
Jimena Baron y su primera producción de fotos con Momo y Arturo: "Crié a un hijo sola y ahora mi desafío es aprender a compartir"
En su primera producción exclusiva con Momo y Arturo, Jimena Baron nos habló a corazón abierto de la maternidad, el vínculo entre sus hijos y cómo encontró un nuevo equilibrio familiar junto con Matías Palleiro.
Fotos de : Justina Bulbarella
30 de septiembre de 2025

Jimena Barón, en su primera producción exclusiva con sus hijos en OHLALÁ! - Créditos: Justina Bulbarella
“Te juro que esta es la segunda vez que salgo sola desde que nació Arturo, ¡no lo puedo creer!”, dice Jimena Barón cuando finalmente nos sentamos en un cafecito cerca de su casa a charlar. Y le creemos. Cuando le propusimos ser nuestra chica de tapa de esta edición del Día de la Madre junto con sus grandes amores —Morrison, de 11 años, y el pequeño Arturo, de apenas tres meses—, dice que no tuvo dudas. Se la ve plena, feliz y relajada, aun cuando confiesa que la vida con teta a demanda... es bastante intensa. La Cobra —así de arrolladora, enérgica y todopoderosa como ya la hemos conocido- pareciera haberle dado espacio y cauce también a esta Jime de hoy, en modo mamá full-time, trabajando desde su casa, con la experiencia de una familia ensamblada con Matías Palleiro y ciertas certezas: no quiere perderse nada, quiere disfrutar de este “volver a empezar”.
¿Cómo estás transitando estos primeros meses de la nueva maternidad?
Intenso, súper intenso. ¿Viste que te dicen: “No, porque te olvidás”, y vos decís: “No, yo me acuerdo”? Y sí, te olvidás. Pasaron 11 años, y creo que, como cualquier amor profundo, una se queda con lo más bello. Después, toda la parte más... ¿intensa?... Sí, intensa es la palabra. Me acuerdo de que un poco dije: “Ah, no te puedo creer”. Yo siempre pienso que la bisagra de la maternidad es cuando sos una persona que ya lee y vuelve a leer. Un día volví a leer y fue como: “Wow, estoy leyendo”. Y ahora con Arturo, de vuelta..., imaginate: caos. Y es lo más lindo que me pasó en la vida, los dos. Con los dos yo me armé para no estar laburando. Y ahora... empiezan a llegar ofertas y cosas, y digo: “No, no quiero dejar”. Me cuesta.
¿Te imaginás un periodo largo estando en casa antes de volver al ruedo?
No sé, pero fui a la computadora a ver cuánto tenía Momo cuando volví a trabajar. Googleé: “Esperanza mía, Jimena Barón”, y ahí calculé: tenía un año y tres meses. Lo que sí, con Momo, es como que se frenó el mundo. Nació y para mí se detuvo todo. Ni idea si existía más gente, qué estaba pasando en la vida. Y, obviamente, al tener otro hijo, con Arturo no se frena nada. No está esa posibilidad. No estás como en ese pedo galáctico. O sea, Momo es un hijo grande, pero no está en edad de que se maneje solo. Hay que llevarlo, buscarlo. Todos dicen: “Bueno, pero a esa edad ya no te da bola”. La verdad es que, por suerte, sí me da bola.
Todavía está esa cosa de “te necesito, ma”...
Sí, y él, creo que aparte de su personalidad, es compañero, es mamero, ¿viste? Caminando en la calle, me da la mano, somos muy, muy pegados. Entonces, estás en ese mambo de decir: “Che, no puedo ni con el recién nacido, y encima tengo que estar como una buena madre del de 11”.
Además, los dos con demandas re distintas. Hace un tiempo hiciste ese posteo de Momo y su primera salida de noche, qué mix de necesidades...
Y como tuvo esa fiesta, al día siguiente se compró por Mercado Libre un perfume árabe, y al día siguiente me pidió cuatro bolsas de residuo y sacó juguetes y ropa que ya no quiere más. Fue tipo: “Flaco, yo estoy recién parida, o sea..., vamos de a poco con esto”. Recién revisé, antes de irme, la bolsa de lo que no quería, y tipo... dejó el auto de Cars, ese que tenía en la mano todo el tiempo cuando era chiquito. Le digo: “Flaco, ¿estás loco?”.
Y a vos te agarra como una nostalgia...
No, nostalgia no: ¡llantos! Todo lo hormonal que no estuvo en el embarazo, ahora sí. También creo que es mucho por contraste: tener al otro como que me trae todo lo que ya viví, pero con las diferencias.
Y también la diferencia de haber sido una mamá joven y soltera, y una mamá a los 38, con una pareja más presente, con una familia más armada, ¿en qué sentido fue distinto para vos?
Creo que con Momo también tenemos la relación que tenemos porque estuvimos muy solos. Y Momo vio a una mamá... muy sola, pasando por muchas situaciones, por muchos estados. Y yo le fui compartiendo mis dificultades a Momo según la edad que tenía. Siempre lo hice muy compinche, ¿viste? Tipo: “Hijo, está pasando esto”... Un papá que no estuvo nunca. Fue como una cosa de algunas veces esporádicas, sin ningún vínculo, por lo que, obviamente, me emociona más mi presente de ahora y la llegada de Arturo. Yo tengo eso con Momo, de los dos contra el mundo. Y no lo busqué, pero siento que la experiencia de haberlo tenido sola, digamos, fue maravillosa también.
Imagino que te forjó en otras cosas, en otras habilidades...
Sí, y mi vínculo con él creo que es especial por eso también. Obviamente con el vértigo de que por momentos decís: “Che, no consulta con nadie”, ¿viste? Yo ahora, con Matías, es: “Che, gordi, ¿viste tal cosa?...”. Mismo con Matías termino consultando cosas de Momo, o él me da su opinión. Por ahí también dice: “Che, te pasaste” o “Che, hay que decirle un poco más”. Yo eso no lo viví. Ahora, en plan familia, cambia. Yo no registré mucho cuánto lo necesitaba, la verdad. Estaba como en mi pedo de empoderamiento, de “yo puedo contra la galaxia”, y cuando apareció un apoyo dije: “Ah, bueno..., en realidad, re necesitaba esto”, ¿viste? No era necesario poder tanto.
Ya te habías demostrado lo que podías sola, y ahora estaba bien dejarte cuidar, dejarte acompañar, ¿no?
Totalmente. Y compartir, que también es un gran mensaje. Vos, si hiciste sola, creés que te la sabés toda. Y no tirar la de “mi hijo”, ¿viste? Pongo mucha atención ahí, porque ensamblamos. Él no trae ningún paquetito. Entonces, darle el lugar y no estar marcando. Porque, obviamente, también hay cosas que te chocan, con Momo y hasta con Arturo. Eso de compartir el maternar y paternar..., no estar de acuerdo con todo. Tenés que ceder, tenés que negociar. Yo ese laburo no lo hice antes y ahora estoy aprendiendo. Antes de hablar o cagar a pedos, respiro mucho.

Jimena: musculosa (Furzai), jean (Heidi Clair). Arturo: body (Wild Baby & Co.). Momo: remera (Ser Basics). - Créditos: Justina Bulbarella
Pienso en todas las mamás que crían solas hoy, ¿qué llave encontraste en vos para criar a Momo y qué sentís que puede servirles a otras mujeres?
A ver, es un quilombo y es muy común. En su momento en redes, lo que yo más mostraba era que estaba sola con un pibe. Y me llegaron muchísimas historias de minas, no me llegó una historia de un chabón diciéndome “yo me quedé solo con un pibe”. Son todas minas haciendo malabares. Encima yo muy privilegiada, porque tuve siempre laburo, porque tuve siempre a Mari. Sola no estaba, pero no estaba el padre de la criatura. Que es un hueco también, porque yo pienso que un buen padre es muy necesario. En mi caso, me salvaron mucho las ganas que yo tenía de ser mamá. Yo creo que, para ser una buena mamá, hay que tener muchas ganas de ser mamá. Porque es un laburo enorme, inmenso. De hecho, está bajando la tasa tremendamente, porque con esto del amor propio y mi tiempo y mi skincare..., bueno, olvidate. Entonces es entendible, porque es como aceptar que no sos la persona más importante de tu vida, quieras o no. No es desde algo romántico, hay momentos en los que también eso es muy pesado. No soy yo ya lo más importante, pero ni cerca. ¡Ni cerca! Y todo el vértigo que también da de más grande... Es verdad que estás más cagona, que pensás otras cosas que con el primero. Yo tenía 27 con Momo, ahora tengo 38. Hay otra conciencia de estar más grande, de que sabemos que pasan cosas en la vida, y decir: “Che, estoy trayendo a otro pibe al mundo”.
Hablaste de la importancia de tener un buen papá y vos también perdonaste al tuyo de grande. ¿Te viste un poco reflejada en la historia de Momo?
Sí, obvio. Y me costó abrazarme. Al principio, mucha culpa, porque aparte hice mucha terapia. Pero son historias distintas y somos personas distintas. Eso también, en terapia, estuvo bueno entenderlo. Mi psicóloga me dijo: “No proyectes. O sea, esa es tu historia, lo que te pasó a vos, no es la historia de Morrison. Hay que ver qué le pasa a Morrison con esto. Y, por otro lado, la seguridad, la base de Momo, sos vos”. Y ahí, bueno, la psicóloga habló muy bien de mí como mamá. Me dijo: “Tranquila, o sea, te tiene a vos de mamá. Entonces estás trayendo lo tuyo. Es lógico el miedo que vos sufriste con ese papá”. Pero siempre estoy muy atenta, le pongo mucha energía y mucha ocupación a que tenga un vínculo con sus hermanos. Tiene tres hermanos por parte del papá; hay dos que están en Italia y que es muy difícil, son dos nenas. Pero Gianluca es su hermano de 18 años, que él lo ama profundamente. Entonces, me contacté con la mamá de Gianluca, que en un momento aflojó..., porque me odiaba.
¡Ahora sos amiga de la mujer de tu ex! (risas).
Ahora soy amiga de Anita, sí, tenemos la mejor. Ella estaba enojada y está bien. Es un tipo que nos metió a todas en un quilombo enorme, después entendimos... Y, por suerte, Gianluca es espectacular, ¿viste? Y a Momo le generó como una espalda distinta. Y es un re buen referente también para mí. Momo creciendo, que es otra cosa que pensaba, que se iba a mandar cagadas. Está buenísimo que tenga un hermano de 18, sano, piola. Así que nada, a Gian lo amamos y estamos mucho con él, viajamos con él, nos vamos a ir al sur en unos meses. A ver, también me abracé, dije: “Bueno, dentro de todo lo que yo viví con mi padre y en mi infancia, y muchas cosas que todavía no he contado con detalle, ¿cómo no me iba a pasar elegirme un tipo así?”. Bastante bien, bastante rápido salí (risas).
¿Qué sentís que tuviste que sanar a través de tu papá?
Bueno, yo a mi viejo lo tengo en un árbol ahora, en mi casa, porque también tuve todo el pedo de las cenizas, el cementerio, el ataúd. Creo que hay algo femenino con los padres que se complica bastante más. Sí tuve que entender que en la vida hay una parte que la hacemos y la escribimos y la decidimos, y después hay un factor ruleta. La verdad es que, en el caso de mi viejo, me alivió entender que no fue un hijo de puta, ni ahí. Es más pena que bronca, ¿viste? Fue como un tipo muy incapaz. Un poco hicieron lo que pudieron, pero a la vez pienso: “Che, fíjense dónde tienen pibes”. Hay que pensarlo un montón. Estás trayendo un pibe al mundo y yo siento, como mamá, que el laburo es decirles que la vida y el mundo es maravilloso y llenarlos de estímulos. Yo, con Momo, soy del skate, del surf, del “dale, sos lo más”. Entonces, si no vas a estar para hacer eso...
¡Después es mucha la inversión en terapia! Igual, hagan lo que hagan los padres, después todos vamos a terapia...
¡No, todos no! Están los hombres que no hacen un culo, que no paternan y no se analizan encima...

CÁRDIGAN Y JEAN (FURZAI, $150.000 Y $185.000). - Créditos: Justina Bulbarella
Contame cómo fue la historia de amor con Matías...
¡Instagram, pedorrísima! Él me escribió, yo me creía mil, no le di bola. Imaginate no darle bola a Matías, ¡ay, no lo puedo creer! Me da vergüenza contarlo. No me gustaba cómo me hablaba. Entré a su Instagram y dije: “Es un goma”. Yo soy enamoradiza, entonces no es que si veo uno que tiene un lomazo digo: “Ah, me quiero acostar ya”. No, yo quiero engancharme, quiero hacer budín. Y no soy del touch and go. Parece, pero no. Tener un revolcón bárbaro de pedo con un random no es tan normal. Son cosas que van mejorando. En lo personal, se va poniendo bueno cuando hay una confianza, cuando te ves unas veces, y ahí yo ya te prendo el horno para hacer el pollo con papas. ¿Por qué voy a ir a ver a otro? Nunca entendí eso. Te dicen: “No, ahora mismo tenés que abrir el paraguas...”. ¡Ni en pedo!
¿Qué te enamora de una persona?
El humor, para mí, es muy importante. Reírme es importante..., muy. Y después, algo de compañerismo. Yo soy muy relajada. Como que ya tomo como una agresión que me invadan o que quieran celarme, o cosas que nunca más...
Pero te ha pasado... O sea, lo aprendiste a fuerza de la experiencia.
Me pasó una vez, claro, con el papá de mi hijo. Pero de no poder ir al gimnasio, de vestirme distinto y ver las fotos y decir: “¿Qué era, una parte de una secta, una religión? ¿Quién es esa señora?”. Sí, me pasó una vez y fue más que suficiente. Después estuve a la defensiva mucho tiempo con todos los pobres hombres que le siguieron, que pagaron los platos rotos ajenos. Y tuve que hacer ese laburo de volver a bajar la guardia. Y de Matías pensaba: “Ah, este debe ser un tarado...”. ¿Y por qué? Porque está re bueno. Si yo también subía fotos en culo en Instagram..., pero yo estaba en modo desconfianza.
Bueno, entonces empezaron con los mensajitos.
Y ahí yo lo ignoré un poco, y después nos vimos. No estuvo nada bueno. Fuimos a comer afuera, todo me parecía anticuado. Yo estaba con La Cobra Tour, o sea, no daba más. Yo estaba ahí y este que quería ir a comer afuera. Yo le decía a mi amiga: “¿Ves que es un boludo?”. “Amiga, no hay de esos, es re respetuoso. Uno que no quiere ir a tu casa, tipo a garchar y listo”, me decían. Y fuimos al restaurante, él me hablaba mucho, yo tenía como medio que remarla, me fui vestida como de secretaria. Yo quería gustarle y ya. Y que quisiera venir a mi casa. Y no. Él se fue porque se tenía que hacer una resonancia magnética y no pasó nada. ¡Y yo un año lo freezé después de eso! Ofendidísima, una pérdida total de mi tiempo. Después de seis meses sin estar con nadie... ¡Por una resonancia! No, papi...
¿Y cómo lo desfreezaste?
Yo tenía novios todo el tiempo, de unos meses, y él estaba siempre muy atento a ver cuándo salía que yo me separaba. En una de esas separaciones, al año, nos volvimos a ver. Y ahí estuvo bueno. Vino a casa, lógicamente estuvimos. Pero él no era un tipo posesivo. Entonces, medio que relajó, estuvimos y relajó. Y yo le mandé un mensaje al día siguiente, no sé, un chiste... y él medio como que ni bola. Y yo creo que a las 48 horas tenía otra cita y dije: “Chau, es este”. Y después de separarme de ese, Matías me volvió a escribir. Y ahí ya nos juntamos con amigos, y él ya estaba marcando como un poco de ternura. Matías era un freezer, eh. Ahora lo veo que lo va a buscar a Momo, vuelve, dirige la batuta en la casa con un bebé y no lo puedo creer. Pero fue un año de putearlo en terapia, un año. Mi psicóloga bancándolo y diciéndome: “Es un tema tuyo, es tu problema, no te viene mal esto, aprender esto”. Me iba a terapia y decía: “Bueno, esta me va a dar la razón a mí en esto que pasó”. Y no. Entonces fue como un challenge, Matías, para mí. En donde yo dije: “Esto debe estar bien...”.

JIMENA: MUSCULOSA (FURZAI, $70.000), JEAN (HEIDI CLAIR, $190.000). ARTURO: BODY (WILD BABY & CO, $20.010). MOMO: REMERA (SER BASICS, $30.000) - Créditos: Justina Bulbarella
¿Y cómo te está dando el balance de este nuevo aprendizaje?
Es increíble. Entendí que yo tenía una cosa muy arrasadora y en un punto un poco arrogante, ¿viste? Dije: “Che, pará, no es todo el mundo como yo”. Yo me vinculo de esa manera. Esta es mi personalidad, este es mi carácter, estos son mis miedos, y la gente es distinta. Matías es un pibe tranquilo, con un carácter tremendo, pero es una persona súper estable. Que estaba bien, que no tenía una necesidad, que si está con vos, es porque quiere estar, vale mucho su querer estar con vos. Mi querer estar era medio demonio de Tasmania, así era yo. Tenía una cosa muy volcánica y, en un punto, un poco irresponsable también. Sobre todo después de esa relación chota. Porque pensás que tenés cierta licencia... “Bueno, a mí me hicieron esto, yo la pasé como el ojete, ahora puedo cobrarme varias”... Y no es así, tuve que bajar el copete y decir: “Che, ¿qué estamos haciendo?”. Pero bueno, fue la calma de él, de un tipo tranquilo, que avanzaba muy de a poco, que, para ganarte su corazón, había que pasar muchas cosas..., realmente abrirse, elegirte. No había tenido yo algo así. Tal vez era por una cosa más física o no sé...
Es que vos construiste una imagen muy sexual y muy avasallante. Entonces, puede ser que a ciertos varones eso les dé miedo...
Muchas veces les da miedo, y también aprendí que si vos querés estar con alguien, le tenés que dar un lugar. En 2021 tuve estas revelaciones. Una astróloga me dijo: “¿Sabés por qué no vas a conseguir estar con alguien? Porque no hay mejor pareja para vos que vos misma”. Me re calenté, encima me la habían regalado por Zoom, la consulta, porque era en la pandemia. Dije: “Dios, esta pelotuda, ¿qué me iba a decir? ¿Qué dice? Cualquier cosa”... Pasaban los días y yo seguía: “Cualquier cosa, dijo”. Y después me di cuenta: “Che, bueno, me dolió esto”. Estaba re caliente, pero después dije: “Che, pará... Está bien, claro... Si vos sos re buena madre soltera, hacés una mudanza sola, le dejaste ya la casa al nene y te compraste otra casa, te cerrás los trabajos sola...”.
¿Para qué un otro, no?
¡Claro..., si no necesitás nada, sos una genia, hacés todo bien y nadie hace nada mejor que vos! Había un poco de eso en mí, con la Cobra y todo ese momento. Después entendí que necesitaba decirme “yo puedo”, “yo soy buena”..., pero tuvo un precio el desarmar eso...
Y para la pareja, un bebé trae una reconfiguración, ¿no? Reencontrarse más allá del hijo...
Sí, o sea, a veces lo miro y es como: “Qué lindo novio, qué lindo el papá de la criatura”, pero no llego ni a decírselo.
¿Hacen colecho? ¿Cuesta un poco más la intimidad?
Sí, es un quilombo. El otro día, Matías me empezó como a besar y le dije: “Ay, tengo los aparatos del bruxismo, gordo”. Tristísimo, me los saqué, y ahí Arturo hizo como un espasmo. Entonces nos quedamos como con el coso del bruxismo..., y yo quiero que siga gustando de mí. No quiero que tenga que asociarme con el bruxismo, con verme toda vomitada... Pero bueno, después digo: “Jimena, estás amamantando”...
¿Sos exigente como mamá también con vos misma?
Yo estoy muy acostumbrada a dirigir la batuta. Entonces, ahora mi familia y Matías me traen este aprendizaje de decir: “Lo va a hacer como yo, o no...”. Tal vez le podría decir: “Fijate que...”, pero al pedo que lo haga. No pasa nada. Mi desafío es eso, aflojar, dar espacio. Por ahora vamos bien. Matías tiene otros: tiene el ensamble, criar un pibe que no es suyo, con un bebé. Cada uno está con sus propios desafíos.
Dijiste que sos una muy buena mamá, ¿cuáles sentís que son tus superpoderes?
Yo creo que soy una muy buena mamá. Sí, merezco decirlo. Mi superpoder es que me gusta mucho ser mamá. Me doy cuenta de que yo quiero estar. Por ahí sale una serie o lo que sea y yo ya hago los cálculos, digo: “Arturo va a tener 8 meses, no”. Tengo la posibilidad también de armarme estos huecos, que no lo puede hacer casi nadie, porque las minas se tienen que ir a laburar, tienen que sacarse leche, entonces entiendo mi privilegio. Ahora, dentro de mi privilegio, igual elijo estar. Lo que más me gusta es eso, cebarlos con el compartir, con verlos contentos, darles herramientas para que sean libres, para que se descubran, para transmitirles con todo mi corazón que lo que elijan ser, va a estar bien. No sé, siento mucha complicidad con Momo y calculo que con Arturo va a ser igual. La familia siempre me importó mucho.
Más allá de que estás trabajando en las redes ahora..., ¿estás pensando en hacer nueva música o algo como actriz o todavía estás muy en plan nidito?
Con Arturo tan chiquitín, lo único que hago es decir que no a las cosas, por ahora. Me pasan dos cosas: primero, que me va muy bien en las redes sociales, más de lo que la gente piensa. Entonces, mi luna en Tauro, feliz de estar en casa haciendo recetas con mis hijos. Y en segundo lugar, me gustaría mucho actuar, por ahí es lo que tengo más cercano a nivel deseo, pero no me han pasado proyectos que me hagan decir: “Uh, quisiera ver cómo me organizo con el pibe para hacer esto...”. Ahora es muy pronto. Estoy realmente disfrutando de estar en Crocs inmundas y estar ahí con ellos. Estoy atenta a Momo, que pide cosas, tipo “veamos todas las películas de Alien”. Él pide momentos y yo quiero estar... No quiero estar reventada, no quiero estar agotada. O sea, me levanto y lo estoy, porque tengo un chico que duerme chupándome las tetas. Entonces, me da mucho vértigo un compromiso largo ahora. No quiero que me genere esa angustia de “ay, Arturo, ay, Momo”... Pero como deseo, me gustaría que me gustara algo de actuación.

JIMENA: CAMISA Y JEAN (HEIDI CLAIR, $280.000 Y $190.000). ARTURO: BODY (WILD BABY & CO, $20.010) - Créditos: Justina Bulbarella
Momo y Arturo, ¿cómo es ese vínculo?
Bárbaro. Momo es muy cariñoso, muy físicamente cariñoso..., pide agarrarlo. Le enseñé a agarrarle la cabeza para que no sea ningún riesgo de nada y el tipo aprendió. Y me ayuda también, ¿eh? Agarra, se ocupa. Le da besos, dice: “Mi hermano, grabame, sacame una foto”. Sí, es un dulce de leche.
¿Y sentís que estás viviendo un presente que alguna vez soñaste?
Yo no sé si era muy de proyectar y creo que por todo lo que me pasó, me autoconvencí o me inventé que ya estaba bien como estaba. En esta cosa empoderada y de “yo puedo sola”. En algún momento dije: “Bueno, listo, perfecto. Ya está. Estoy yo con Momo, me va bien, si Dios quiere, nunca nos va a faltar nada”. Y después Matías me desarmó un poco esta historia, y me di cuenta de que había sido medio mentirosa conmigo misma y que estaba como, en el fondo, tratando de decir: “Bueno, no pasa nada, qué sé yo, conseguimos un montón de cosas”. Eso registré después. Que traté como de abrazarme y decirme: “Bueno, hasta acá, vieja, ¿cuánto vamos a pedirle a la vida?”..., pero que, en realidad, moría de ganas. El momento en que Matías planteó que él iba a ser padre, que para él no era una opción no tener hijos, se me abrió el pecho y salieron mariposas. Y ahí no hubo vuelta atrás. Después él empezó a hacer la plancha, como que “bueno, pero ahora no...”, y ahí empezó un pedo mío de la edad, de decir “che, boludo...” Y ahí hubo unas rispideces en la relación, porque aparte era “esto me lo trajiste vos y ahora yo tengo todo un mambo en la cabeza que no tenía... por un pedido tuyo o un deseo”. Y yo le iba diciendo: “Bueno, ya tengo 36... Tengo 37...”, ¿entendés? Averigué cómo sacarme óvulos... y después dije: “¿Por qué tengo que pasar por todo esto? ¿Porque tenés dos años menos y sos hombre?”. No. Ahí hubo toda una situación y después entendió.
¿Hay planes de casarse?
No. Eso habla de que mi susanismo está liberado. De hecho, Matías es re tradicional y creo que yo le saqué las ganas por completo, porque para él era como una obviedad. Y ahora no le parece tan obvio. En realidad, lo que hemos charlado es hacerlo como un triunfo y no como una apuesta. Como decir: “Boludo, la rompimos”. Eso sí lo he planteado, y se copó.
¿Qué es lo último que aprendiste sobre vos misma?
Que no tengo el control de absolutamente nada en la vida. Y que tengo que también, a veces, relajarme. Era una persona súper controladora, con exigencias y muy creída por momentos. Por ejemplo, realmente me da pánico volar. Y durante las tormentas, yo pienso que si yo manejara el avión, estaría todo mejor. ¿Entendés? Realmente pienso eso, digo: “Agarró mal, este tipo”. Esa soy yo. Segura, segurísima. Y eso es lo que estoy trabajando. Y los hijos son grandes maestros en eso, en soltar el control.

CAMISA Y JEAN (HEIDI CLAIR, $280.000 Y $190.000) - Créditos: Justina Bulbarella
Producción y estilismo: Virginia Gandola.
Peinó Leo Leiva.
Asistente de producción: Melisa Arlettaz.

Euge Castagnino Editora de OHLALÁ!, guionista cinematográfica especializada en cultura, cine, teatro, televisión y otros medios audiovisuales y gráficos. Es fan de las buenas historias, los libros, el buen comer y los viajes.
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