Newsletter
Newsletter

La psicóloga Marina Mammoliti propone: "El apego es un molde para construir relaciones"

Marina Mammoliti es psicóloga y creadora de Psicología al desnudo, el pódcast de salud mental más escuchado de habla hispana. Charlamos con ella sobre emociones y apego seguro.  


La psicóloga Marina Mammoliti propone: "El apego es un molde para construir relaciones"

La psicóloga Marina Mammoliti propone: "El apego es un molde para construir relaciones" - Créditos: Gentileza Marina Mammoliti



Hablar de salud mental sin tabúes, con claridad y en un lenguaje que todos podamos entender: esa es la misión de Marina Mammoliti, psicóloga, divulgadora y creadora de Psicología al desnudo, el pódcast más escuchado de habla hispana sobre bienestar emocional. Con más de 50 millones de reproducciones y una comunidad que no para de crecer, Marina logró acercar temas complejos como la ansiedad, el apego o las emociones desde un lugar simple y accesible.

Charlamos con ella en OHLALAND!, y nos contó cómo nació su proyecto, por qué es clave entender lo que sentimos y qué mitos todavía persisten sobre salud mental. Además, nos invita a reflexionar sobre los vínculos, los mandatos, el rol de la culpa y cómo podemos empezar a sanar para construir relaciones más auténticas, con los demás y con nosotras mismas. 

 

¿Qué mitos te gustaría derribar sobre la salud mental que sientas que todavía existen?  

- En primer lugar, siento que las personas no saben bien qué hacer con sus emociones, y entonces, si te demuestro y me acerco demasiado, soy tóxica, por ejemplo. Hay algo de la intensidad asociada a lo tóxico o a lo dependiente... O si siento un montón de enojo y me enojo, es “ay, vos no sos una persona muy sana”. Hay una sensación de que vivir la emoción, el enojo o la tristeza está mal. Es como que un mito de que tenemos que ser un robotito, “no me tengo que recontra alegrar e ilusionar si la persona que quiero me demuestra lo mismo”. Quizás ese sea el mito: el mandato de la autosuficiencia total y de que los vínculos no me tienen que impactar tanto, porque si no, soy intensa, tóxica. Siento que eso nos hace mucho daño porque no nos permite de verdad conectarnos con lo que sentimos en serio, tengo que andar escondiéndolo. La vida del ser humano está todo el tiempo entre dos polos: no mostrar nada de lo que siento o desbordarme todo el tiempo... Lo sano va a ser siempre saber volver al centro, saber dónde me descentré. Me parece que el gran desafío siempre, en la vida en general, está en volver al medio. 

- Es lo que se llama “gestión emocional”, ¿no?  

- Absolutamente, porque el desborde frente a cualquier emoción no es una buena gestión emocional, de la misma manera que no lo es contenerlo todo. La gestión está al medio, es “me permito sentirlo, estoy enojada, sí, pero ¿qué hago con ese enojo?”. No voy a salir a pegarles a ustedes y al mozo que me trajo frío el café porque yo estoy enojada. Bueno, vamos a regular, bajarle un poquitito el volumen a la emoción, esa es la gestión.  

- ¿Cuáles son esas preguntas que más se repiten entre tus pacientes?  

- Muchas personas, o quizá las personas que llegan a consulta conmigo, vienen en esta búsqueda de “no quiero ser raro, quiero que lo que me pase sea normal”, y entonces aparecía todo el tiempo esta pregunta de por qué me genera tanta ansiedad estar hablando con otra persona y no puedo salir de casa porque tengo miedo de que me agarre un ataque de pánico, por ejemplo. “¿Por qué me hace tanto daño cuando mi mamá me dice que me queda más lindo el pelo así que el pelo asá y de repente soy como un mar de llanto?”. Las preguntas tenían siempre que ver con “no entiendo por qué...”. Por ejemplo: “Siento una culpa tremenda porque le dije a mi amiga que íbamos a ir al cine y ahora no puedo”. Culpa, culpa tremenda. ¿Por qué está sonando la culpa? Quizás había algo ahí como del no saber decodificar qué me quiere decir cada emoción.  

- ¿Cómo es ese recorrido entre la emoción que sentimos y esa “alarma” que suena?  

- Vamos a poner un ejemplo. Una persona quiere saltar un límite que yo puse. Entonces, yo pongo el límite de que hoy no quiero ir a tal juntada con amigos, porque estoy muy cansada y de repente tengo un amigo que me cae a mi casa, me viene a buscar, me manda 50 mensajes..., ahí se va a prender la alarma del enojo. Y ese enojo, otra vez, no tiene que ser desbordado y no tengo que salir a golpear a mi amigo y decirle: “Yo ya te dije que no quiero ir”. Pero el enojo tiene la función evolutiva de protegernos de cualquier cosa, situación o persona que quiera saltar un límite. Tiene esa función, el enojo. Lo mismo el miedo: siempre se me va a activar frente a lo que yo sienta como una amenaza y sienta que no tengo las herramientas para salir a combatirlo.  

- ¿Y la tristeza, qué función cumple? 

- La tristeza es súper interesante; es una emoción que ha sido bastante bastardeada, ahora un poco menos con esto del “está bien no estar bien”, pero tiene una función que es fundamental en términos evolutivos y es permitir procesar las pérdidas, permitir hacer duelo por las cosas. Pérdidas de cualquier índole, o sea, pérdida de una persona porque se murió, porque terminamos una relación, porque se fue de mi vida, incluso hasta un rasgo de personalidad..., lo que fuera que hoy ya no tengo, es la tristeza la emoción que va a sonar y que me va a permitir hacer ese duelo. Y si yo no me permito sentirlas o expresarlas, me quedo sin esa función para la vida. Y eso es tremendo, porque si no me permito sentir tristeza, estoy quitándome la posibilidad de elaborar pérdidas, por ejemplo. Si yo no le doy espacio a esa tristeza, hay una energía psíquica que va a quedar detenida en ese duelo..., va a quedar ahí y esa energía no va a estar disponible para todo lo demás, porque hay un duelo que hay que hacer, pero yo no lo permití. Entonces, queda como obturada mi función de seguir adelante, ¿no? De aceptar esa pérdida que se acaba de ir y seguir adelante con la vida.   

- ¿Y por qué lados equivocados podría salir, por ejemplo, una emoción que está mal gestionada? 

- Por un montón de lados. Lo primero quizá que inerva la emoción no expresada o no tramitada es el cuerpo, y ahí podríamos hablar de todas las enfermedades que se les ocurran. Enfermedades gastrointestinales, insomnio, contracturas, colon irritable, bueno, todas las enfermedades habidas y por haber de lo corporal. Y después quizá también diría, en términos psíquicos, un malestar muy grande o la imposibilidad de enfocar la atención. Entonces, no puedo sostener la atención porque estoy distraída, estoy pensando, la rumia constante o una ansiedad excesiva. Se puede manifestar por un montón de lados, pero se va a manifestar. Lo que sí vamos a poder hacer, quizás, es dejarla ahí muy calladita y construir toda una serie de herramientas que nos permitan no contactar con eso. Eso sí lo voy a poder hacer, pero en algún momento se va a manifestar. Tarde o temprano, pueden pasar años incluso.... 

 

- Hablemos del apego. ¿Qué es y cómo impacta nuestra salud mental? 

- Se puso de moda ahora la teoría del apego. Primero, la teoría del apego nos muestra por qué miramos el mundo como lo miramos. Es decir, nos da el entendimiento profundo de por qué yo me relaciono de tal o cual manera con un otro, conmigo, con el mundo, por qué confío, por qué no confío, por qué me puedo quedar en una relación, por qué enseguida que una relación se pone un poquitito más seria me quiero ir. Hay un montón de conductas o sentires muy misteriosos y la teoría del apego viene a darnos una respuesta de eso. Es una teoría que lo que va a plantear es que, si yo quiero saber cómo me relaciono hoy con el otro, voy a tener que remitirme a qué pasó ahí al inicio, como fue en sus orígenes. La teoría del apego es un poco ir a buscar cómo fueron las primeras interacciones que yo tuve con un otro, las primeras figuras de apego, que, en general, son mamá, papá, algún cuidador que estuvo a cargo de nosotros, cómo eso determina cómo yo me relaciono hoy. Imagínense que el lazo de apego es un molde desde el cual yo voy a tomar para ir construyendo todas las relaciones que construya después de la infancia, todas: con amigos, con pareja, con quien sea, ahí se va a replicar el molde relacional que yo construí en mis primeros años de vida. 

- ¿Y ese molde de la infancia se puede modificar en la adultez? 

- Afortunadamente, la respuesta es un gran sí. Hay que hacer un gran trabajito, igual, no es algo simple, no hay un método que podamos dar que les calce a todos por igual. O sea, no es que los estilos de apego son una cruz con la que cargamos por siempre y para siempre. 

- ¿Cuáles son esos estilos de apego, qué trae cada uno?  

- Hay un estilo de apego seguro y tres inseguros: el ansioso ambivalente, el evitativo y el desorganizado. En el ansioso ambivalente tenemos padres, madres o cuidadores que a veces estaban y a veces no estaban. ¿Y qué pasa con eso? Cuando yo tengo incertidumbre respecto de si el otro va a estar o no, activo el sistema de alerta, que es la ansiedad. La ansiedad es esa emoción que prende todas las alarmas, un poco para entender si estás o no estás. Entonces, estoy todo el tiempo como hiperactivada para ver si vas a venir o si te vas a ir. 

Marina Mammoliti cre{o el pódcast Psicología al desnudo.

Marina Mammoliti cre{o el pódcast Psicología al desnudo. - Créditos: Gentileza

- Pero no tiene que ver con que estén físicamente o no... 

- Por supuesto, no tiene que ver con eso, tiene que ver con la disponibilidad frente al niño. O sea, cuando yo sí estoy, que pueda ser cariñosa, que pueda escuchar, validar, abrazar, contener, estar. Además, otra cosa importante es la percepción de ese bebé, y ahí entra la complejidad, porque un montón de veces uno como padre puede hacer muchas cosas, pero el bebé o el niño del otro lado puede igual sentir que estás o no estás. Con lo cual no podemos controlar todas las variables. Este sistema hiperactivado de no saber si vas a estar o no, extrapolémoslo hoy a la adultez: son esas personas que todo el tiempo van a tener mucho miedo de que el otro se vaya. Entonces, aparece como una inseguridad muy de base en la que no sé si soy importante para vos y necesito que todo el tiempo vos me lo reasegures. Eso es en el ansioso ambivalente.

Vamos al segundo, que es el evitativo. El evitativo es lo opuesto; acá tenemos a cuidadores que fueron más bien fríos o más distantes... Recuerden que los seres humanos no podemos regularnos solos, nos enseña el otro: mamá, papá, cuidador. Si la otra persona no sabe qué hacer con sus emociones tampoco, probablemente no pueda enseñarle al niño a conectarse con eso que siente, entonces va a ser frío, va a ser distante. Son estos padres que capaz están mucho en darles lo material al niño: no le falta nada, va a las mejores escuelas, mejores universidades, pero no recibe cariño, no hay un abrazo, esa posibilidad de tocar no está. Entonces, este niño aprende que pedir amor o cariño es peligroso, que la cercanía o la intimidad pueden ser peligrosas. Entonces ahí tenemos a personas adultas que, por ejemplo, están saliendo con una persona que les encanta y lo dan todo, están muy contentos y demás. Ahora, esa persona empieza a cruzar una línea de la intimidad, decir “uy, pará, ya me quiere invitar con sus amigos o quiere que le cuente cosas de mi vida, más íntimas”, y la persona evitativa va a huir..., y no porque no quiera ser amada, porque todos queremos ser amados, pero porque realmente cruzar esa línea de la intimidad le genera terror. O sea, la cercanía le da mucho miedo.

Y el tercero de los apegos inseguros es el desorganizado y este es el más complejo de todos: esta caracterización tiene que ver con adultos o padres que hicieron crecer a este niño en un ambiente muy abusivo o muy caótico, muy violento, con situaciones complejas. Entonces, ahí lo que pasa es algo muy explosivo que tiene que ver con que la misma persona que a mí me debería cuidar, que tiene que garantizar que yo esté bien, es la que me golpea, que abusa de mí, que me humilla, que me hace daño. Entonces, crecen con este cortocircuito entre “te necesito para vivir, pero a la vez me das terror porque me dañás”. Ahí se crece con un concepto del amor que está súper distorsionado, porque es esta idea de “yo me tengo que quedar y tengo que aguantar la violencia y esto, para mí, es el amor”. Entonces, si yo ahí aprendo que el amor es un golpe, es complicado, porque voy a entender entonces que en una relación de amor tiene que mediar el caos, tienen que mediar los golpes y si una persona me trata muy bien, yo voy a decir: “Bueno, se siente bien esto, pero ¿esto es amor o mejor genero un poco de caos?”. Entonces, son personas que quizá de adultas hasta se aburren en relaciones que sean como tranquilas, las que hoy llamaríamos relaciones sanas.  

 

- ¿Y hay también demasiado apego? Esta idea de los padres que sobreprotegen: duermen con ellos, les cumplen todos los caprichos, se ponen en contra de la maestra en la escuela... 

 

- Es que no hablaríamos de la seguridad ahí, porque la sobreprotección no permitiría la exploración, que es la seguridad. Yo, para estar segura, debo saber que tengo alguien a quien recurrir si me pasa algo, pero tengo el aire para explorar. La seguridad, cuando yo la imagino, son estos niños que van corriendo para adelante, mirando el mundo, y miran para atrás y está mamá, listo, sigo corriendo, sigo explorando. Ahora, si miro para atrás y no hay nadie o si todo el tiempo me están agarrando y no puedo explorar, no hay seguridad ahí. La seguridad implica poder volver a la base, poder volver al refugio, pero después poder explorar. Con lo cual, si tuviéramos a padres superprotectores, definitivamente están construyendo un apego inseguro. La sobreprotección es terrible, porque, en algún punto, lo que dice detrás es: “No confío en que vos vayas a poder. No vas a poder y yo puedo por vos”. 

- ¿Cómo sanamos si crecimos con estilos de apego inseguro? ¿Cuál es el desafío de cada uno? 

- Cada estilo va a tener sus propios desafíos. Por ejemplo, la persona evitativa, lo que va a tener que transitar para sanar tiene que ver con encontrarse con sus propias emociones, ver de verdad qué es lo que siente, entender que la cercanía con un otro no siempre es peligrosa. Hay veces que puede acercarse un poquitito más y está todo bien. Por otro lado, el ansioso va a tener que aprender a confiar más en sí mismo y no tener que pedirle al otro todo el tiempo que le dé la seguridad que no tiene. No hay un solo modo de sanar, va a depender desde qué estilo de apego yo estoy partiendo. Ahora, el apego es relacional, eso quiere decir que hay un otro del otro lado que me puede ayudar a cambiar cómo yo entiendo las relaciones. Y ahí, entonces, la principal llave para caminar hacia estilos de apego más seguros es rodearme o tener cerca a personas con estilos de apego seguros. Entonces, esta otra persona con un estilo de apego seguro probablemente me va a mostrar una y otra vez que acercarme no es una amenaza, me lo va a ir mostrando de distintas maneras. Entonces, yo voy a poder romper con eso y decir: “Ah, pará, es verdad, la cercanía no era amenaza, está todo bien, no pasa nada si me acerco”. Y muchas veces, cuando no existe en las redes de la persona, esa persona es la figura del terapeuta, la del psicólogo. El terapeuta es una figura clave para sanar el estilo de apego. 

- Y ahora vamos al apego saludable: ¿cómo se logra?  

- Vamos a imaginar que las personas con apego seguro tienen padres, madres y cuidadores que supieron ser refugio, que supieron mirar las necesidades de ese bebé y las pudieron satisfacer con calma, con amor, con cuidado. Esto de que, si te largás a llorar, estoy ahí para agarrarte y para calmarte. Si vos me decís que te sentís de determinada manera, yo puedo validar lo que pasa del otro lado, validar la emoción. Si el niño necesita abrazo, voy y puedo abrazar. Es eso, es la disponibilidad con amor frente a los pedidos de este niño, y el estar disponibles, porque eso es lo que va a darle al niño la seguridad de saber que cuando la vida se ponga jodida y se ponga pesada, hay un refugio al cual volver. Esa sensación se construye en esa seguridad inicial de que hay un otro que puede satisfacer tus necesidades con cariño, con calma, con amor. 

Mirá la entrevista completa en OHLALAND! 

¡Compartilo!

SEGUIR LEYENDO

Soy amiga de mi ex: cuándo funciona y cuándo puede complicarte la vida

Soy amiga de mi ex: cuándo funciona y cuándo puede complicarte la vida


por Ana Paula Queija

Tapa de revista impresa OHLALÁ! de julio con Celeste Cid

 RSS

NOSOTROS

DESCUBRÍ

Términos y Condiciones


¿Cómo anunciar?


Preguntas frecuentes

Copyright 2025 SA LA NACION


Todos los derechos reservados.

QR de AFIP