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3 claves para desactivar una preocupación

Estrategias para afrontar las preocupaciones, desde su origen hasta sus resoluciones, pasando por las experiencias y las emociones propias.


¿Cómo desactivar una preocupación?

¿Cómo desactivar una preocupación? - Créditos: Getty



La preocupación es un pensamiento que está vinculado a las experiencias y a las emociones. Estas pueden generar síntomas físicos y psíquicos. Allí pueden aparecer lo que se denomina pensamiento rumiante, ideas o frases que aparecen y aparecen, intrusivas, involuntarias, muy difíciles de controlar y que generan un agotamiento físico, psicológico y mental.

Hablamos con la psicóloga Victoria Zabalo, graduada en la Universidad Barcelo y con un posgrado en psicoanálisis, que propone tres estrategias para desactivar una preocupación.

La flexibilidad del enfoque ante los problemas

"Lo primero que tenemos que tener en cuenta es ser flexibles y entender que hay problemas que dependen de nosotros, que los podemos solucionar, y hay cosas que no. Hay que aceptar que, a veces, las cosas son como son y podemos patalear y llorar y gritar, pero el paso es poder aceptar que hay cosas que no dependen de nosotros", explica, como primer paso, Victoria.

El cuerpo como herramienta ante las preocupaciones

"Las emociones tienen un anclaje en el cuerpo. Se genera una tríada de pensamiento, estímulo (que puede ser interno o externo) y emoción (que se desencadena). Por lo general, la preocupación está vinculada al miedo y a la ansiedad".

De allí que proponga: "Siempre el ejercicio físico ayuda. Salir a caminar, a correr, bailar, hacer un ejercicio de descarga, alguna clase, algún deporte que te guste, que esté vinculado al placer. Cuando el cuerpo entra en acción, por lo general, la mente se relaja. Hay una frase que a mí me gusta: la acción es enemiga del pensamiento y el pensamiento es enemigo de la acción". 

Refugiarse en los afectos

Además de la búsqueda personal, Victoria también estimula a apoyarse en el entorno. "Compartirlo con gente que es de confianza, un amigo, familiares, refugiarse en vínculos de contención y de confianza. Obviamente, no acaparar toda la conversación con los problemas, pero sí que alguien nos escuche y dé su opinión, que nos comprenda y que empatice con nuestro problema, ayuda y nos hace sentir más tranquilos y mejor".

Por último, es importante tener presente que, si hay síntomas físicos o la persona se siente sobrepasado, es prudente consultar a un profesional que le puede dar más herramientas para gestionar esos momentos.

Las preocupaciones son parte de la vida, cómo atravesarlas es parte de aprender a vivir.

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