Cáncer de piel: qué hacer y cómo cuidarse tras el diagnóstico

Existen diferentes tipos de cáncer de piel, con características y tratamientos específicos. Los más frecuentes son:

• Carcinoma basocelular: es el más común y suele crecer lentamente. Aunque rara vez produce metástasis, puede generar daño local si no se trata a tiempo.
   
• Carcinoma espinocelular: tiene un mayor riesgo de diseminación y se presenta, en general, en zonas expuestas al sol, sobre todo en personas mayores.
   
• Melanoma: menos frecuente, pero el más agresivo. Puede aparecer en cualquier parte del cuerpo y es el responsable de la mayoría de las muertes por cáncer de piel.

Ante cualquier lesión sospechosa, cambio en lunares o marcas nuevas, es clave consultar con un/a dermatólogo/a. El diagnóstico precoz permite un abordaje más efectivo y mejores resultados.

Más allá del tratamiento médico, recibir este diagnóstico suele marcar un punto de inflexión. “Es también una oportunidad para adoptar una nueva forma de cuidarse, incorporando la prevención como parte del bienestar integral”, destaca Molinari. En ese camino, es importante dejar de ver a la piel solo como una barrera externa y empezar a considerarla un órgano activo, sensible y vulnerable.

El daño solar es acumulativo y comienza desde la infancia. La radiación ultravioleta es el principal agente responsable del cáncer de piel no melanoma, y por eso, una vez diagnosticado, es fundamental comenzar con una rutina sostenida de fotoprotección activa.

“Quien tuvo un cáncer de piel tiene un 20% más de probabilidad de desarrollar otro”, advierte la especialista. “El 80% de los tumores se localizan en la cara, por eso protegerla debe ser una prioridad”.

Estas son algunas recomendaciones esenciales para cuidar la piel después de un diagnóstico:

• Fotoeducación: comprender que no existe el bronceado saludable y que el daño solar es progresivo.
   
• Protección diaria: usar protector solar todos los días (incluso en invierno), sumar gorros, ropa adecuada y anteojos con filtro UV.
   
• Antioxidantes: aplicados en la piel o por vía oral, ayudan a combatir el estrés oxidativo que genera la radiación.
   
• Controles dermatológicos periódicos: cada 3 a 6 meses, según cada caso.
   
• Hábitos saludables: una alimentación equilibrada, buen descanso, actividad física y control del estrés fortalecen la inmunidad cutánea y general.

La prevención no es solo una medida médica: es una decisión cotidiana. Cuidar la piel es también una forma de autocuidado profundo.

“La detección temprana salva vidas, pero es la conciencia cotidiana la que realmente marca la diferencia”, sintetiza Molinari. “Amá tu piel. Cuidala del sol. Disfrutá, pero con protección”.

Experta consultada: Dra. Leisa Molinari (M.N° 116.628), médica dermatóloga, especialista en cáncer de piel y cirugía micrográfica de Mohs. Fundadora del Centro Médico de la Piel. Miembro de sociedades científicas nacionales e internacionales. IG: @dra.leisamolinari