto con sus compañeros de mesa, conduce Nachito mercenario, otro producto de Luzu TV que viene a buscar romper un poco con la típica forma de hacer publicidad en plataformas sociales: sin vueltas, sin prejuicios, sin tabúes, en este programa está blanqueado el objetivo de “hacer chivos”.

Nacho es un auténtico “neogalán”, un término que surgió en Nadie dice nada: “A mí me gusta mucho lo incorrecto. Me gusta el humor difícil, complicado, me gusta generar cosas y cuestionarme lo que ya está dado por sentado. El ‘neogalán’ sería lo contrario al galán típico de telenovela: trabado, grandote, machote, morocho, que te agarra y te mira y te come. El “neogalán” es un chabón más piola, sensible, charlatán, que te hace reír y que le gusta comer rico, escuchar buena música, la estética y demás”, explica.

Histriónico, multifacético y emprendedor incansable: su versatilidad se extiende a la industria de la música, la gastronomía y hasta la moda; tiene su propia línea de cervezas artesanales llamada Birra Perro, también Jueves en Una, un emprendimiento de sanguchitos de miga “piolas”, con mucha onda, y Tranca, una marca de ropa. Y, como si todo esto fuera poco, se suma La Polenta, la fiesta que lleva a cabo junto con la DJ Pol4ca, donde trata de, en sus palabras, “darle luz a la noche y elevar el arte”.

"La he pasado mal por comentarios que he recibido en redes, pero aprendí que es parte de mi esencia. Yo no quiero tener a todo el mundo contento”.

"La he pasado mal por comentarios que he recibido en redes, pero aprendí que es parte de mi esencia. Yo no quiero tener a todo el mundo contento”. - Créditos: Xavi Martin

¿Cómo arrancó esta linda locura que estás viviendo?

Nadie dice nada fue un antes y un después en mi carrera. Un cambio inesperado que resultó en un programa increíble y diverso, con cuatro voces únicas abordando distintos temas. Al principio fui parte de la gesta del proyecto, cuya idea principal era ser una especie de radio que se transmitiera por YouTube y en la que se tocarían temáticas que no suelen tener lugar en los medios tradicionales. Al principio yo estaba detrás de cámaras, en la producción, con Nico (Occhiatto) como productor y conductor a la cabeza. No aparecía, ni estaba en los planes de aparecer. Hasta que un día, Nico se fue de vacaciones y no había nadie que lo reemplazara. Y bueno, ahí aparecí yo.

Desde chico te gusta crear contenido. Estudiaste Producción Integral de Radio y Televisión. ¿Qué es lo que más te gusta de comunicar?

Esto de poder hablarle a la gente como yo les hablo a mis amigos: sin palabras rebuscadas, como tratar de hablarle de mano a mano o de igual a igual a alguien que está escuchando. Me gusta mucho el error; la solemnidad y todo lo prolijo me aburren. La autenticidad, el error y la falta de careteo: ese fue y sigue siendo mi propósito. Tengo tatuajes que están mal hechos y me gusta que estén mal hechos. Bueno, he dicho cosas de las que por ahí me arrepiento y tengo que aprender, pero me gusta esto de no caretear. Algunos van a decir qué interesante y otros van a decir qué pelotudo este pibe. Nos confundimos, nos mandamos cagadas y aprendemos de esas cagadas. Y de eso se trata.

¿Siempre tuviste en claro que te gustaba la radio?

En realidad, mi meta principal era ser actor: estudié teatro durante siete años. Siempre se me hizo muy fácil hablar y hacer reír. Siento que soy una persona carismática, como que eso es lo que me sale fácil. Me nutrí mucho del teatro, de la improvisación y de no tener problema de hablar y moverme frente a un público. Decir lo que pienso, sin tabúes, eso es un montón. El teatro me dio un montón. Creo que en algún momento va a suceder, pero la verdad es que también me gusta la buena vida, y ser actor y la buena vida no van de la mano, salvo para algunos pocos. 

Fuiste el encargado de un programa que fue punta de lanza en el streaming y los nuevos modos de comunicación. ¿Costó encontrar lo que querían contar?

Cuando yo me metí en el programa, sentía que era diferente al resto. Y el resto, a la vez, diferente entre sí. Y esto es lo que más me gusta de nuestro programa: somos cuatro cabezas muy distintas opinando sobre diferentes temas. Entonces, algunas personas iban a empatizar conmigo y otras con otro de los chicos o chicas. Cuatro personas que hablan sobre distintos temas porque todos nacimos en barrios diferentes, tenemos una crianza diferente y eso me parece que lo hace lindo, rico, como que cada tema se pueda contar o se pueda abarcar desde diferentes puntos de vista y que la gente empatice con uno o con el otro. Ahí reside el éxito del programa, para mí.

Nadie dice nada tiene más de 1 millón de seguidores en redes y es uno de los programas más populares. ¿Por qué pensás que se dio este boom del streaming?

Antes que nada, fue un muy buen timing. Me parece que haber arrancado en la pandemia, cuando no había otro programa igual, marcó la diferencia. Estaba todo el mundo encerrado. Hay mucha gente en la calle que nos agradece por haberlos acompañado en ese momento. Fue tan complicado que para nosotros también fue un alivio hacer un programa o tener un objetivo diario en un momento en el que por ahí nadie sabía qué hacer. Y el boom también se dio por el hecho de que se pensó como una plataforma más de radio que tenía, además, la faceta del stream. Arrancamos full con YouTube, con Twitch, que era el público de nuestra generación. Éramos cuatro pibes hablando sobre relaciones amorosas, amistad, laburo, incertidumbre, ansiedad. Cosas que vivimos todos, pero que nadie habla. Acompañamos con la voz: yo conté que sufría de algunos temas sexuales y hubo gente que me agradeció muchísimo por abrir esa puerta –cerrada para los hombres–, y eso fue muy gratificante. 

¿Quiénes fueron tu fuente de inspiración?

Los talk shows: Conan, Jimmy Fallon, o las películas de Seth Rogen. Y la comedia me encanta porque es absurda y a mí me gusta lo absurdo y lo bizarro. De acá me gusta Migue Granados, con su modo también bizarro. Esto de hablar y decir lo que pensás y tratar de buscar un remate gracioso o un chiste a una situación que por ahí es terrible, a mí me gusta. O sea, yo soy una persona que no le pone peso a nada, porque para mí nada es tan grave. Entonces, bajo esa filosofía, me gusta lo incorrecto, me gusta el humor difícil, complicado, me gusta generar cosas, me gusta cuestionarme lo que ya está dado por sentado. ¿Por qué carajo cantamos el feliz cumpleaños de esa manera y soplamos velitas? Hay cosas que nunca nadie cuestionó. 

Tenés fama de decir cualquier cosa que pensás, algo que suele generar polémica en las redes sociales. ¿Cómo te llevás con esa exposición? 

La he pasado mal por comentarios que he recibido en redes, pero aprendí que es parte de mi esencia. Yo no quiero tener a todo el mundo contento: me gusta que haya gente que me quiera, que me odie o que piense distinto sobre mí. Estoy en este ambiente desde hace muy poco, pero nunca voy a decir nada por compromiso social o para caerle bien a alguien. Jamás diría que tu banda es una mierda o que sos un pelotudo, pero si algo me cae mal, por ahí lo digo. Siento que digo lo que pienso sin lastimar a nadie. No soy malo, simplemente puedo ser picante o ácido. Obviamente me he mandado cagadas, pero me gusta mucho lo incorrecto. 

“A quienes quieran emprender les diría que lo intenten, que lo traten de hacer y que la posta es la constancia. Si le ponés garra, fuerza y tiempo, se puede”.

“A quienes quieran emprender les diría que lo intenten, que lo traten de hacer y que la posta es la constancia. Si le ponés garra, fuerza y tiempo, se puede”. - Créditos: Xavi Martin

¿Y cómo te manejás con los haters? Debés tener...

Al principio me recontra afectó. Lo laburé en terapia y lo sigo laburando. En un primer momento me duele, después me duele un poquito menos, después menos y después mucho menos. Siempre me afecta, pero cada vez intento que sea menos tiempo. No pasarme diez días angustiado, sino cinco o diez minutos. Nada. También mi laburo es así: tengo que entender que Twitter es una cloaca y que yo vivo expuesto. Son las reglas del juego.

¿De dónde nacen las ideas de cada uno de tus proyectos? ¿Qué es lo que más te convoca de emprender?

Tengo ganas de hacer cosas todo el tiempo. Soy bastante inquieto y ansioso y quiero abarcarlo todo. Bueno, esa es mi parte laboral de Capricornio. Así nacieron Tranca, Polenta, Jueves en Una y Birra Perro. Se me viene una idea a la cabeza y hasta que no la haga, no voy a parar. Y también, obviamente, aprovecho este momento de exposición que me dio el programa para poder materializarlo. Toda la plata la invierto acá, en este local de Tranca que estamos viendo ahora, tan lindo. No me puedo guardar la plata en un cajón y no hacer nada, me dan ganas de hacer todo. Primero, porque no sé cuánto me va a durar esto, y segundo, porque necesito cosas que pueda tocar: venir acá al local y sentarme a tomar un café y ver cómo la gente entra y sale de esta experiencia offline. Quiero charlar, tocar la silla, tocar la ropa, ponerme la remera. Yo siempre laburé de cosas que no eran tangibles, en publicidad o en redes.

Una forma de unir dos mundos, el online y el offline…

Exacto. Y además, el hecho de darle laburo a un montón de gente, eso me gratifica mucho. En Polenta laburan más de 60 personas. Acá, en el local, trabajan como ocho personas. Y en Jueves en Una, mi marca de sanguchitos de miga, también. Que haya gente laburando por cosas que se me hayan ocurrido en la cabeza para mí es la gloria. 

Hablemos un poco más de Polenta. ¿Por qué esta fiesta tuvo tanto éxito?

Trajimos la experiencia de la electrónica, las pantallas, las luces y lo sensorial a una fiesta de reggaetón. Repartimos churros a las cuatro de la mañana, es una locura. La identidad se fue armando y a la gente le gusta y las marcas apuestan. Siento que tenemos una identidad muy marcada. La noche tiene una mala fama, ¿viste? Bueno, nuestro propósito es darle luz a la noche. Elevar el arte. Que la gente venga y se sienta cómoda, segura y tranquila. Durante la pandemia la fiesta la hicimos virtual cada 15 días, 300 personas conectándose por Zoom, bailando desde sus casas. Ahora la fiesta llegó a un montón de provincias, a Uruguay y a España también.

La versatilidad que te caracteriza te impulsa a emprender en distintas industrias. Lo último tiene que ver con la moda. ¿Siempre te gustó la pilcha?

¡Siempre! Yo fui uno de los primeros de mis amigos en usar chupines. Me acuerdo de que caí un día con los jeans apretados y todos me dijeron: “¿Qué te pusiste?”. Siempre me gustó comprarme ropa y vestirme distinto al resto. Y siempre estoy mirando cosas de afuera para inspirarme y ver cómo lo puedo implementar acá. Las telas, la moldería, pensar en alguna prenda loquita para ver qué puedo llegar a sacar. Sí, definitivamente siempre me gustó la moda.

Y ya que estás en la industria, ¿qué es lo más difícil de tener tu propia firma de indumentaria hoy?

Lo más difícil es la industria textil. En este país es complicadísima: hacés camperas y te las entregan cuando termina el invierno. Es muy difícil emprender en un escenario tan complejo y cambiante.

Y hay algo más: Casa Tranca da la sensación de ser mucho más que un local de ropa...

Mi objetivo es que, cuando la gente entre al local, sienta lo que yo quiero transmitir. Me gusta el concepto de Tranca que se aplica a la ropa y a la experiencia del cliente. Con mi socio armamos este espacio que es Casa Tranca, que la idea no es que sea solamente un local de ropa, sino que la experiencia se amplifique, que pasen cosas, que vengan amigos, que se sienten a charlar y se tomen un café. Quiero que empiecen a tocar bandas, que pasen sesiones en vinilo. Que las posibilidades sean infinitas.

¿Estás de novio? ¿Cómo manejas la exposición? 

Sí, estoy de novio. La conocí el día que hicimos las fotos antes de arrancar Nadie dice nada. Ella era la estilista de Flor Jazmín y fue la estilista de las fotos. Ella vio todo mi crecimiento, desde que tenía 5000 seguidores. No te digo que es fácil, pero se la banca muy bien porque la verdad es que no paramos nunca. Los viajes, por ejemplo, durante el Mundial en Qatar, después España, Miami, Uruguay, y ella estuvo siempre firme y bancando la parada.

¿Qué proyectos tenés para 2024? ¿Se vienen más proyectos nuevos o vas a consolidar lo que ya hay?

Por ahora, quiero meterle mucho a Tranca. Por eso la idea de darle su lugar offline, que deje de ser una marca de Internet y sea una marca que tenga un espacio físico. En cuanto a lo laboral, me gustaría volver a actuar. Por eso quiero volver a empezar a hacer castings para pelis, en una tira o alguna serie.

¿Qué les dirías a los que quieren emprender y todavía no se animan?

Que lo intenten, que lo traten de hacer y que la posta es la constancia. Polenta arrancó en 2019 y le empezó a ir bien en 2023. No gané un peso haciéndola durante cuatro años, la hice en pandemia de onda y todo eso me ayudó a aprender. Hay que meterle y hacer algo que sea fiel a tu estilo. Si le ponés garra, tiempo y fuerza, se puede. Todo se puede.

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