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No es el psicoanálisis ni el coaching, la nueva terapia que revoluciona la salud mental

Soltá el control y empezá a vivir: la terapia que te permite a avanzar a través de un propósito y la acción como motor.


Esta es la nueva terapia que revoluciona la salud mental

Esta es la nueva terapia que revoluciona la salud mental - Créditos: Getty



Si alguna vez sentiste que tu cabeza es una tormenta de pensamientos, que te cuesta soltar ciertas emociones o que la ansiedad te juega malas pasadas, quizás la terapia de aceptación y compromiso (ACT) sea justo lo que estabas buscando. No es magia ni una promesa vacía: es una corriente de la psicología basada en evidencia científica que viene creciendo con fuerza desde los años 90. 

Lo interesante de la ACT es que, a diferencia de otras terapias más tradicionales, no intenta que cambies tus pensamientos ni que “elimines” la ansiedad o el miedo. En cambio, te ayuda a aceptar lo que sentís sin que eso defina tu vida. ¿Cómo lo logra? Te lo contamos en esta nota. 

¿De dónde viene la ACT? 

Fue desarrollada por el psicólogo estadounidense Steven Hayes en los años 90, como parte de la llamada “tercera ola” de terapias conductuales. Mientras que la primera ola se centraba en modificar conductas y la segunda en cambiar pensamientos, esta nueva generación pone el foco en el aprendizaje de habilidades apoyadas en procesos que devienen de la aceptación, la flexibilidad psicológica y el contexto. 

La historia de la ACT es también, en parte, la historia personal de Hayes. Al comienzo de su carrera, empezó a sufrir ataques de pánico y una ansiedad que lo desbordaba. Es decir que antes de convertirse en un referente mundial, fue paciente. Y fue justamente en medio de esa experiencia que comenzó a observar su propia conducta, evaluarla y desarrollar ensayos clínicos.  

En uno de sus libros más conocidos, escrito junto con Spencer Smith, Get Out of Your Mind and Into Your Life (Sal de tu mente y entra en tu vida), arranca con una frase tan simple como potente: “La gente sufre”. Desde esa premisa, la ACT no promete eliminar el dolor, sino ayudarte a convivir con tus emociones sin quedar atrapada en ellas. Es una evolución de la terapia cognitivo-conductual, pero con una mirada más amable y flexible, porque, aunque nos percibamos seres mentales, no somos nuestra propia mente. Somos quienes llevamos la mente, como un eslabón más de nuestro cuerpo.  

Por eso, el enfoque de la ACT nos viene a decir que nuestro problema no está en lo que pensamos sino en lo que hacemos con lo que pensamos (no es casual que ACT signifique en inglés “actuar”).  

¿Qué es y cómo funciona la ACT? 

Su objetivo principal es desarrollar la flexibilidad psicológica, entendida como la capacidad de notar y estar presente, dejando de luchar con lo que aparece, para poder actuar según lo que es importante para una misma, más allá de que lo que pienso y siento sea desagradable. Se logra a partir del uso de diferentes técnicas y herramientas basadas en mindfulness, que permitirán adquirir habilidades como, por ejemplo, el contacto con el momento presente, la identificación de los pensamientos como lo que son –pensamientos–, la aceptación de lo que pienso y siento, dejar de luchar contra las etiquetas, la identificación de aquello que es valioso para mí y, así, comprometerme a hacer algo diferente que me permita acomodarme a cada una de las situaciones que me tocan atravesar en la vida. 

Muchas veces creemos que primero tenemos que sentirnos bien para hacer algo. La ACT propone lo contrario: es la acción lo que muchas veces genera bienestar, y así aprender a aceptar nuestras experiencias internas sin quedar paralizadas por ellas. 

Los profesionales que trabajan este enfoque aseguran acompañar a los pacientes a expandir la conciencia y a salir de aquellas expresiones que los limitan. En los encuentros, hay preguntas disparadoras que le dan sentido a estar en ese momento y en ese lugar, por ejemplo: ¿qué esperan de la terapia?, ¿qué les gustaría hacer con su tiempo en este mundo?, ¿qué huella les gustaría dejar?, ¿qué es lo verdaderamente importante?, ¿cuál es su norte? 

La creatividad del terapeuta es una pieza fundamental para que, en el proceso, los pacientes aprendan habilidades que les permitan tomar decisiones que estén enfocadas en torno a los valores que se plantearon como guías. Es una terapia donde se trabaja la atención plena, hay mucho registro del cuerpo, de lo que se siente y de las sensaciones corporales. Eso sí, si lo que se busca es un espacio para charlar, ser escuchados e ir a las intervenciones por años y años, este no es el lugar indicado.  

¿Para qué sirve la ACT? 

Con el tsunami de información que nos inunda desde las redes sociales, muchos llegan al consultorio con alguna idea o recomendación sobre la ACT. Vale remarcar que es una terapia que acompaña a descubrirse. No busca eliminar la ansiedad, sino enseñarte a convivir con ella sin que tome el control. Permite salir del estancamiento emocional y a orientarte hacia lo que realmente te importa. 

Tiene un enfoque práctico y concreto, por lo que suele ser más breve que otros abordajes y una de las grandes fortalezas de esta terapia es su capacidad para impulsarnos a pasar del pensamiento a la acción. 

No se trata solo de entender lo que nos pasa, sino de movernos hacia lo que realmente queremos, incluso cuando lo que sentimos nos incomoda. En lugar de quedarnos atrapadas en la rumiación o la parálisis por análisis, la ACT nos invita a tomar decisiones alineadas con nuestros valores. 

¿Para quiénes es ideal este abordaje? 

Para cualquier persona que quiera mejorar su bienestar emocional. No es solo para quienes atraviesan ansiedad, depresión o algún tipo de trauma, sino también para quienes buscan herramientas para gestionar sus emociones y vivir con mayor claridad y propósito. 

Es especialmente útil para quienes no se sintieron cómodos con terapias más tradicionales o buscan un enfoque diferente para esta etapa de su vida. La ACT propone una forma más compasiva de relacionarnos con nosotras mismas: no estamos rotas ni falladas. El sufrimiento, muchas veces, no viene de lo que sentimos, sino de cómo respondemos a eso que sentimos. 

Si bien no hay un tiempo determinado y cada persona maneja sus procesos de forma particular, con un abordaje personalizado, se estima alrededor de un año hasta poder darle un cierre a la terapia.  

Todos los enfoques son nutritivos para cada ser humano. En todo caso, la terapia es como una horma para el zapato: durante un tiempo puedo sentir que encontré el complemento perfecto y, al tiempo, eso mismo me puede generar incomodidad.  

La ACT no es solo una terapia: es también una filosofía de vida. No es vital estudiar el inconsciente, sino que nos invita a soltar el control sobre lo incontrolable y enfocarnos en lo que sí podemos hacer. 

 

Experta consultada: Paola Suozzi. Lic. en Psicología (MN 54674) 

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