
AyMamucha: Julieta Puleo y la revolución de maternar en comunidad
Julieta Puleo, creadora de AyMamucha, comparte su recorrido personal y emocional en la maternidad, y cómo ese proceso la llevó a construir una comunidad que hoy sostiene, conecta y acompaña a miles de mujeres.
11 de diciembre de 2025 • 11:25

AyMamucha: Julieta Puleo y la revolución de maternar en comunidad - Créditos: IG: @postalesdefamilia.foto
Julieta Puleo, creadora de AyMamucha y de MaManager, encontró en la comunicación un modo de ordenar el caos, transformar experiencias e hilvanar comunidad. Su recorrido personal, atravesado por el desarraigo, la actuación, la maternidad y el deseo de crear redes reales, se convirtió en la raíz de todo lo que hoy comparte y construye.
Su mirada sensible, honesta y profundamente humana sobre el puerperio, la crianza y las maternidades diversas dio origen a espacios que acompañan, contienen y visibilizan aquello que muchas veces se vive en silencio.
Esta entrevista con OHLALÁ! recorre su historia, su transformación y el propósito que la moviliza.

Julieta Puleo, creadora de AyMamucha y de Mamanager, cuenta su historia, su transformación y el propósito que la moviliza. - Créditos: IG: @postalesdefamilia.foto
– ¿Quién es Julieta detrás de AyMamucha? ¿Cómo te describirías en lo personal?
– Soy alguien que ama fuerte, que se cuestiona todo y que encontró en la comunicación una forma de organizar el caos propio. Soy Juli; Julieta Estefanía Puleo es mi nombre completo. Tengo 37 años. Soy acuario, con luna en piscis y ascendente en sagitario. Re luna en piscis: muy emocional, soñadora y drama queen.
Soy la hermana más chica por parte de mi mamá y la del medio por parte de mi papá. Me encanta tener hermanas y es algo que me pesa cuando pienso que no quiero tener otro hijo (gran tema de debate). Nací en Mar del Plata. A los 13, mi mamá, mi hermana y yo nos mudamos a Capital. Fue duro, intenso. Siempre con la familia desperdigada: una parte en Mardel, otra en La Plata, otra en Holanda y otra en México. Creo que esa herida del desarraigo —lo que se extraña, lo que falta— es lo que hoy me hace tan consciente del valor de la red. Por eso me importa tanto construir comunidad: porque sé lo que pesa no tenerla.
A los 8 años empecé a estudiar actuación. De los 17 a los 32 actué, hice mucho teatro y viajé por el mundo como actriz: Singapur, Vietnam, Hong Kong, Brasil, Uruguay, y recorrí Argentina de punta a punta. Después llegó la pandemia y la maternidad, y mi propósito, mis deseos y mis preguntas cambiaron por completo.
Tengo un hijo, Nino, que es un genio, ¿qué les voy a decir? Su papá, Ale, es mi novio, y nuestra historia es un flash: fue mi primer amor cuando tenía 18. Tuvimos muchos encuentros “casuales” por la vida, hasta que hace seis años ocurrió el flechazo final que no nos dejó separarnos.
Me gusta emprender, aprender cosas nuevas y meterme en mundos que no conozco. Hablo mucho, me gusta debatir y pensar en equipo. Me enciende crear, escribir, comunicar y hacer que las ideas encuentren forma.

AyMamucha: Julieta Puleo y la revolución de maternar en comunidad - Créditos: Ig: @postalesdefamilia.foto
– La maternidad suele transformarnos profundamente. ¿Qué te enseñó sobre vos?
– Me enseñó que había capas mías que nunca había visto ni explorado. La maternidad me puso los pies en la tierra. No solo transformó mi vida: me transformó a mí. Me sacó del piloto automático y me obligó a mirarme con mucha más admiración y compasión.
En el puerperio inmediato sentí que el mundo seguía girando sin mí, que la maternidad me dejaba al margen de todo lo que antes me daba identidad. Pero con el tiempo entendí que no fue una expulsión: fue una expansión.
Me impulsó a ser más consciente, a asumir mi responsabilidad en el mundo que quiero construir, a escuchar mejor, a permitirme fallar y volver a intentar muchas veces. La maternidad me hizo elegir la incomodidad como camino. Me enseñó a habitar el caos, a aceptar lo que no controlo, a pedir ayuda. Aprendí que no soy solo una emoción, que lo hermoso y lo aterrador pueden convivir en mí, y que está bien que así sea.
– ¿Qué fue lo más desafiante de los primeros años de ser mamá?
– Lo más desafiante fue, sin dudas, el puerperio. Yo sentía que venía “preparada”: había leído, investigado y hablaba mucho con mi doula y psicóloga, Roxana González. Ella siempre me decía algo que en su momento parecía una frase más, pero después cobró un sentido brutal: “No es lo mismo el mapa del territorio que el territorio”. Y tenía razón. Podés saber mucho sobre el puerperio, pero vivirlo es otra cosa. Es un impacto emocional, físico y vincular que atraviesa todo: quién eras, quién sos, tu pareja, tu entorno, tu manera de mirar el mundo.
En mi caso, uno de los mayores desafíos fue aceptar el duelo de dejar atrás a la mujer que había sido tantos años: mi vida “de sola”, mis rutinas, mis certezas. De repente todo estaba en duda. Y mientras atravesaba ese proceso interno, convivía con una contradicción que hasta me daba vergüenza nombrar: estaba viviendo un sueño hermoso —un hijo sano y deseado, una pareja amorosa, una vida cómoda— y, aun así, me sentía insuficiente, perdida, angustiada, en duelo y, en muchos casos, sola.
Aprender a convivir con esa contradicción sin juzgarme fue clave. Entender que dos cosas pueden ser verdad al mismo tiempo: que puedo amar profundamente a mi hijo y, a la vez, sentirme agotada y desbordada. Ese fue mi gran desafío: hacer espacio para ambas realidades sin negar ninguna.
– ¿Qué te gustaría que otras mujeres sepan de vos que quizá no aparece tanto en redes?
– Creo que soy muy transparente y se me notan todas las emociones. En redes me muestro como soy: sensible, cuento mis mambos, mis inseguridades, mis miedos, mis locuras y payasadas. Pero, aun así, sé que lo que se ve es apenas un fragmento de mi vida.
Lo que más me gustaría que sepan es que todo lo que hago nace de un propósito profundo. No lo vivo como un hobby: es mi revolución personal. Visibilizar el puerperio, abrir conversaciones incómodas, crear un blog donde se lean todas las maternidades posibles, armar encuentros y grupos para que las mujeres se encuentren: cada posteo y cada mensaje tienen detrás una convicción sincera de aportar un granito de arena al mundo que habitamos.
Para mí es una emoción enorme —y una gran responsabilidad— que me permitan hacer catarsis, desplegar mi sentir y entrar en la intimidad de sus vidas. Valoro profundamente su confianza. Y algo más que no siempre se ve es que estar detrás de una cuenta también trae miedos, inseguridades y vértigos. Soy una mujer, madre, emprendedora y soñadora intentando hacer lo mejor que puedo. Para mí, lo que construimos entre las mujeres de la comunidad es mucho más que una cuenta: es una red. Y esa red, aunque no siempre se note, también me sostiene a mí.
– ¿Cómo nació AyMamucha y cuándo se convirtió en sostén?
– En abril de 2020 me reencontré, a través de Instagram, con la China (mi amiga con quien, 15 meses más tarde, co-creamos AyMamucha). Las dos teníamos cuatro meses de embarazo y estábamos en plena pandemia. Ella en Estados Unidos, yo en Argentina: 9500 km de distancia y cuatro horas de diferencia. Aun así, nos convertimos en el salvavidas de la otra. Éramos confidentes, a pesar de habernos visto en persona solo dos días en la vida. Vivir juntas, aunque fuera a la distancia, lo que nos pasaba fue un alivio inmenso.
De a poco empezamos a compartir, entre nosotras, la necesidad de transformar todo lo que nos estaba atravesando. Y cuando entendimos el impacto que ese encuentro había tenido en nosotras, decidimos crear un espacio para que otras mujeres pudieran vivir lo mismo: sentirse acompañadas, reflejadas y contenidas.
Nueve meses después de parir a nuestros hijos, parimos el proyecto. En junio de 2021 comenzamos a subir los escritos que habíamos trabajado durante meses y que, de alguna manera, nos habían ayudado a procesar tantas emociones. Transformar lo vivido en relato, con la fantasía de que otra mujer pudiera leernos y sentirse identificada, ya era un acto de sanación.
AyMamucha empezó como un refugio virtual y, con el tiempo, se convirtió en una voz colectiva: miles de mujeres diciendo “me pasa lo mismo”, “no estoy sola”, “esto también es la maternidad”.
Hoy es una comunidad de madres. Un espacio para poner en palabras lo que tantas callamos, para visibilizar la carga mental, emocional y física de la maternidad y para acompañar sin idealizaciones. Un lugar para resignificar la maternidad, para repensarnos.

Julieta cuenta por qué lanzó MaManager - Créditos: IG: @postalesdefamilia.foto
– ¿Recordás el momento en que sentiste que ya no era un perfil sino una comunidad?
– Sí. Hubo un momento claro. Hicimos un posteo que fue un boom: el “Match de Puérperas”. Cada mamá dejaba su presentación en comentarios, leía las de otras y, si sentía que matcheaba, le escribía. A los pocos días empezamos a recibir mensajes de mujeres de distintos lugares del mundo contando que se habían encontrado —virtualmente o en persona— y que estaban sosteniéndose mutuamente. Era exactamente lo que soñábamos: un espacio que se convertía en red real.
Después llegaron mensajes aún más profundos: relatos largos, pedidos de ayuda, agradecimientos porque un posteo había puesto en palabras algo que no podían decir hacía tiempo, y eso había transformado un vínculo o un momento emocional. Ahí entendí que AyMamucha ya no era un perfil: era una comunidad viva.
Hoy, la red sigue creciendo. Muchas mamás se ayudan entre sí, se acompañan y se escuchan. Armé varios grupos de WhatsApp, 100% gratuitos, para que las Mamuchas puedan encontrarse y sostenerse. Hice un blog, www.somosaymamucha.com, donde las mamás envían relatos, se leen, se comentan y hacen catarsis juntas. Me importa abrir espacio para todas las maternidades, no solo la mía.
– ¿Cómo equilibrás tu vida personal, la creación de contenidos y el acompañamiento a madres?
– A veces no sé. Yo misma me sorprendo de la cantidad de cosas que hago. Hace un año llevo la cuenta sola, y si bien es un montón todo lo que hay para hacer, la verdad es que todo me da tanto placer y tiene sentido para mí, que los malabares los hago con felicidad. Aunque, claro, muchas veces no puedo equilibrar nada y todo se descontrola.
Creo que soy bastante organizada y eso me ayuda. Pero también cuento con algo fundamental: el apoyo, el compromiso y el amor de mi marido. Con Ale hacemos un equipo increíble: él acompaña mi sueño, reorganiza agendas y hace malabares para que yo pueda trabajar de lo que amo.
En general, suelo laburar cuando Nino está en actividades: jardín, natación, fútbol. Y vuelvo a sentarme a trabajar cuando él se duerme, entre las 19.30 y las 20, que es bastante temprano, por suerte. El resto del día, mientras materno, me ocupo de la casa, la comida y todo lo que implica la vida familiar. Hay días en los que siento que lo hago bien y otros en los que estoy cansada o desbordada, como cualquier mamá que trabaja dentro y fuera de casa. Ese equilibrio es complejo y no siempre sale.
Creo que la clave es ser flexible en la constancia: saber que, aunque tengas una súper organización, la vida con hijos exige estar permeable al imprevisto y al cambio.
– ¿Cómo nació la idea de MaManager?
– Cuando mi amiga decidió dar un paso al costado de AyMamucha, yo sentí que, de alguna manera, tenía dos opciones: o también me retiraba o me animaba a dar un salto fuerte. Pensé un montón qué era lo que realmente deseaba hacer y, en una sesión de coaching, me cayó la ficha. Tenía que organizar lo que yo ya estaba haciendo y lo que todos los días me estaban pidiendo. MaManager nació de una necesidad personal y colectiva.
En mi puerperio me encontré buscando recomendaciones por todos lados: una pediatra, una puericultora, una marca de portabebés segura, un curso sobre crianza... Y aunque finalmente encontraba lo que buscaba, nada estaba en un solo lugar y, lo más importante, nada me daba completa confianza si no era recomendado por alguien en quien yo confiara.
Por otro lado, hace ya tres años que todos los días recibo miles de mensajes pidiendo recomendaciones de todo tipo (profesionales, productos, servicios, libros, talleres). El trabajo que yo hacía —hasta el 15/11, cuando salió a la luz el proyecto— siempre fue manual. Copiaba y pegaba contactos, datos, buscaba e investigaba lo que las Mamuchas me pedían y no estaban encontrando. Esto no solo pasaba en mi comunidad, sino también en mi círculo íntimo. De hecho, mis amigas me decían “Maternity Manager”, y de ahí salió el nombre MaManager.
Es lo que hubiese deseado tener en mi postparto, y es un sueño hecho realidad. MaManager.com.ar es el primer buscador de profesionales, servicios, productos y recursos para la maternidad: una especie de “Google de la mapaternidad”, creado con tres grandes propósitos.
El primero es aliviar y simplificar la vida de las madres. MaManager es la respuesta concreta a una pregunta que muchas nos hacemos: “¿Dónde encuentro ayuda confiable? ¿Dónde está esa red que me sostiene?”. El segundo propósito es visibilizar y potenciar a las grandes profesionales y emprendedoras que tenemos. En su enorme mayoría, mujeres que decidieron cambiar el rumbo de sus vidas —al igual que yo— cuando nacieron madres. Mujeres que quieren acompañar a otras, que crearon servicios, recursos y productos para sostener maternidades. El tercer propósito es personal: encontrar una forma coherente de generar trabajo remunerado después de tantos años de servicio en AyMamucha. Yo no quería monetizar la comunidad si no era de un modo que fuera fiel a mi propósito.
MaManager vino a unir todo: años de responder mensajes, buscar información, investigar y acompañar, y convertirlo en una herramienta real, ordenada y gratuita para todas las familias del mundo.
MaManager es una red real. Un puente entre quienes necesitan ayuda y quienes saben brindarla. Una plataforma que organiza lo disperso y devuelve algo invaluable: claridad, sostén y tiempo mental.
– ¿Cómo funciona la plataforma y qué encuentra una madre cuando entra?
– Se puede ingresar desde el celular o la computadora, de manera gratuita, a www.mamanager.com.ar. La plataforma ofrece un ecosistema integral, curado y cuidado:
- Directorio de profesionales especializados: desde la búsqueda del embarazo hasta la menopausia. Psicólogas, puericultoras, terapistas ocupacionales, psicopedagogas, sexólogas, especialistas en crianza, sueño y fertilidad. Hay para todos los gustos y necesidades.
- Servicios: propuestas para adultos e infancias: fotógrafas, animaciones de cumpleaños, astrología, coaching, hoteles y planes con niños, rondas de bebés, rondas de madres, yoga para embarazo y puerperio, espacios educativos y mucho más.
- Productos: emprendimientos increíbles creados por mujeres. Desde cosmética familiar, maquillaje natural, alimentos, juguetes, libros, accesorios para la maternidad, pañales de tela, muebles infantiles, ropa de cama, indumentaria, calzado ergonómico, hasta productos para preparto, postparto, lactancia y más.
- Recursos: ebooks, cursos y guías para todas las etapas de la mapaternidad.
Todo con descuentos exclusivos, reseñas e información clara y accesible.
– ¿Qué querés que sienta una mujer cuando llega a MaManager?
– Lo primero que quiero que sienta es alivio. Que sepa que no está sola, que hay una red pensada para sostenerla y simplificarle la vida.
Sé lo que es buscar ayuda y no saber por dónde empezar. Sé lo que pasa cuando la información confunde más de lo que ordena. Por eso quiero que encuentre un espacio curado, ético y funcional: profesionales seleccionados, marcas confiables, recursos educativos y herramientas reales para cada etapa.
Deseo que quienes trabajan en torno a la maternidad encuentren un lugar donde su trabajo sea valorado y llegue a las personas correctas, sin tener que volverse expertas en marketing.
Mi misión es que esta plataforma transforme esa sensación de soledad en la maternidad y potencie el trabajo de quienes acompañan esta etapa tan desafiante y hermosa. Sueño con una maternidad más humana, informada y acompañada, y con una red donde miles de mujeres puedan crecer con sus proyectos y propósitos. Creo profundamente que, cuando la maternidad tiene sostén y el trabajo tiene propósito, todo se transforma.
– ¿Por qué creés que la maternidad necesita tanto de lo colectivo?
– Porque maternar, en esencia, es colectivo. El proverbio africano “It takes a village” lo explica bien: “para criar a un niño —y para sostener a quienes lo crían— se necesita una comunidad entera”. Somos seres sociales. La biología, la psicología y la historia muestran que dependemos de otros para vivir, aprender y crecer. Y si hay un momento donde eso se vuelve evidente es cuando nace un hijo... y cuando nace una madre.
Pero la modernidad nos aisló. Hoy, en la mayoría de los casos, todas las personas de una familia trabajan, incluso las abuelas, y la red base que antes acompañaba ya no siempre está. Maternar se volvió muchas veces una tarea solitaria en un mundo que no contempla la crianza.
Sin embargo, el cuerpo, la psiquis y la historia piden lo contrario: piden tribu. Lo colectivo alivia, ordena, acompaña. Lo colectivo salva. Lo colectivo repara.
Por eso creo tanto en las comunidades y en los espacios donde las mujeres pueden encontrarse, espejarse y ayudarse. La maternidad cambia cuando deja de vivirse en soledad y vuelve a ser una experiencia profundamente humana y compartida.
– ¿Qué cosas te gustaría derribar de la cultura de la maternidad actual?
– Lo primero sería la idealización de la madre: esa figura perfecta que todo lo sabe, todo lo puede y nunca se queja. Esa imagen que no permite integrar la complejidad emocional que nace con la maternidad y que instala expectativas imposibles.
También quisiera derribar el mandato de perfección y la necesidad de acción permanente: la idea absurda de que, si pedís ayuda, es porque fallaste; o que deberías poder con todo y cada vez con más.
Y, especialmente, la cultura de los “bandos”. Esa lógica que enfrenta a las madres —lactancia sí o no, colecho sí o no, parto en casa sí o no— como si criar fuera una competencia. Los bandos generan culpa, rigidez y agotamiento. No permiten matices ni cambios de opinión.
Me gustaría que podamos vivir la maternidad con más libertad y menos juicio. Con más conversación real y menos etiquetas. Con el permiso de cambiar, equivocarnos y volver a empezar.
– ¿Qué consejo te hubiera gustado recibir en tu primer día de maternidad?
“Sé suave con vos. No se nace madre: se aprende en vivo, día tras día.” También me hubiera hecho bien escuchar que mi hijo no necesitaba que yo supiera hacer todo ni tuviera todas las respuestas. Que lo que él necesitaba era mi presencia, no mi perfección.
Y otro consejo clave: “Cuando te canses (porque te vas a cansar), recordá que también tenés derecho a existir fuera de ese rol. La identidad propia también importa; también necesita cuidado”.
Pero si tengo que elegir una única frase que me sostuvo especialmente en el puerperio (tiempo bizarro, intenso y emocional si los hay) es esta: “El humor salva”.
Y es verdad: el humor salva, afloja, suaviza, hace espacio. A veces es la única puerta de salida en días demasiado pesados.
Hablar de lo que nos pasa, reírnos del drama y pedir ayuda: son los consejos que siempre les doy a las Mamuchas.
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