Sexo: cuál es el órgano que más erotiza
El rol de nuestro cerebro es tal que puede encender o frustrar todo el proceso de desear y concretar. Por eso, se lo puede reeducar para que se conecte con aquellas sensaciones que nos generan placer.
16 de octubre de 2022
¿Tu cerebro te frena o te excita a la hora del sexo? - Créditos: Collage de Rndr Martínez.
Lo que tenemos en la cabeza, literalmente, constituye una parte importantísima de nuestra sexualidad. Tanto desde lo biológico como, en un sentido menos palpable pero igual de real, lo psicológico. El rol de nuestro cerebro es tal que puede encender o frustrar todo el proceso de desear y concretar, pero... nada en el proceso de la excitación sexual es lineal. Seguramente habrás escuchado hablar acerca de la cantidad de hormonas que liberamos cuando nos sentimos atraídas sexualmente por alguien y cuando, efectivamente, tenemos sexo. Esas hormonas que crean apego, que bajan nuestros niveles de inhibición, que cancelan el dolor e incluso nos hacen más atractivas, son comandadas por el cerebro.
Funciona así: cuando alguien que te gusta te acaricia o te besa, el cerebro recibe la sensación a través de tu piel y pone en marcha ese engranaje hormonal magnífico que nos hace sentir como si estuviéramos flotando en otro planeta. Cuando estamos muy excitadas, el sistema límbico, es decir, la región del cerebro responsable de los impulsos físicos y los instintos, se activa. Mientras, otras partes de la corteza cerebral que gobiernan el razonamiento superior se apagan. Como consecuencia, el acto sexual suele tener que ver más con lo instintivo y lo emocional que con el pensamiento racional.
¿Qué rol tiene el cerebro en el orgasmo?
En nuestras zonas erógenas existe una enorme cantidad de nervios, que van enviando constantemente información al cerebro acerca de lo que estamos experimentando. Para que te des una idea, solamente en el clítoris hay más de 8000 terminaciones nerviosas. Si se produce una estimulación continua y placentera, se activan determinadas estructuras cerebrales. Algunas de ellas son la amígdala (reguladora de emociones), el núcleo accumbens, que libera dopamina (la hormona del placer), el cerebelo, que controla las funciones musculares, y la glándula pituitaria, que libera endorfinas u oxitocina (para la euforia y el apego). Todo esto pasa mientras el cerebro más racional se va aletargando.
¿Cómo influye lo simbólico en lo sexual?
A lo largo de la vida, además, en nuestro cerebro se van tejiendo conexiones simbólicas, relaciones con el mundo. Iremos construyendo universos de simpatías y rechazos, de gustos y aversiones, de fascinaciones e indiferencias. Pero nunca deja de haber algo inalcanzable, intrincado, escurridizo, que son las cosas que nos marcan inconscientemente. Por más mapas de conexiones neuronales que hagas y sesiones de psicoanálisis que lleves adelante, es posible que nunca termines de entender por qué amás lo que amás y por qué te excita lo que te excita. La raíz de nuestro erotismo personal está sumergida en esas profundidades inexplicables que no se alojan exactamente en el cerebro y tampoco en el cuerpo: se trata de conexiones que nos atraviesan integralmente. Y el cuerpo está atravesado por mandatos culturales, instintos y muchas otras variables que hacen que la sexualidad sea tan compleja.
¿Cómo afectan el amor y el desamor?
Las estructuras del cerebro pueden modificarse por malas experiencias. La buena noticia es que el cerebro es plástico. Esto significa que puede adaptarse, volver a moldearse, reeducarse. La neuroplasticidad es una propiedad del sistema nervioso que le permite cambiar continuamente de acuerdo a las experiencias vitales, volver a aprender, adaptar su actividad y sus respuestas. Si no fuiste amada, si sufriste maltrato o abandono o si nunca disfrutaste en la cama, podés trabajar en vos y reencuadrar tus experiencias para aprender a experimentar el contacto con los otros de una manera distinta. La plasticidad del cerebro es una propiedad maravillosa que eventualmente permite borrar las huellas dejadas por un evento traumático y rediseñarte. Existen herramientas cognitivas emocionales para moldear tu cabeza.
¿Existe el sexo inteligente?
Claro que existe, y se trata de aprender a preservar nuestra propia capacidad de sentir placer, establecer vínculos que nos enriquezcan y cortar los que nos hacen mal. También tiene que ver con saber qué riesgos asumir, con quién y por qué. En definitiva, se trata de convertirnos en personas que llevan las riendas de su destino sexual y que, cuando las sueltan, es porque consideraron que vale la pena. Esto se relaciona con una correcta integración de los hemisferios cerebrales que nos permiten no ser arrastradas por las pulsiones, pero tampoco cohibidas por la razón. •
Sex brain. - Créditos: Collage de Rndr Martínez.
Hackeá tu “sex brain”
Buscá el placer simple. Si volvemos a hacer foco en esta vía directa que el cerebro tiene con la piel, es posible que nos reconectemos con partes nuestras adormecidas. El ejercicio es simplemente buscar lo que te hace bien. Puede ser un baño caliente, una caminata por un parque, mirar las estrellas, comer tu comida favorita, usar sábanas suavecitas, regalarte un masaje. El lenguaje sexual del cerebro es simplemente el de la piel. Darle momentos placenteros a tu cuerpo, incluso cuando nada tienen que ver con lo sexual, es una forma de conectarte con tu cerebro sexual.
No juzgues ni sobreanalices lo que te atrae estéticamente. Permití a tu cabeza ir por los rincones por los que realmente desea ir. No te impongas cosas como “me tienen que gustar esta clase de personas” o “no puedo ser tan superficial y mirar tanto a los musculosos”. Dejá que lo que te estimula te estimule.
Alimentá tu diálogo interno. Leé literatura erótica, llevá un diario de fantasías, repasá tus mejores noches o diálogos en tu cabeza. Esta vez, darle mil vueltas a un asunto no tiene nada de malo.
Repensá cómo tratás tu cuerpo. ¿Sos de las que, cuando no están trabajando, están entrenando? ¿Ténes una relación de exigencia militar con tu cuerpo? ¿Te exigís resultados o sabés parar y disfrutar?
Guardate un poco de energía. Todos los procesos cerebrales requieren mucha energía, y el sexo, en ese sentido, puede llegar a ser un lujo. Si tu rutina consiste en desplomarte en la cama, es probable que tu cerebrito ya esté muy saturado como para responder a otro tipo de información.
Educate sobre el funcionamiento de tu cuerpo. Entenderte mejor te va a ayudar a estar más atenta y a valorar más, también, los enormes procesos ultrainteligentes que realiza a diario tu cuerpo.