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Regulación emocional: ¿cómo logramos calmarnos ante una crisis?

La psicóloga Paola Bertiz Broll habla de la importancia de la regulación emocional. Nos acerca 3 pasos simples para alcanzarla.


Regulación emocional: ¿cómo lograrla?

Regulación emocional: ¿cómo lograrla? - Créditos: Getty



La psicóloga Paola Bertiz Broll, en su libro Que sea mutuo o no sea nada (El Ateneo) habla de la importancia de la regulación emocional. ¿En qué consiste? ¿Cómo la define? ¿De qué manera podemos alcanzarla?

"La regulación emocional es la capacidad de manejar las emociones de forma apropiada. Supone tomar conciencia entre emoción, pensamiento y comportamiento y también disponer de estrategias para enfrentar la emoción". Bertiz Broll toma esta cita del español Rafael Bisquerra, doctor en pedagogía y licenciado en psicología, para empezar a desarrollar el tema.

“Lo cierto es que, si no aprendo a regularme emocionalmente, el corazoncito de la recta emocional se acercará peligrosamente al extremo de la ‘dependencia’", alerta la experta.

Regulación emocional: ¿qué significa?

Bertiz Broll sostiene: “Con regulación emocional me refiero a la capacidad de calmarme cuando entro en crisis, yo, sin ayuda, es decir, de forma autónoma”.

La psicóloga señala que es un logro importante, porque, de no ser así se dependerá de alguien que lo haga, de alguien "externo" que venga a calmarnos, lo que redundará en volvernos dependientes de esa persona.

“No sirven los estímulos externos para apaciguar las tormentas internas. La tormenta queda latente, en modo pausa, y se vuelve a desatar cuando no está ese estímulo dependencia o persona que me ha generado dependencia”, advierte.

¿Cómo se logra?

Entonces viene la gran pregunta: ¿Cómo me regulo emocionalmente? Y sugiere seguir estos simples pasos, uno tras otro, despacio, sin querer apurar la respuesta:

  1. 1

    Primero nombro la emoción: tengo miedo, estoy enojada, estoy triste, me siento desamparado... la que sea.

  2. 2

    Luego acepto la emoción que tengo, validándola, haciéndole lugar. La dejo que esté junto a mí. No la "peleo" ni intento racionalizarla.

  3. 3

    Trato de bajar la intensidad de la emoción, a través de la respiración y la relajación, como cuando bajamos el volumen de la radio. No soy mi emoción y por eso no actúo según lo que ella me "mande", pero tampoco la juzgo. La acepto radicalmente.

“No importa si no lo logro en el primero, el segundo o el tercer intento. Lo importante es saber que existen esos pasos y que puedo intentarlo”, suma Paula. “No necesito sí o sí a otra persona para calmarme cuando estoy mal. Ya eso solo, ese saber, acerca el corazoncito al centro ideal de la recta, al apego seguro”.

Ejercicio: Ahora me toca a mí, mi lugar seguro

Para regular mi malestar diario, busco en mis recuerdos un lugar tranquilo, un lugar donde haya estado en paz, en calma y, si no recuerdo ninguno, lo imagino. En ese lugar nada ni nadie puede alterar mi estado emocional de paz y tranquilidad.

Respiro profunda y lentamente y permito que la tormenta emocional pase por al lado mío, sin pelear con ella. La miro desde mi ventana, solo la observo. 

 

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